Argentina gana más trabajando con la integración latinoamericana que con la Doctrina Monroe

Argentina tiene más que ganar trabajando por la integración latinoamericana que subordinándose a la Doctrina Monroe. No tiene que llegar al idealismo ni al sentimentalismo regional, puede verlo desde el punto de vista del poder, de adquirir márgenes de maniobra, de beneficios concretos para el Estado argentino. Y es que desde todo punto de vista, La Patria Grande, entendida como plataforma de cooperación estratégica entre países con recursos, capacidades y mercados complementarios y que no compiten entre sí, ofrece ventajas que ningún alineamiento hemisférico puede igualar.

Esto que planteo no puede verse desde el punto de vista de tener posiciones políticas con Argentina contrapuestas, sino que en primer lugar, permite negociar desde una posición de bloque. Nosotros a pesar de las políticas de Argentina, debemos entender que es un pueblo de Nuestra América, por lo tanto sometido, aunque con la altivez que lo caracteriza, a todos los escarnios y presiones para hacerla claudicar y verla de rodillas ante el imperio de turno. Esta creo que ha sido una posición venezolana siempre.

Tenemos problemas similares en sus manifestaciones y en sus causas, si no le damos tanto calor a diferencias ideológicas entre nosotros mismos podremos encontrar soluciones. De lo que digo la escasez de dólares es un ejemplo de problemas similares.

Argentina sola tiene peso limitado frente a China, Estados Unidos o Europa. Venezuela sola tiene un peso limitado. En cambio, articuladas con Brasil, México, Colombia y otros países del sur, pueden gestionar mejores términos comerciales, financieros y tecnológicos. Y abrirse un espacio más amplio en lo que llaman el escenario internacional. Esto se traduce en mejores acuerdos, menores costos de financiamiento y mayor control sobre las condiciones que inciden en su crecimiento.

Al encontrar esquemas compartidos de integración, se puede reducir la dependencia del dólar. Un sistema de compensación comercial en moneda local o una unidad regional de intercambio permitiría a Argentina amortiguar los efectos de la deuda externa, estabilizar su balanza de pagos y evitar los ciclos de ajuste impuestos por organismos multilaterales. Esto no es olvidar la ideología, es solo defensa del interés nacional.

Una cooperación energética intensa con países como Bolivia y Venezuela permite acceder a gas, petróleo y litio en condiciones más favorables que las ofrecidas por corporaciones extranjeras. Esto fortalece la seguridad energética del país y permite planificar con mayor previsibilidad los costos de producción industrial y crear nuevas ramas de producción industrial.

Y no debe olvidar que el mercado ampliado de la región son más de 400 millones de personas, lo que representa una oportunidad concreta no solo para la industria argentina sino para todas sus empresas que con su prosapia empresarial pueden ocupar espacios en ese mercado inexplotado. Argentina tiene ante si exportar maquinaria, software, medicamentos, alimentos, etc. a países vecinos con menos barreras, menos competencia desleal y más posibilidades de escalar producción con valor agregado nacional.

Esta articulación regional permite adicionalmente, coordinar posiciones en defensa, infraestructura y tecnología. Esto no implica ceder soberanía, sino ampliarla: tener respaldo o con quien discutir intelectualmente, frente a disputas territoriales, acceso compartido a satélites, y capacidad de respuesta ante amenazas externas.

La Doctrina Monroe, en cambio, ha significado para Argentina décadas de subordinación financiera, presión diplomática y pérdida de autonomía comercial. No hay beneficio estratégico en seguir ese camino, son espejismos que se le ofrecen a su imaginación. La Patria Grande no exige afecto ni lealtad: exige cálculo, visión y voluntad de poder. Y la dirigencia Argentina en algún momento debe entender para su propio beneficio, que en política, como en las fiestas, algunas veces uno se ve obligado a bailar también con la fea, porque es necesario.

Y en ese terreno, Argentina gana más cuando negocia como parte de un bloque que cuando acepta el rol de socio menor en una arquitectura ajena, y con toda su proyección puede asumir papeles de liderazgo para una Nuestra América, más unida.



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Oscar Rodríguez E


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