¿Soñar con una nueva Latinoaèrica y el Caribe a partir de la Batalla de Carabobo?

(Acciones estratégicas y tácticas-concretas, elevar la calidad de vida de los pueblos, no retórica)

De niño y joven, perdone el posible lector la autorreferencia, me entretenía leyendo algunas páginas de los escasos libros escolares a que podía acceder o recortes de ediciones especiales que la prensa dedicaba a episodios más resaltantes de la historia de Venezuela y América. No eran muchas, que recuerde, pero sí de llamativas ilustraciones. Con bien logrados retratos de los héroes de la epopeya independentista. Escenas impresionantes de los tratos crueles infligidos por conquistadores europeos a los indígenas; principalmente aquella donde unos perros gigantes desgarran las manos y brazos de los nativos, en cuyos rostros se expresaba vívidamente el horror.

Aparecían también, ya en el período de la independencia, campos de batalla. Entre los cuales Carabobo, por su puesto, con su arco monumental, Junín, Ayacucho, también Boyacá, entre otras. Más que en los párrafos de la lección o reseña uno se detenía mayormente en las ilustraciones y le bastaba, pereza mediante, las dos o tres líneas de las leyendas al pie de las mismas para comprender algo.

No recordamos los autores de aquellos librillos de historia patria nuestra latinoamericana. Sería el muy didáctico Fuenmayor o tal vez el prudente Hno. Nectario María, quienes en las décadas de 1940 o 50, dedicaron muchos esfuerzos en esa línea y nuestros mayores aún se servían de tales obras en la década de 1970, que fue la época en los hojeamos; cuando por medio del Sr. Quintín Saavedra, agricultor que había cursado hasta 3° o 4° de Educación Primaria, allá en el caserío El Hato de Baragua; buen amigo de la familia y quien vivía en una amplia y bonita casa de teja con su hermana, la señora Mercedes. Siempre visitaba la nuestra, también de teja, pero más pequeña, también llamada a veces "la casa del barrancón". Allí conversaba con tía Felicia y nuestro padre Froilán Antonio Saavedra y en ocasiones nos mostraba por breve tiempo sus "libros de doctrina", pues eran textos que él atesoraba con mucho celo.

Su estilo literario era romántico, que exalta la emoción y el ditirambo, que a niños y jóvenes puede mover bastante, luego dizques podían avanzar en otras modalidades de exposición, nos han dicho que los libros de Educación Primaria Superior, (4°, 5° y 6° Grados). Cosa que comprendí mucho después, cuando investigábamos la historia de la Escuela Poliartesanal Lara (1944-1969). Pero sobre todo, cuando ya de adulto en ciertas clases recibidas en el instituto Pedagógico de Barquisimeto, ( su Departamento de Ciencias Sociales, Mención Historia), un buen profesor experto en la Ciencia de Clío, además de Filosofía (Heraclio Zaraza o Reinaldo Rojas, aunque también pudo ser la muy apreciada y respetada Prof. Lucila Mujica de Azuaje), al comentar un libro de don Mario Briceño Iragorry ("Mensaje sin destino" o "La historia como elemento creador de cultura"); se refirió a la noción de la ciencia de la historia "como una disciplina moral" propulsada por aquel gran intelectual. A quien tanto debemos los venezolanos y deberíamos volver a frecuentar sus obras completas hoy día en que el imperialismo asecha al país más que nunca. Porque además hay muchos pitiyanquis.

Muchos años después ya graduados como profesores en Ciencias Sociales, Mención Historia (UPEL-IPB, 1995), acompañamos a niños en su andar por las primeras letras en una escuela que comprendía diversas áreas de conocimiento, entre éstas "sociales", inclusive una vez concluidos algún de postgrado en enseñanza de la historia y ciencias sociales Fueron casi 10 años maravillosos entre la Escuela 225 del NER 514 del caserío El Hato de Baragua junto al maestro Wilfredo "Fello" Rodríguez y Zenaida Ladino, también en la Escuela Nacional Bolivariana Rafael Urdaneta, caserío La Unión, Parroquia San Miguel, Municipio Urdaneta, estado Lara.

Allí recordamos sobre todo los "Lunes Cívicos" y los "Proyectos Pedagógicos de Aula" con actividades de gran alegría y fervor patrio, organizados por excelentes y bellas colegas como Oleira de Serrada, Carmen Soré, Yaneth Rivero, Dilcia Durán, Yajaira, Miriam Torres, Miriam Romano; los colegas de recia personalidad como Abner Rojas, Roberth Torres-Chaviel, Zenaida Navas con sus libros y enciclopedias en casa, entre otros; siempre la línea de la historia romántica era la que dominaba en esos eventos, porque su fin era educar en los sentimientos de identidad y pertenencia, el amor y respecto a sus símbolos: la bandera, el escudo, el himno nacional, luego ya en el aula se hicieron dibujos que exponían en adornadas carteleras.

Así, pues. Por estos días del bicentenario de la Batalla de Carabobo y aún con las limitaciones impuestas por la pandemia, ¿qué habrán realizado nuestros docentes en las escuelas? Somos parte de procesos de relación pasado-presente, dado que la historia como disciplina escolar no sólo tiene que ser relato de los eventos pasados, sino que tiene que ver con las demandas y necesidades del presente y su proyección hacia el futuro; un filósofo como el profesor Rafael Acosta-Sanabria, muy apreciado por mí, aunque no lo conozca sino por alguno de sus libros, destaca en su libro "La educación del hombre: un reto permanente" (UNIMET, Caracas. 2017) destaca que:

"Una de las características específicas del ser humano es su capacidad de proyectar su futuro. Proyectar significa superar las necesidades inmediatas, determinadas, rígidas y precisas. El ser humano no se limita a actuar exclusivamente mediante errores y aciertos, sino a través de proyectos. El ser humano no se limita a vivir, como las plantas, ni sólo a sentir como los animales; él mismo hace su propia biografía. El ser humano, porque es persona, da sentido a las cosas, y en su accionar nunca está terminado" (p. 16).

De allí que nos pareció extraordinaria las experiencias escolares en que a niños y jóvenes en que se incentiva la lectura en libros, reportajes de prensa y hasta revistas, digamos como Tricolor, aquella de la década de 1970; ya que, por otra parte, convine señalar también que se introduce directamente una determinada perspectiva relativa a la antropología filosófica, inclusive volviendo a citar a mi maestro señala lo siguiente, y así lo dejamos para la meditación; dice el Dr. Rafael Acosta-Sanabria:

"El ser humano es constitutivamente dependiente (ontológica y biológicamente). Ha recibido el ser de otros y necesita relacionarse con el exterior para poder vivir y crecer. De ello podemos deducir que si el ser humano es participado, dependiente y limitado, su libertad no puede ser absoluta. Existen leyes (físicas, morales, sociales...) que lo condicionan, aunque no le impiden una actuación distinta: el ser humano en última instancia es siempre libre de actuar o no, de afirmar o negar, de decir sí o decir no. Siguiendo a Fullat (1979: 219), afirmamos que: "El hombre es un quien, un alguien, ciertamente, pero en carnes y en medio de una concreta historia social, a la que debe imprimir rumbo. Cada ser humano es un nombre propio, un quien, y no un nombre común, un lo que: pero para serlo tiene que jugárselas en la existencia histórica y biológica" (ob cit., p. 15).

Bonitas citas, ¿verdad? Otra cosa sería explicarlas, que no es el propósito de lo que estamos prosando, sino a penas sugerir una lectura como hacíamos antes y cada cual reflexionará, si tiene a bien.



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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