La otra cara de la Moneda: Chile se levanta

El pueblo de Chile se levanta : Ha ocurrido una explosión social y legitima, una acumulación de rabia contenida de atropellos, desigualdades, desesperanza y de incertidumbre al futuro. Las trabajadoras y trabajadores somos parte integral de esta sociedad y más aún somos el eje central que conforma a la clase trabajadora, y ante los graves hechos ocurridos no podemos guardar silencio y no podemos permanecer inmóviles ante nuestro pueblo que está luchando.

Contra la otra cara de la moneda ,el pueblo de Chile se levanta contra el saqueo capitalista y la imposiciones del Fondo Monetario Internacional

Los pueblos se levantan, contra el capitalismo y el empobrecimiento que este provoca para las mayorías, para la clase explotada. A inicios de octubre, el pueblo ecuatoriano se levantó masivamente en rechazo a las imposiciones del FMI, lo mismo hizo el pueblo haitiano empobrecido por siglos de «deuda» espuria que data de la época colonial, ahora el pueblo de Chile se levanta contra el saqueo capitalista, Lo expresa Cecilia Zamudio Chile se levanta contra la explotación y la precarización de las condiciones de vida. Se levanta contra el saqueo que perpetran las multinacionales mineras, energéticas, del agroindustrial (etc.), las que devastan ríos, bosques, montañas y glaciares, las que exterminan al pueblo Mapuche, a los demás pueblos nativos y al pequeño campesinado.

Se levanta contra el latrocinio legalizado en el capitalismo. Se levanta contra las imposiciones del Fondo Monetario Internacional y demás instituciones imperialistas, contra las deudas innecesarias e infames contraídas por los gobiernos títeres; deudas y sus intereses usureros que, de seguir imperando el capitalismo, la clase explotadora hará pagar a los pueblos hipotecando la salud, la educación, los recursos naturales, etc.

Los «préstamos» que impone el FMI, son deudas totalmente innecesarias (y más para países tan ricos en recursos como Chile o Ecuador): el problema es que los recursos son saqueados por el capitalismo transnacional, la riqueza es robada y no revertida para el bienestar de las comunidades, la naturaleza es esquilmada en el altar de la acumulación capitalista de un puñado, la soberanía alimentaria es inexistente cuando la tierra está en manos de la propiedad privada. El problema es el sistema, y por supuesto no se subsana el empobrecimiento causado por el saqueo capitalista con mayor saqueo. Los «préstamos» del FMI son un mecanismo depredador: las sumas se destinarán al pago de las necesidades en infraestructura de las multinacionales extractivas (para incrementar el saqueo que ya perpetran), al pago de los intereses usureros de deudas precedentes, a los bolsillos de la burguesía; y será el pueblo el que tenga que pagar los préstamos y sus intereses, en esa esclavitud aberrante que muele vidas y ecosistemas.

El alza del precio del transporte ha sido la gota que ha desbordado el vaso, en un país en el que la mitad de la población malvive con un pírrico salario mínimo, del cual tiene que destinar casi un 15% al pago de transportes

El salario no alcanza para el pago de la canasta alimentaria básica, alquiler, etc. La educación y la salud son privatizadas para beneficio de un puñado de multimillonarios y para exclusión de las mayorías. Debido a todo lo anterior, el 80% de los mayores de 18 años están endeudados .

Las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones) son otro robo descomunal contra el pueblo chileno: son cajas privadas impuestas por el Estado Burgués. Los trabajadores deben destinar el 10 por ciento de sus ingresos a cuentas administradas por empresas privadas. Los dueños de estas empresas usan ese dinero para sus negocios (minería, industria, telecomunicaciones, capital financiero, etc.) .

El dinero que las AFP recaudan de las cotizaciones es más del doble de lo que pagan en pensiones; representa el 80% del PIB de Chile: un festín para los dueños de las AFP, mientras los jubilados chilenos son arrojados a la miseria. Este mecanismo de robo capitalista fue instaurado en el proceso de privatización impulsado en la dictadura de Pinochet. En 1981, José Piñera (hermano del actual presidente Piñera), ministro de Trabajo de la época, fue uno de los artífices de la implementación de un paquete de medidas económicas importadas desde Estados Unidos por los llamados Chicago Boys, adalides del saqueo capitalista.

El pueblo dice BASTA y sale a las calles en todas las ciudades y regiones de Chile. El Estado burgués envía sus fuerzas represivas: militares, carabineros, policías desatan una brutal represión. Los medios de la burguesía tildan a los manifestantes de «vándalos», de «violentistas», y a las fuerzas represivas de «desbordadas»: aplican el mismo guión de mentiras que aplicaron en el Ecuador, y que aplican siempre contra todo pueblo que lucha por la justicia social.

El gobierno declara el Estado de Excepción y saca los tanques a las calles. Pero la lucha del pueblo, cansado de tanto robo, de tanta injusticia, de la cotidiana explotación capitalista, sigue. Es la lucha de clases. La clase explotadora perpetra continuamente una guerra contra la clase explotada: una guerra de explotación, de saqueo, de exclusión, de hambreamiento, de manipulación, de alienación, de represión (si la clase explotada no dobla el lomo mansamente). La clase explotada podrá salir de la guerra continuada con la que la exprime la burguesía, mediante la lucha. Por todo el planeta los pueblos se alzan contra el capitalismo y su barbarie; no nos enteramos de la mayoría de estas valientes luchas, porque los medios son propiedad de la clase explotadora, y los destina a mantener a los pueblos enajenados de la realidad, a fomentar desinformación, xenofobia, racismo, machismo, individualismo, a mantener dividida y sumisa a la clase explotada. Pero la lucha sigue, pese a las arremetidas de las fuerzas represivas y de las fuerzas de alienación masiva; porque las ansias de Justicia Social y la dignidad de los pueblos son irreductibles, despuntan tenazmente como aquellas flores que rompen el cemento.El capitalismo neoliberal, como vemos, funciona de maravillas con los milicos en la calle. Es su condición fluctuante, aflora y subyace, permanentemente renovada, en danza con el miedo de muchos a perder el trabajo: nuestra normalidad vasalla y reflejo condicionado. Poner la violencia por sobre la desigualdad que la genera es y será la estrategia de la clase dominante. Poner al pueblo contra el pueblo para que los que creen que hay algo que perder. Compañeras y compañeros. Hoy el país está pasando por difíciles y críticos momentos, ha ocurrido una explosión social y legitima, una acumulación de rabia contenida de atropellos, desigualdades, desesperanza y de incertidumbre al futuro. Las trabajadoras y trabajadores somos parte integral de esta sociedad y más aún somos el eje central que conforma a la clase trabajadora, y ante los graves hechos ocurridos no podemos guardar silencio y no podemos permanecer inmóviles ante nuestro pueblo que está luchando.

Esta rabia contenida ustedes la conocen bien y la viven cada día, unos en mayor medida, pero está ahí viva, latente en cada una de nuestras familias, cercanos y amigos. Esta explosión de rabia no fue por el alza de pasajes del sistema de transporte del metro, que solo fue el gatillante de este cáncer de injusticias que vivimos las y los trabajadores a diario. Es importante ver claramente cómo este sistema gubernamental y capitalista nos oprime. A veces no somos capaces de verlo porque estamos acostumbrados al yugo político y empresarial y disfrazamos nuestras evidentes necesidades con endeudamiento familiar.

Saben perfectamente que la salud tiene un precio y el que no tiene dinero se muere. Pagan mensualmente importantes cifras de dinero en cotizaciones y seguros, y aun así cuando se enferman deben pagar. Miren hacia el lado, compañeras y compañeros, rompan su burbuja individual y vean claramente cuántos de sus padres, hijos, hermanos, sobrinos, tíos, abuelos y amigos están endeudados por no tener como poder curarse; cuántos han muerto en hospitales miserables por no tener como pagar por vivir.

Compañeras y compañeros, ustedes piensan en qué educación o qué legado están dejando a sus hijos. Sus hijos y familiares estudian en un sistema educacional mediocre que los prepara para ser mano de obra barata. Ustedes pagan por educar a sus hijos, pero los hijos de los ricos y poderosos estudian en colegios aún mejores, inalcanzables a sus bolsillos, y aun con los beneficios que otorga la empresa. Los hijos de los ricos y poderosos van a las mejores universidades de Chile, esas mismas que nuestros padres trabajadores y obreros levantaron con su esfuerzo y trabajo y que hoy en día las aprovechan otros y nos los hijos de los obreros y humildes.

El pueblo de Chile se levanta , ha ocurrido una explosión social y legitima, una acumulación de rabia contenida de atropellos, desigualdades, desesperanza y de incertidumbre al futuro. Las trabajadoras y trabajadores somos parte integral de esta sociedad y más aún somos el eje central que conforma a la clase trabajadora, y ante los graves hechos ocurridos no podemos guardar silencio y no podemos permanecer inmóviles ante nuestro pueblo que está luchando.

 

 



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Antonio J. Rodríguez L.


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