Venezuela perspectivas políticas y económicas para el 2018

El 2018 tendrá por quinto año consecutivo a Venezuela en el tope de un ranking donde nadie desea estar, todo indica que nuestro país seguirá siendo la economía con el peor desempeño en el mundo entero, tal cual ha sido en el último lustro. Con todos los indicadores macroeconómicos en rojo, y con un panorama político de inestabilidad y quebrantamiento de las instituciones son pocas las cosas positivas que podemos esperar, al parecer, ni siquiera un golpe de suerte puede sacarnos de esta situación compleja en la que hemos caído, con un gobierno que improvisa día tras día sin encontrar dar en el punto, mientras, el pueblo padece la recesión económica e hiperinflación más alta de nuestra historia, a lo que hay que añadir que los salarios de nuestros trabajadores no alcanzan ni para cubrir dos de alimentación, y la capacidad adquisitiva se sigue restringiendo con el paso de las horas. Si todo ocurre como prevén los analistas, los venezolanos tendremos muchos más motivos para sentirnos desesperanzados, aunque usted no lo crea, este año podría ser peor que el que recién concluyo.

Este año que apenas inicia presenta un calendario con seis elecciones presidenciales en América Latina: Costa Rica, Paraguay, Colombia, México, Brasil y Venezuela. Cada uno de estos países tienen definidas las fechas de sus respectivos comicios, que en algunos casos podrían necesitar de una segunda ronda para elegir sus autoridades. La única excepción es Venezuela, donde todavía el Consejo Nacional Electoral no ha anunciado fecha, y por tanto se continúa en esa especie de juego del gato y el ratón, esperando que el otro se descuide, que el país se descuide, para cazarlo o para escaparse por la tangente. Por supuesto, que esto contribuye muy poco a la búsqueda de la anhelada estabilidad política, y se constituye en un elemento perturbador para alcanzar la verdadera paz en la patria de Bolívar.

Si prospera la mesa de diálogo o negociación entre el gobierno y la oposición que tendrá su tercera cita dentro de pocos días en la República Dominica sería un excelente regalo de año nuevo. El país se encuentra al borde del colapso, la escasez de alimentos, medicinas, y la inflación descontrolada someten al pueblo al peor de los sufrimientos, urge una rápida solución política antes de que los venezolanos salgan a buscar justicia por cuenta propia. En la atmosfera se respira una tensa calma, podemos estar a las puertas de un estallido social que arrasará con todo a su paso, como un tsunami. Reflexionar es de sabios, después puede ser muy tarde.

La lógica política nos indica que este año deben celebrarse las elecciones presidenciales en Venezuela, también, nuestra tradición electoral nos hace presumir que las mismas deberían estarse realizando en el último trimestre de 2018, muy probablemente en el mes de diciembre. Aunque circulan rumores de que, desde el gobierno se estaría pensando en adelantar los comicios para coger a la oposición fuera de base, y según su análisis, aprovechar el impulso victorioso de los tres últimos procesos electorales: ANC, elecciones regionales y elecciones municipales. Esta estrategia se podría convertir en una trampa, el gobierno puede acabar pisando su propio peine, porque un análisis más estadístico y menos emocional nos lleva a la siguiente conclusión; el psuv no ha logrado superar en cada uno de los tres procesos anteriores la votación obtenida el 6 de diciembre de 2017, poco más de 5.600.000 votos; porque todos sabemos que los 8 millones de la constituyente jamás existieron, y en las municipales, los 9 millones que supuestamente sufragaron nadie los vio, entonces, ¿dónde están los 19 millones de electores inscritos en el REP?, ¿por quién simpatizan?, algo me dice que no será por una gestión de gobierno con niveles de rechazo superiores al 70%, por lo cual, a los asesores presidenciales les convendría sacar mejor sus cuentas, antes de tomar decisiones respecto a la colocación de la posible fecha de las elecciones.

Sin embargo, todo va a depender de múltiples factores, lo ideal sería que acudiéramos a una jornada electoral transparente, donde nadie tenga dudas de que, lo que expresen las urnas sea la voluntad del pueblo venezolano, pero, si no se logran los acuerdos y, el CNE monta un proceso con las mismas características de los realizados en 2017, el resultado sería un evento carente de reconocimiento alguno, tanto de la mayoría de la población venezolana, como de la comunidad internacional y, en ese caso, el país continuará bloqueado, la tesis del estado fallido cobrará más fuerza, lo que es igual a mas limitaciones de las que ya tenemos.

El gobierno ya tiene su candidato, el presidente Nicolás Maduro buscara la reelección, mientras, la oposición deshoja la margarita, seguramente irán con un candidato único, es lo lógico, tal vez un outsider. Ya veremos.

En cuanto a lo económico, a diferencia del resto de los países del hemisferio, nuestro país continuara en recesión por quinto año consecutivo, desde el 2014 para acá se ha perdido un tercio de nuestro producto interno bruto (PIB), para este año se estima que la caída este por el orden del 12%, algunos más pesimistas la ubican por encima de eso, según The economist la inflación se ubicara entre 6.000 y 10.000 % y la escasez de insumos se acentuará por la falta de divisas necesarias para la importación. Hay que destacar que, en el caso venezolano, el 95% de las divisas que genera el país provienen de la venta de nuestro petróleo, y que motivado a la baja en la producción que viene presentando PDVSA en los últimos años será difícil que podamos contar con los recursos necesarios para cubrir la demanda de bienes y servicios que requiere el país.

El panorama es poco alentador en materia económica, sin embargo, todo puede variar si la clase política da muestras de la madurez necesaria y ponen por delante de sus pretensiones e intereses grupales al pueblo venezolano, al país. La situación puede cambiar si el pueblo toma conciencia de su rol protagónico, y reedita sus luchas históricas; que entendamos de una vez por todas que necesitamos construir el país del futuro; el país productivo, autosustentable, donde se valore y se promueva el talento humano, donde se premien las ideas innovadoras, donde se invierta en tecnología e investigación, donde más ningún venezolano tenga que abandonar su patria con el corazón roto, porque aquí sencillamente nuestros jóvenes y profesionales no tienen esperanzas de progresar, donde ya no se necesite el carnet de ningún partido político para recibir una dádiva, o la migaja que cae de la mesa. Estoy convencido que podemos hacerlo, si nos lo proponemos, en colectivo, como un equipo, como hermanos que somos.

Llegó la hora de pensar en Venezuela, que el señor nos bendiga a todos en este 2018.

leisserrebolledo76@gmail.com



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