Lo primero que debemos precisar, es que los carabobeños sobrevivimos en una comunidad donde la "clase politica gobernante" ha demostrado no tener la capacidad de dirigir la sociedad hacia un puerto seguro y no puede hacer otra cosa que generar desigualdad e injusticia social además de sumarle un desmadre moral que destruye día a día el bienestar integral, la propiedad social y la seguridad común.
Repetimos, para el pueblo carabobeño todo este desastre lo obliga a caminar sobre el filo de la navaja, lo cual se traduce en la vida cotidiana de los empobrecidos tal cual como sigue, quien no tenga una relación de un conocido al que se pueda recurrir para conseguir ayuda médica, de trabajo o cualquier otra necesidad, se verá en graves problemas, porque el sistema público de servicios en general no funciona. Todas las obligaciones del gobierno regional se redujo a jornadas proselitistas que sustituyen lo que debería ser una estructura eficiente de atención y cuidado a los carabobeños.
Por tal razón, fue que en el artículo anterior, desplegamos una propuesta de consulta popular, que evidentemente es incompleta, porque sólo la participación democrática de todo el pueblo carabobeño es quien en última instancia definirá lo que necesita y quiere. No obstante, hay que destacar que es como comunidad que debemos y necesitamos adquirir la suficiente conciencia y por ende la voluntad política de articular un gran movimiento social concebido como un espacio de concertación que levante las banderas de la democracia radical, directa, protagónica y participativa y que se disponga a asumir las riendas regionales del gobierno para impulsar una profunda transición económica, política, social y cultural de Carabobo, y sin ninguna tardanza eche las bases y las vigas sobre las cuales se levantará la democracia comunal. Sin lugar a dudas, que lo mismo habrá de hacerse a nivel nacional.
De tal manera, ante el agotamiento y deterioro del draculinismo como corriente antisocialista y antipopular, se torna urgente dotarnos de la necesidad de construir entre todas y todos el tejido de un frente político, para sacar a Carabobo de la penumbra de este reino de la oscuridad, que apagó las luces de la educación, de la salud y de las condiciones industriosas en la región, será solamente con la realización plena de una política amorosa, de una pedagogía del cuidado y del trabajo colectivo libre de la enajenación y opresión capitalista que recupere la honradez, la decencia y el decoro, que los carabobeños (con seguridad toda la sociedad venezolana) consigamos levantar relaciones sociales y de producción basadas en el concepto del buen vivir.
Es una tarea ardua pero es impostergable, y no la puede detener ni el imperialismo norteamericano decadente, ni el madurismo que usa el poder del estado y las riquezas del pais para favorecer al empresariado parasitario, ni los esquizofrénicos del mariacorinismo ni los oportunistas de la derecha ni de la pseudoizquierada. El pueblo carabobeño unido es quien tiene la ultima palabra y es quien
Las viejas certezas orgánicas e ideológicas ya no sirven para liberarnos de las lógicas destructivas del capital ni para corregir nefastos errores como el draculinismo. Aquí, sólo el pueblo con conciencia y organizado a su manera, es quien puede hacer la historia que el mismo necesita.Debe quedar en claro, que no hay, ni tan siquiera, un solo argumento que justifique la imposibilidad de construir una sociedad alternativa al desarrollo capitalista o al socialis burocrático de estado; edificada con base al principio del valor de uso. Se trata de construir una sociedad donde las mujeres y los hombres que le den forma la sustancien realizándose como una asociación de productores libres comprometidos con el bienestar colectivo.
En este sentido, hoy más que nunca, seguimos insistiendo en postular, que hasta ahora no hay un instrumento de mayor pertinencia histórica para impulsar la tarea de la liberación de los empobrecidos del chavismo y los empobrecidos de la oposición, que sean ellos mismos que se conformen en un sola clase social para que puedan así reúnir todas sus fuerzas y energías transformadoras en la Junta Patriótica de Salvación.
Ya no se trata de construir más partidos, debemos evitar seguir fragmentando las fuerzas populares, tampoco tiene que ver con que, si alguna de las catedrales ideológicas es mejor que la otra. A nuestro entender, la clave consiste en potenciar todas las fuerzas del pueblo en una sola fuerza material que levante un programa correcto, es decir, un programa anticapitalista que sirva de orientación para construir una sociedad comunal.