La economía y la sociedad venezolana se encuentran encapsuladas en un modelo rentistico-importador, y el Estado con su aparato administrativo y su dispositivo jurídico para el orden, no es más que un ente corporativo-burocrático en el que prospera una red parasitaria especializada en el desfalco de las rentas nacionales. Red cuyo cogollo ha logrado apropiarse de casi 200 mil millones de dolares en los últimos 140 meses mediante el "cadivismo" y la manipulación cambiaria y monetaria. Misma masa monetaria que engorda en los paraísos fiscales como el panameño, cuyo gobierno quiere normalizar relaciones con la élite gobernante.
Ese modelo causa la actual recesión productiva y economica (1,3% de crecimiento del PIB, por debajo del incremento demográfico). Que junto con las altas tasas de inflación (60%) y depreciación galopante de la capacidad adquisitiva, le dan forma a una disparatada "estanflacción", reflejada en escasez crónica, desabastecimiento, especulación, contrabando, aumento de la pobreza, generalización de la corrupción y recurrencia de eventos de inseguridad de alto impacto, como el sucedido en un Centro hospitalario de Caracas, hace pocos días.
Tenemos un cuadro de desequilibrios en muchos frentes. En la deuda pública y privada y en el déficit estatal. La liquidez monetaria es escasa y las obligaciones son gigantescas.
Hay una crisis. Los correctivos no dan espera. El riesgo del colapso es real. O ya se instaló desde el pasado 12 de febrero.
Hay quienes mencionan un ajuste fiscal y monetario, tipo Fondo Monetario Internacional. Hay otros que sugieren una Nueva Política Económica. Pero el problema hay que sacarlo de la pura racionalidad fiscal y colocarlo en una perspectiva política que permita la defensa de los derechos adquiridos y la protección de los espacios democráticos realmente existentes.
Un Plan de ajuste a la manera de los Manuales del Fondo Monetario Internacional y de la Banca global ya lo conocemos. Sabemos de sus ingredientes. Lo vivimos en la época del segundo gobierno de Carlos A. Perez y sus medidas de choque que provocaron una violencia brutal para aplastar la rebelión popular. También lo experimentamos en el segundo gobierno del señor Caldera, quien acudió a la ayuda de cierta izquierda para implementar gradualmente cada acción neoliberal desde los entes de Planificación.
Ese esquema implica siempre, aún hoy con más vigor, adelgazar el Estado, privatizar empresas públicas que se venden a precio de huevo, flexibilizar los mercados laborales, quitar impuestos a las rentas de los ricos, extender el IVA, privatizar la educación y la salud, eliminar subsidios, fortalecer los aparatos represivos, criminalisticos, carcelarios y penitenciarios, suspender libertades públicas, estimular escuadrones de la muerte y grupos paramilitares para que hagan limpieza social y exterminen lideres sindicales y populares.
Recientemente a esa estrategia le han dado otro nombre, la denominan Regla fiscal. Consiste en limitar el gasto público para garantizar que lo mejor del recaudo tributario atienda la deuda pública y privada con prioridad. Primero los acreedores y después las obligaciones del Estado social de derecho. Es lo que aprobaron en España como norma constitucional para intentar la gigantesca recesión que vive ese Estado.
Sectores muy potentes en la sociedad venezolana y en el ámbito internacional están planteando esa salida para la actual crisis económica. Piden el fin de las Misiones sociales o su adelgazamiento banalizador. Plantean nuevas reformas tributarias para introducir impuestos indirectos. Proponen la unificación cambiaria para que el dólar quede a 55 bolívares fuertes tal como ocurre en el mercado paralelo. Presionan un alza severa en el precio de la gasolina. Demandan una reconfiguración del gobierno para adecuarlo a las leyes del mercado. Exigen la suspensión de la Ley Orgánica del Trabajo. Y hay quien insinúa, demanda y promueve una dictadura militar sangrienta, que a la manera de Pinochet o el Yakartazo, fulmine con la violencia sistemática y maquinica, el estorbo del sujeto popular izquierdista politizado y protagonico en la vida pública.
Todos estos asuntos están allí. No han sido descartados. Pueden ser implementados de manera subrepticia. De manera gradual y paulatina. Debe ser que la "conexión francesa" ya invento otros artificios para hacerlos una realidad.
Pero como el mundo no es tan plano. Como el ser humano dispone de más elementos para pensar alternativas, han sido colocadas otras ideas como formulas diferentes para la crisis.
A la manera como sucedió en 1921, en pleno auge de la revolución soviética, cuando se diseño una Nueva Política Económica con mixturas entre el naciente socialismo y elementos del mercado capitalista, hoy se colocan diseños para una NEP a la venezolana que permita sortear el actual desastre.
Dicen los de dicha hipótesis que la viabilidad de esa NEP pasa por:
i) Avanzar en el proceso de territorialización de la planificación y la gestión pública, teniendo el Poder Popular como el eje de la transformación socioproductiva.
ii) Una reforma tributaria que limite la ganancia, estimule la inversión productiva y la conservación ambiental, reduzca el IVA y aplique un ISR progresivo.
iii) Una reforma financiera que canalice el ahorro hacia la inversión socioproductiva, rompiendo el circuito rentístico-parasitario que ha hecho de la banca, el sector que más crece sin que ello se haya traducido en desarrollo nacional.
iv) Revisar las altas ganancias que percibe el sector financiero, las cuales deben ser limitadas igual que a los otros sectores de la economía.
v) Una reforma cambiaria orientada a estabilizar y unificar el tipo de cambio empero, manteniendo un control en la asignación de las divisas según las prioridades del Plan de la Patria, a través de la concentración de la gestión financiera del comercio exterior en BANCOEX -banco de importaciones y exportaciones en manos del Estado- dejando para la banca comercial pública y privada la gestión en moneda nacional, acompañando este mecanismo con una política de estímulo a la producción y a las exportaciones no tradicionales.
vi) Una reforma monetaria que impulse el fortalecimiento de las reservas internacionales, que en el mediano plazo establezca el “oro negro” como patrón monetario basado en las enormes reservas petrolera existentes y la cotización del bolívar se haga con base en el precio del petróleo, promoviendo el intercambio en moneda local con nuestros socios principales.
vii) Una revolución productiva que relance la agricultura a partir de una autocrítica profunda sobre los planes y políticas aplicadas por la revolución en este sector e implementando una política industrial enfocada en impulsar el proceso de acumulación hacia el desarrollo endógeno sustentable, rompiendo con el modelo desarrollista depredador, en el cual coexistan las pequeñas y medianas empresas con las empresas de propiedad social, apuntando hacia la construcción del Nuevo Modelo Productivo, sustentado en la transformación de las relaciones de producción capitalista. La transición al socialismo, agregan, es un proceso en el cual se crearán las condiciones objetivas y subjetivas que permitirán consolidar la independencia y la construcción de la hegemonía de las fuerzas revolucionarias, que haga posible la transformación progresiva del modo de producción capitalista en un modo de producción socialista, teniendo como eje la democracia participativa y protagónica y, como sujeto fundamental los trabajadores y un Poder Popular y Comunal autogestionario (http://bit.ly/1xh32jb ).
De acuerdo. Lo procedente es llevar esto al debate popular y democrático. Examinar con el pueblo las opciones señaladas. Para eso se hace fundamental profundizar el poder popular, avanzar en las formas comunitarias de organización revolucionaria. Es que con la acelerada descomposición de las instituciones gubernamentales es recomendable pensar la posibilidad de cambiar el mundo sin tomar el poder como lo sustenta desde hace rato John Holloawy, en su debate solidario con los zapatistas mexicanos.