28/10.- El destino de Venezuela está inexorable y estrechamente ligado al de su industria petrolera desde el primer tercio del siglo XX. Es la expresión y la consecuencia más elocuente del carácter rentista, monoproductor y monoexportador de petróleo de nuestra economía. Más allá de la versión oficial de la “Guerra Económica” y de la retórica antiimperialista percibida en los voceros del gobierno, es un hecho que la paulatina destrucción a la que ha sido sometida la industria petrolera nacional ha venido arrastrando al resto de la economía y al país al abismo. Su impacto es sencillamente inocultable y en momentos como los actuales en los que la más aguda crisis económica se abate sobre nosotros, esta situación que la retroalimenta y la extiende a todos los ámbitos de la vida nacional
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