La trama del fracking

La matriz energética, que sostiene al sistema capitalista mundial, en más de un 80% se basa en la implementación de recursos fósiles no renovables. Esto la convierte en la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero que conducen al aumento de la temperatura media global y, en consecuencia, a profundos cambios climáticos: temperaturas extremas, aumento en el nivel de las precipitaciones, inundaciones, sequías, expansión de los desiertos subtropicales, ruptura de la biodiversidad y colapso de ecosistemas que sustentan la vida humana sobre el planeta.

De modo que la máxima responsabilidad del calentamiento global no responde a fenómenos naturales, sino a la acción humana. No la acción humana en sentido genérico, sino a la acción del hombre que se realiza bajo determinadas relaciones sociales, las relaciones sociales capitalistas de producción, reproducción y consumo. La reproducción ampliada del capital, es decir la reproducción cada vez a mayor escala de la propia relación social de producción capitalista, se efectúa sin importar las modalidades de destrucción que asuma en pos de su objetivo: la valorización del capital.

Al mismo tiempo que nos enfrentamos a una crisis ecológica producto del calentamiento global y la polución ambiental, nos aproximamos también a una crisis energética. Se agotan los recursos fósiles de fácil acceso que sustentan la actual matriz energética responsable del calentamiento global. De ahí el denodado interés por las explotaciones de los denominados hidrocarburos no convencionales o shale gas o shale oíl. Desde 2005, la irrupción de la revolución del fracking permitía pronosticar que para 2025 ese país llegaría a ser autosuficiente en materia de hidrocarburos y dejaría de depender de las importaciones provenientes de los países miembros de la OPEP.

A comienzos de 2014, el presidente estadounidense Barack Obama anunció satisfecho "estamos más cerca de la independencia energética que desde hace décadas (...) más petróleo producido en el país que lo que compramos del resto del mundo, es la primera vez que sucede eso en casi veinte años."

En mayo de 2014 la propia Administración de Información de Energía de Estados Unidos tuvo que admitir que había sido mal evaluado el principal yacimiento de petróleo no convencional (que constituía las dos terceras partes de todo el petróleo shale de las fuentes técnicamente recuperables) ubicado en Monterrey, California. Y la nueva revisión calcula las reservas californianas solamente en un 4 % de las estimaciones originales, es decir en un ¡¡96% menos!!.

Todo parece indicar que la industria hidrocarburífera, basándose en informes con datos no comprobados, sobrestimó o infló las reservas de shale gas y oíl. Deliberadamente confunden recursos con reservas (que son la parte de los recursos fósiles existentes comercialmente recuperables) para manipular al alza el valor de sus activos. Por exigencias legales de Wall Street, para que las reservas coticen como activos, los pozos deben estar mostrando viabilidad comercial. Por tanto, las empresas del shale abultan la productividad de los pozos y las dimensiones de sus reservas.

La estrategia de EUA y sus aliados consiste en asegurarse el acceso y el control de los hidrocarburos convencionales y en propagar la explotación de los no convencionales a través de las grandes corporaciones hidrocarburíferas (CPI) en los países periféricos. Y de esta forma, disminuir la capacidad de maniobra de los países tradicionalmente proveedores nucleados en la OPEP, en cuanto a su capacidad de poner restricciones a los volúmenes exportables y mantener precios internacionales competitivos.

En este contexto, se comprende que los objetivos estratégicos de las potencias centrales lideradas por EUA (que pueden retornar como un boomerang si el desplome del precio del crudo convierte en no rentable la producción del shale) consisten en la expansión de las explotaciones de hidrocarburos no convencionales en los países periféricos, diversificando, de esta forma, las fuentes de recursos fósiles y minerales estratégicos disponibles bajo su órbita de control. El gobierno de EUA impulsa la explotación del shale oíl y gas en los países periféricos con intención de reestructurar la geopolítica energética global.

El fracking posibilita la extracción de gas y petróleo directamente desde la roca madre (lutitas)6 ubicada a grandes profundidades, entre 3000 y 5000 metros, mediante la inyección a presión de una mezcla de gigantescas cantidades de agua, sólidos granulados (un tipo de arena) y sustancias químicas tóxicas (cóctel de químicos que constituye una verdadera fórmula secreta de los operadores) que provoca múltiples microfracturas en la roca a través de las que fluye el combustible atrapado hacia los depósitos y, desde ahí, es arrastrado a la superficie. Por el contrario, la extracción tradicional de hidrocarburos proviene directamente de los depósitos rellenos con combustibles fósiles que han migrado desde la roca madre durante millones de años y que están ubicados a profundidades menores.

Después de una década de desarrollo del shale en territorio estadounidense, existen concluyentes informes científicos acerca de las consecuencias socio-ambientales generadas por el fracking. Por ejemplo, se encontró que en el cóctel químico que se utiliza para realizar la fractura, hay sustancias que producen cáncer, son tóxicas para la piel, ojos, sistema digestivo, respiratorio y nervioso. Se han registrado abundantes casos de migrañas persistentes, náuseas, alergias y problemas en el sistema respiratorio en personas que viven en zonas aledañas a las explotaciones del gas de esquisto.



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Adrián Ávila

Profesor universitario

 adrian7379@gmail.com

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