El perverso lenguaje ambiguo imperial

En el tablero de la geopolítica contemporánea, el caso venezolano se ha convertido en un laboratorio de estrategias discursivas del poder imperial. El gobierno estadounidense, en sus declaraciones públicas, oscila entre dos polos contradictorios: un día amenaza con la posibilidad de una intervención militar, y al siguiente se muestra dispuesto a "dialogar" con las autoridades legítimas de Venezuela. Esta ambigüedad no es casual ni inocente; constituye un recurso calculado para sembrar confusión, desestabilizar y mantener abierta la posibilidad de múltiples planes de presión sobre la soberanía nacional.

La ambigüedad como arma política

El lenguaje imperial no busca claridad, sino dominación. La amenaza de invasión militar es un mensaje de fuerza que pretende intimidar y condicionar la política interna venezolana. Sin embargo, la oferta de diálogo, presentada como gesto diplomático, funciona como máscara que encubre la misma intención: imponer condiciones, dividir actores políticos y proyectar una imagen de "racionalidad" ante la comunidad internacional.

Este doble discurso genera un terreno movedizo donde la incertidumbre se convierte en herramienta de control. La ambigüedad imperial no es un error comunicacional, sino una estrategia de guerra psicológica que busca debilitar la confianza del pueblo en sus instituciones y sembrar dudas sobre el futuro.

El plan confucionista contra Venezuela

La alternancia entre amenaza y aparente conciliación configura lo que puede llamarse un plan confucionista:

Internamente, busca fracturar la unidad nacional, generando la percepción de que el país está permanentemente bajo el filo de la espada.

Externamente, pretende legitimar la intervención, presentando a Estados Unidos como actor "responsable" que agotó las vías diplomáticas antes de recurrir a la fuerza.

Mediáticamente, instala narrativas contradictorias que dificultan la construcción de un relato coherente de defensa nacional, obligando a Venezuela a responder en múltiples frentes discursivos.

La respuesta desde la soberanía

Ante este perverso lenguaje ambiguo, la defensa de la soberanía venezolana exige:

Lectura crítica del discurso imperial, desenmascarando sus contradicciones y mostrando al mundo su carácter manipulador.

Unidad nacional, que neutralice los intentos de fractura interna y fortalezca la identidad venezolana como pueblo libre.

Diplomacia activa, que denuncie la estrategia confucionista y reafirme el derecho de Venezuela a decidir su destino sin tutelajes externos.

El lenguaje imperial es un campo de batalla. Las palabras, cargadas de ambigüedad, se convierten en proyectiles que buscan penetrar la conciencia colectiva y debilitar la resistencia. Reconocer esta estrategia es el primer paso para desmontarla. Venezuela, con su tradición de lucha antiimperialista, tiene la responsabilidad histórica de no dejarse atrapar en la telaraña de la confusión y reafirmar, con claridad y firmeza, que la soberanía no se negocia ni se intimida: se defiende.



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Oscar Bravo

Un venezolano antiimperialista. Politólogo.

 bravisimo929@gmail.com      @bravisimo929

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