Cuando la apología de la guerra se premia con un Nobel de la Paz

 

Me cuento entre los que no se sorprendieron con el Premio de la Paz de este año. Pero también entre los millones de ciudadanos del mundo que se indignan por esta afrenta a la racionalidad y a la convivencia pacífica.

Por definición, el Premio Nobel de la Paz es un acto o evento político. Veamos por qué. Su comité de selección es designado por el Parlamento Noruego, una institución estatal con fines categóricamente políticos. Se inscribe en el marco de las políticas nacionales de Noruega como Estado. Por tanto, no se trata de un organismo neutral, políticamente aséptico o despolitizado. Por añadidura, la nación nórdica responde a las dinámicas del poder occidentales, dirigidas a preservar un conocido sistema de hegemonía colonial global.

Es sabido que los países patrocinantes de los premios Nobel son Suecia y Noruega, el primero, miembro de la Unión Europea (UE), el segundo, del Espacio Económico Europeo (EEE).

Culturalmente, país y continente, responden a unas antiguas creencias y complejos civilizatorios de la región, el eurocentrismo, es decir, al mito moderno con el que han sometido al resto de la humanidad durante los últimos cinco siglos de dominación colonial.

En el plano económico mantiene una relación estrecha y ascendente con los Estados Unidos de Norteamérica, desde la finalización de la segunda guerra mundial. Formando una íntima alianza en torno al sistema económico capitalista.

La "vieja Europa", como para resaltar su supuesta sabiduría, como suelen llamarla algunos, parece existir hoy bajo una suerte de senectud ideológica, visiblemente aterrada frente a los drásticos cambios experimentados (económicos, políticos y culturales…), durante los últimos cincuenta años en todo el orbe. Son múltiples los síntomas de una crisis, que van más allá de su economía comunitaria.

Se ha acobardado, al tiempo que van constatando como le siguen moviendo el frágil piso, en el marco de las relaciones con el resto de las naciones del mundo, efectivamente perdiendo poder y supremacía demasiado rápido. Resistiéndose a tener que admitir la configuración de otro orden global posible.

Sus élites político-militares e intelectuales, mayoritariamente, han terminado gestando una pobre estrategia de seguridad con la que creen protegerse de lo inminente (la reconfiguración geopolítica en ciernes, el impulso de Oriente, los Brics, el tercer mundo, los procesos de decolonización, la multipolarización, etc.), aceptando subordinarse, a las órdenes del imperio norteamericano.

Obedientes, aunque, eso sí, muy circunspectos como son ellos, siguen las estrategia del capitalismo norteño, el cual se sostiene a la vez, en una estrategia de guerra continuada, de los yanquis contra el mundo. Ahora alcanzando hasta a sus viejos socios (Canadá, Dinamarca…).

En forma simultánea, dirigen el grueso de la ofensiva contra el mundo árabe y persa, el islam (por el dominio fraccioalista del Oriente Medio). Compiten encarnizadamente con China. Refuerzan el apoyo incondicional al sionismo israelí, respaldando el genocidio contra el pueblo palestino en Gaza. Con el apoyo total de la OTAN a Ucrania en la guerra con Rusia, y por supuesto, lo que más nos atañe, con el intervencionismo abierto contra los procesos políticos nacionales de Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia.

Todas estas políticas agresivas, son seguidas sumisamente por la UE, a instancias del ajedrez guerrerista de Washington, a la sazón, también en decadencia, a cambio del protectorado de sus administraciones de turno

Europa es hoy la más trumpista entre los seguidores del presidente yanqui, allende sus fronteras.

Ya carente de la fuerza de la creatividad, inventiva y transformación, aquella comunidad europea parece que no puede siquiera producir un esquema de defensa con autonomía, sin tutelas. Se está tercermundializando frente a los EE.UU. Han gestado una santa alianza capitalista y neoliberal contra la humanidad, acabando en su desespero con las posibilidades de un orden mundial de convivencia y respeto mutuo, diverso y multipolar, que garantice la protección a la población y a la naturaleza del planeta.

Esta es la Europa que otorgó el Nobel de la Paz 2025. Las piezas encajan analizando el entorno. La Noruega que había venido mediando en los diálogos de paz en Venezuela, es la misma que decide ahora parcializarse con un sector extremista de la oposición en el conflicto. Esto resulta contradictorio. Pero ¿Privó la desinformación política del famoso comité, respecto del expediente antidemocrático de la señora premiada? No lo creo.

Aludiré en seguida a la señora Machado como sujeto político, en ningún caso como persona y mujer.

Como Milei o Bukele, la opositora venezolana reconocida por los nórdicos, es un instrumento desechable de la política hemisférica de los Estados Unidos en el Caribe y Latinoamérica. Nunca lo han disimulado ni ella ni ellos. Como protagonista, con amplificación mediática global, baila al ritmo de las acciones yanquis en la región, las que desde agosto de este año, han subido un escalón más alto y peligroso, con el despliegue de la violencia imperial, impunemente, ante un derecho internacional inútil, con la presencia guerrerista de una potente flota armada moviéndose a su antojo en las proximidades de las costas de Venezuela. Remember las invasiones a República Dominicana, Granada, Panamá…Todas en nuestro histórico mar Caribe.

El verdadero pero inconfesable objetivo (aún mal disimulado) es la intervención armada directa para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. Todo lo demás son patrañas propagandísticas distractoras. Un propósito que buscaría asegurar para su exclusivo usufructo, el control geopolítico de los ingentes recursos naturales del país (en especial el petróleo), adosando a la campaña militar, un mensaje atropellante, sin cortapisas, dirigido a todos los pueblos del sur hemisférico, reiteradamente considerado por aquellos como su "patio trasero" (Doctrina Monroe).

Por su prolongada lealtad político-ideológica al imperio, la dirigente María Machado y su partido Vente Venezuela, con los demás grupos extremistas, son las cartas preferidas de un hipotético día después de las agresiones armadas, en este macabro plan que subestima los daños que provocaría y las reacciones que provocaría, sobre todo las del pueblo agredido.

Desde su inserción en el ámbito político venezolano MCM se ha dedicado con devoción frenética a intentar destruir, como sea, la experiencia democrática popular, que nos hemos dado las mayorías pobres de Venezuela por vía pacífica, mayorías sociales convertidas en base de apoyo fundamental del proyecto bolivariano (con sus aciertos y errores, con sus grandezas y miserias), apelando una y mil veces al uso sistemático de medios políticos violentos. Sin ningún tipo de límite, moderación ni respeto por la vida democrática, aunque los líderes del oposicionismo pretendan hablar en su nombre. Por ello, entre sus cachorros y cachorras, ella es una de las preferidas del imperio.

Su extenso prontuario político extremista (que no su hoja de servicio) ocuparía un largo expediente. De nuevo, remember:

Este abarca desde la conspiración contra la Constitución Bolivariana y las instituciones del Estado y gobierno, como el Golpe del 11 de abril del 2002 (firmante del Decreto dictatorial del auto juramentado Pedro Carmona).

El sabotaje a la industria petrolera y todo el sistema económico nacional (Paro petrolero 2002-2003, apoyado por la organización Súmate, también de su creación, con financiamiento millonario de las agencias injerencistas gringas NED y USAID, entre otras fuentes).

La campaña de manipulación de la recolección de firmas ("planas", o sea, trampeadas), presentadas en el proceso de solicitud del referéndum revocatorio contra HCF (2003).

La permanente solicitud de ilegales sanciones unilaterales (a EEUU y la UE), exigiendo que estas sean cada vez más duras, de asedio y bloqueo, contra el país y su pueblo, contra sus gobernantes. Para provocar un estallido social.

Implorando a las potencias imperialistas por acciones armadas, como una invasión militar al territorio de Venezuela o el atentado criminal hacía líderes del chavismo.

La incitación a manifestaciones violentas (las "guarimbas", por ejemplo, mediante células insurreccionales llamadas "comanditos").

Promoviendo la posibilidad de una confrontación abierta interna, modalidad una guerra civil, durante diferentes momentos de este período.

Con el apoyo irrestricto al inconstitucional "gobierno de transición" del ahora defenestrado Juan Guaidó, desde el 2019, respaldando con ello el saqueo sistemático de los activos patrimoniales nacionales, por parte de este, en el exterior (Monómeros, cuentas del Estado, Citgo, Reservas Internacionales).

Suscribiendo política y organizativamente intentos de golpe de Estado (como el "golpe de los plátanos" en abril de 2019).

Con el apoyo a los intentos de invasiones al territorio nacional (como la Operación Gedeón, 2020).

Representando diplomáticamente a un gobierno extranjero (Panamá, como "embajadora alterna"), siendo diputada a la Asamblea Nacional de Venezuela, ante un organismo multilateral regional (la OEA), para solicitar un ataque a su propio país, pidiendo la activación de los mecanismos militares intervencionistas del TIAR (lo que acarreó su destitución como legisladora).

Apoyo directo, indirecto o justificando, frecuentes movimientos políticos criminales en contra de la Constitución y los gobiernos de Venezuela (como el movimiento golpista llamado "La salida", junto a Leopoldo López, 2024, y el magnicidio frustrado contra Maduro en el 2018, en la avenida Bolívar de Caracas).

En tiempos más recientes, se ha identificado abierta y entusiasta con la persecutoria y racista política migratoria del supremacista Trump, en contra de nuestros compatriotas residentes en los Estados Unidos, a quienes tratan como terroristas o delincuentes, cuando en los días más dramáticos de la crisis socioeconómica y política de Venezuela (2017-2020), de nuevo hay que recordarlo, aupó eufórica la migración masiva e intempestiva de nuestros connacionales hacia el destino norteño, para que "los venezolanos huyeran de la dictadura de Maduro".

Repito, no estoy siendo especialmente exhaustivo en esta apretada enumeración, ya elocuente por su talante violento, que todos conocemos. Si el lector lo desea puede agregar otros casos similares, que he omitido por ahorro de espacio, todos los cuales han tenido el protagonismo de la señora del premio a la paz 2025, y de los grupos extremistas de derecha que representa.

Pese a las contradicciones mostradas por el Comité del Nobel en su larga historia, muchos insignes líderes de Latinoamérica, Norteamérica y el tercer mundo, otrora fueron reconocidos por instituciones políticas y académicas del mundo, y también por esta, la academia de Estocolmo y Oslo.

Con estas decisiones se honraba a muchos personajes que el mundo entero ya reconocía por sus méritos, como auténticos defensores de la paz. Con o sin premios oficiales. Por haber consagrado grandes esfuerzos, luchando en favor de la democracia, la justicia, la libertad y la equidad, la defensa de los derechos humanos, y en contra de la discriminación, la violencia social, étnica, de género o política, en todas sus formas, particularmente la ejercida por los Estados; contra el genocidio, las guerras de todo tipo, el terrorismo de Estado, la proliferación de armas nucleares, y de verdad verdad, abogando honestamente por el triunfo de la paz, entre estos están: Nelson Mandela, Martin Luther King, Roberta Menchú, Adolfo Pérez Esquivel, Alfonso García Robles, Yasser Arafat…

Pero en muchas ocasiones el cotizado premio noruego ha sido absolutamente errático, sobre todo lamentablemente injusto. Luciendo como una descarada provocación e insulto en contra de las víctimas de las acciones públicas de actores políticos nefastos. Lo que obviamente lo han degradado. Barack Obama, Juan Manuel Santos, Henry Kissinger, Al Gore, Jimmy Carter, Mikhail Gorbachev… responden demasiado bien (nunca de manera casual) a las motivaciones e intereses geopolíticos del poder transnacional globalizado, una práctica que hoy se actualiza al escoger para el premio a una dirigente política de las élites adineradas de Venezuela, ubicada en las antípodas de la convivencia democrática y la genuina defensa de la paz en nuestra nación.

Por el sendero trazado por el rentable surrealismo político occidental, en el año 2026, quizás premien a personajes como el genocida Benjamin Netanyahu, o al tristemente célebre "Niño" Guerrero, o a algún gran traficante de armas con apariencia de empresario honesto, o al mismísimo ególatra-depredador Donald Trump (Ya promovido como candidato por sus poderosas huestes globales).

Quizás tampoco nos sorprendería la persistencia de la irracionalidad, el cinismo, y el absurdo.



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