Mientras pasan tras de cámara el Decreto 2.2231, Gaceta 40.845) de "golpe suave"

Mario, Chino y China.

Hablando de nuestros principales líderes:

–Si hay alguien que se dice revolucionario, Mario –Mario pero podrías ser cualquiera- y no se diferencia del enemigo, es decir, que sus acto sean el distintivo de sus pensamientos, cuando sus pensamientos son la negación de su encarnado enemigo; si se parece mucho en sus maneras a él ¿No te parece que es fácil que aparezca un Chino (el cantante) , confundiéndolo a él y a mucha gente como él, con sus argumentos ambiguos (ambivalentes) de clase media, leídos correctamente con ese antipático acento "hispano-Univisión"?.

"China", "Chino". Es un juego de palabras pero que no sirve para hacer chistes culturosos, a lo Zapata. Es que los chinos, o el modelos de desarrollo de los chinos y el discurso de Chino coinciden en el tiempo; el Plan de Emergencia Nacional "a lo China", con el discursito de publicistas, leído por el cantante mayamero...

Un pícaro, detrás de la imagen del cantante escribió un discurso a la medida de los sentimientos del joven cantante. Ningún cantante como ese muchacho es capaz de sintetizar con tanta precisión los sentimientos más comunes de la clase media "mediana" de este país. Eso lo hizo un publicista, un Ibsem Martínez o aquel llamado "Clásico", el otro hacedor de tele novelas que entrevista "a otros" personajes famosos. Es demasiado perfecto para ser apasionado. La pasión se la pone la joven estrella en esa otra "puesta en escena" de la derecha.

Una lectura muy mediática y de mucho impacto. Pero, es eso lo que se merecen los camarada que pelean con las mismas armas que sus enemigos, los cuales las usan con más propiedad, por ser "la treta" su medio, o sea, el terreno del engaño su terreno.

Ver a Mario Silva gastándose en contestarle las injurias a un personaje de telenovelas, pelear, como las viejitas y las "amas" de casa responden todas las noches desde su cama o el sillón de la sala a las injurias y maldades de la villana de la telenovela, ¡coño! ¡Da pena!. Sobre todo, cuando están pasando, tras de cámaras, cualquier cantidad de sucesos estelares, a saber: ese decreto presidencial (Decreto 2.2231, Gaceta 40.845) de "golpe suave", ese que crea un engendro llamado Compañía Anónima Militar de la industria petrolera, Minera y del Gas…. El cual no ha sido, hasta ahora, condenado por la derecha… ¿Acaso no les parece raro esto?, ¿No le parece raro Mario?

Sabemos, eso sí, que el Decreto facilita la participación directa y activa de la derecha capitalista en las actividades mineras, petrolera y de la extracción del Gas. Creo que eso es suficiente para que esa Asamblea Nacional capitalista fascista se esté haciendo la pendeja ante un Decreto Presidencial tan osado y una Compañía Anónima que concentra tanto poder. ¿Será que los capitalistas la comparten o la ostentan por igual con los militares? … ¿Y que por eso se callan?

Lastimosamente, gracias a las políticas "comunicacionales" de esta revolución post Chavista, tan "competitivas y flexibles", es como "Chino y Nacho", los dos, pueden tener hoy más ascendencia sobre la gente, que por ejemplo Luis Britto García. O que el mismo presidente de la república.

La influencia de "Chino y Nacho" es masiva y casi "natural". Sin embargo, la del presidente la sostienen las cadenas nacionales. El "Chino" ¡claro!, es joven y leyendo con bastante corrección dramática y fluidez; hablando de temas "vedados" o tabú dentro de los medios del Estado, le lleva al Presidente "una morena". Y solo porque representa un teatro sin ambages, sin enredos ideológicos; usa y representa las reglas de juego capitalistas, es decir, la treta, la confusión, en engaño.

Lo que hizo grande a Chávez como comunicador fue su claridad respecto a sus objetivos, respecto a cuál o cuáles eran los enemigo a vencer; su originalidad, su "estilo" irreverente y revolucionario; la independencia que tenían sus actos de los "recursos" y mecanismos publicitarios capitalistas. No fueron las técnicas de marketing y el maquillaje, fueron sus convicciones y su autoridad, sin guiones y sin asesores de imagen. Hacer un gobierno de calle de mentirita, falso por lo burdo, que se vende como un producto más por televisión, no puede competir contra las maneras y los recursos capitalistas; contra la claridad que yace dentro del "sentido común" capitalista en nuestra sociedad, que ahora descansa en lo más hondo de nuestras almas pequeñoburguesas, y valga eso de ser redundante y terco. Pero tampoco puede contra la verdad que fue (y sigue siendo, cuando uno lo vuelve a ver) Chávez, el líder, el maestro, el gran comunicador.

Y es también un asunto ético. La ética es fundamental en una revolución porque es lo que hace a la revolución, es lo que sostiene a la ideología revolucionaria. Porque es ella la que da cuenta de nuestras acciones, de nuestras prácticas de vida, de nuestra verdadera moral u opción de vida. En el fondo de esa locura que nos pone a pelear con el villano de la telenovela fuera del aparato de televisión, hay un problema ético. "Si vives para martillo del cielo te caerán los clavos". Bien, si tu realidad, si tu práctica de vida es el engaño, con engaño te entrampan, o con engaños te entramparán.

Es así como ahora en Aporrea hay muchos peleando contra una "comedia" escrita por publicistas de la derecha, porque de esa misma manera creen que se debate la realidad, es decir, en la superficies de las palabras vacías de ideología y de prácticas de vida, de compromisos.

Y el primero que ha debido desde un principio comprometerse con sus palabras ha debido ser el Presidente. Pero, como todavía no lo ha hecho, es preferible voltear hacia la Asamblea Nacional para responderle "indignados" a un "personaje", a una representación dramática (que ayer fue Allup y hoy se llama Chino) y no al escritor que está detrás de él y que le da vida, o sea, al capitalismo.

En fin, tampoco lo ha hecho el presidente, que prefiere atacar a Lorenzo Mendoza (de palabritas) y no al escritor del guión que yace detrás, o sea, al capitalismo, a la oligarquía toda en su conjunto. Por eso es tan importante la ética en una revolución, porque nos obliga a ser coherentes y congruentes en nuestras prácticas de vida; que nuestras ideas se identifiquen con lo que hemos hecho, con lo que hacemos ahora y decidimos hacer más tarde, así sea para no hacer el ridículo de tener que pelear desde el sofá con las mentiras e insidias de la villana o villano de turno.

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Héctor Baíz

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