Bajémosle dos a la violencia en la ULA Mérida

Quiero iniciar esta reflexión haciendo referencia al mito que narra el dramaturgo clásico griego, Sófocles, en su tragedia intitulada Ayax, pieza dramática en la que este héroe griego, ciego de ira por no haber recibido el escudo de Aquiles como herencia, enloquece –gracias a un hechizo de la diosa Atenea- y, puñal en mano, arremete contra varias vacas dándoles muerte, creyendo en su demencia que mataba  al ejército enemigo. Esta tragedia pone de manifiesto la gran paradoja humana de un hombre soberbio y lleno de odio quien, al querer tomar venganza por el daño que le han propinado, termina perdiendo la razón y su honra; volviendo su puñal ensangrentado contra su propio ganado y sirvientes.

Este pareciera ser el desenlace de una historia que, en nuestra Universidad de Los Andes se ha gestado, repetitivamente, debido a la intolerancia política de algunos profesores que, ciegos de ira, han arremetido contra su propia institución, dejando mal puesto su nombre como una casa de sombras habitada por maltratadores de mujeres. Olvidan no sólo que se deben a una institución del Estado, sino que en su locura, se auto-condenan por lo deshonroso de su accionar, sin contar con que Venezuela es uno de los países latinoamericanos que más ha avanzado en la defensa de los más vulnerables de la sociedad de otros tiempos: los niños, los adolescentes, las personas con discapacidad  y las mujeres, y que por tanto existe un corpus orgánico de leyes, como pacto social, que regulan y sancionan a todo aquel que atente maltratar, en el caso que nos ocupa, a nosotras las mujeres. Así, hoy en día contamos con una Ley Orgánica Sobre el derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en la que se establecen claramente los parámetros de acción respecto a la defensa de la mujer y a las sanciones que deben aplicarse a quienes osen irrespetarla. Dicha ley, es nuestra mejor arma para combatir como ciudadanas cualquier agresión por parte de algún hombre que se atreva a violentarnos, bien sea física o psicológicamente. No usar este pacto social, si como mujeres hemos sido agredidas por un hombre, sería un acto de negligencia cómplice que nos acercaría a nuestro atacante.

Sucedió que el día 9 de enero del presente año, el decano de Arquitectura y Diseño Industrial de mi Universidad de Los Andes, tomó el enlace de un artículo que yo había publicado en el diario digital Aporrea intitulado:  Asesinos de Mónica Spears: ¿Banda Los Rapiditos, el Gobierno o un simple acto de conspiración?(http://www.aporrea.org/ddhh/a179718.html) y “lo colgó” en su muro de la red social Facebook, refiriéndose a mí como “una animala” a quien debían de darle el premio nobel de la paz (sic). Posteriormente, el profesor interino de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de mi misma universidad, el profesor Francisco de Jongh, le contesta: “Y pensar que salió de nuestra alma mater, que pena, EY señores, la ULA no es asi, estas son la ovejas negras y con mentalidad llenas de no se”(sic). A esto, el profesor Argimiro responde: “Bueno papá, mierda hay hasta en Versalles”. Este diálogo sexista se mantuvo por tres (3) semanas en el muro del Facebook del profesor Castillo de manera pública y fue visto por más de 300 seguidores y 500 amigos del decano de la Facultadde Arquitectura y Diseño Industrial; algunos de estos “amigos” y “seguidores”, entre los cuales se contarán estudiantes, empleados y profesores de mi universidad, le dieron a la opción “me gusta”- entre ellos un colega del Departamento de Lenguas Clásicas al cual estoy adscrita, el profesor y compañero Víctor Daniel Albornoz-. Lo grave de esta situación no sólo fue que estuve expuesta a la vindicta pública por varias semanas, ya que el enlace del diario Aporrea muestra mi fotografía a todo color (lo cual no tiene nada de malo por parte del equipo de Aporrea), sino que fui identificada por quienes no me conocían como una “animala” que además de ser “eso”, es una “mierda” (sic). Un hecho así es una clara incitación al odio y una potencial agresión en mi contra, además de ocasionarme daños psicológicos por ser humillada públicamente de esa manera, ya que, al no estar entre el círculo de amigos o seguidores del profesor Castillo, no tengo acceso a su muro de Facebook para replicar tal ofensa. Gracias a un colega, que tiene acceso a la red social y al muro del decano de Arquitectura y Diseño Industrial de la ULA, pude ver lo que sucedía cobardemente a mis espaldas.

El día 23 de Enero pasado, el profesor y compañero Pedro Rivas, hizo la denuncia ante el equipo de Aporrea, a quien agradezco infinitamente por su receptividad y celeridad al publicar la denuncia como una noticia: http://www.aporrea.org/ddhh/n243746.html. De igual manera, la denuncia fue hecha solidariamente por el equipo del diario digital Ensartaos: http://ensartaos.com.ve/2014/01/23/articulo/37788, así como por otras redes de difusión de noticias como el grupo de informacionveraz a quienes agradezco su apoyo. Posteriormente, el día de hoy, 25 de Enero, la periodista Annel Mejías, corresponsal del Correo del Orinoco, publicó una nota en la edición del citado diario, en su página 13, en la que hacemos la denuncia: http://www.correodelorinoco.gob.ve/wp-content/uploads/2014/01/CO-1567_SAB_25_01_2014.pdf y en la que aludimos a otros casos de persecución política, agresión verbal y física de las que hemos sido víctimas trabajadores y estudiantes de la ULA por atrevernos a pensar distinto a como lo hace la mayoría del tren ejecutivo de nuestra universidad. Entre esos casos, huelga mencionar la agresión verbal que sufrió la profesora KataniaFelisola, de la Facultad de Ingeniería, por parte de su colega Gerard Páez, quien, el año pasado, la ofendió y le gritó en el estacionamiento de esa facultad por desavenencias políticas con ellas. Esto sucedió ante la mirada inerte de otras personas que presenciaron el hecho. De igual manera, en marzo de 2013, la Bachiller de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Génesis Perozo, fue agredida por el profesor de Derecho Romano Jesús Manuel Maldonado, sin que hasta la fecha, la ULA haya sancionado el trato vejatorio y en público del que fue víctima la estudiante por parte del mencionado profesor: http://www.youtube.com/watch?v=3hLp5OPlb14&feature=share.

Estas agresiones contra mujeres por parte de profesores opositores de la ULA es solo la punta del iceberg de muchos casos que hemos silenciado por el temor que sienten las compañeras de denunciar su caso, ya que sabemos que las represalias pueden ser instantáneas, ello debido a la impunidad que reina en nuestros espacios universitarios en donde cualquier opositor que desee agredirnos por ser afectas al chavismo, puede hacerlo “a la carta” y a la luz del día, contando con el aval institucional-izado de sus autoridades.

Si hubiese una sanción, en el seno de nuestra universidad,  contra estos actos ominosos por parte de hombres cobardes que agreden a mujeres, las agredidas no tendríamos que denunciar estos hechos ante las instancias superiores correspondientes; asumiendo el mal momento que pasamos nosotras y nuestros familiares al tener que hacer de conocimiento público las humillaciones de las que hemos sido víctimas. Si la dirigencia que hoy conduce a la Universidad de Los Andes no da muestras de tolerancia y respeto por la libertad de conciencia y de expresión, entonces ¿qué quedará para las calles de nuestra ciudad deseducadas?

Para finalizar quisiera expresar que el día en que dejemos de pensar que la violencia solo se circunscribe al hampa común y que no está presente, lastimosamente, en eventos como éste en los que no hay respeto por la libertad de conciencia, tal vez demos un paso adelante en la pacificación de Venezuela. Es necesario que todos los que conformamos este país: poder constituido y poder constituyente, bajemos el tono de la violencia discursiva. Hemos comprobado, con hechos como el que me sucedió a mí y a las compañeras a las que hago alusión, que no solo se mata con armas de fuego: se dispara a la conciencia y se fusila ladignidad con una palabra ofensiva. Hagámosle caso a nuestro sentido común y “Bajémosle dos a la violencia”.



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Eva Flórez


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