“Carlos Quezada es innegablemente uno de los pilares en la historia de Quilapayún, una de las voces más expresivas, que ha marcado con su impronta el estilo del grupo a través de la época”, declaró su fundador y director artístico, Eduardo Carrasco.
Recordó que desde que le hicieron el examen de admisión con Víctor Jara para ver si el joven de Puente Alto respondía a las expectativas del grupo, ya pasaron 57 años.
“Eso es una vida entera, en realidad varias vidas, no solo cumplió con nuestras expectativas, sino que se transformó en una parte esencial de nuestra historia”, dijo.
Añadió que decenas de discos, cientos de canciones y miles de conciertos tienen encarnados en su más alto grado la entrega y la disposición de Carlos de mantener esa humildad de ser un artista de su pueblo, con todos los sacrificios que eso ha significado en su vida.
“Por eso no podemos decirle adiós. Le decimos chao Carlos, nos vemos en París”, expresó.
La historia de Quilapayún ha estado marcada por el exilio. Durante el golpe de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular en 1973 la banda abanderada de la canción protesta estaba de gira en Europa y debió exiliarse en Francia, donde permaneció varios años sin poder regresar a su patria.
Cientos de personas acudieron al concierto ofrecido este fin de semana en el Teatro Oriente de la capital, el cual se extendió por más de dos horas con canciones que dejaron una huella en el quehacer artístico de la agrupación y otras que hoy día se están abriendo paso.
El grupo interpretó piezas de su autoría y de otros compositores, entre ellas la Cantata Santa María de Iquique; La Muralla, basada en un poema del cubano Nicolás Guillén; y Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara.

