Caracas, como todos sabemos y lamentamos, se conoce en el interior del país por la producción de basura y delincuencia. Me perdonan los caraqueños nacidos y criados acá, pero esa es la percepción generalizada de los campesinos. Para que un caraqueño se coma una cebolla, un tomate, un pimentón, etc., es necesario que camiones cargados de alimentos recorran las vías de todo el país y que pasen, por supuesto, por diversos peajes.
Es historia y sigue ocurriendo que el peaje más jodido es el que montan los Guardias Nacionales más allaíta de la casilla del peaje oficial. Hablamos del peaje matraca, donde si usted es camionero le revisarán hasta la partida de nacimiento de la bisabuela para encontrar, a como de lugar, una “irregularidad” que les permita comenzar el regateo de “cuánto me das o cuánto te cuesta seguir con la carga”.
Imagíenese usted que el camionero viene cansado, cargado y con la presión de llegar al mercado con un producto no perecedero. Puede que responda con arrechera, con apego a las leyes y no se deje matraquear; pero si le intimida el uniforme y le preocupa la carga, lo más seguro es que se bajará de la mula para poder seguir.
Últimamente les ha dado por revisar con lupa las guías de carga buscando detalles inexistentes y acusando al camionero de “adulteración”, “delito” que según ellos se resuelve con la módica suma de 200.000,00 bolívares (sin recibo, por supuesto). Pasó todos los peajes, pago los legales y en muchos casos los ilegales y ¡¡victoria!! Llegó a Tazón. No se entusiasme, al arribar a las puertas de la ciudad de la basura lo esperan el VIVEX y Tránsito Terrestre con linduras como “el permiso para circular los domingos o feriados” que sólo se necesita si usted anda de rumba en un camión vacío o su carga no es de alimentos. Los señores insisten, sin probar lo que dicen, que el referido permiso de circulación puede resolverse si les da miserables 50.000,00. Acá tampoco le dan recibo.
Esta es la odisea de quienes todos los días se desplazan por las autopistas del país para traer comida al Mercado Mayorista de Coche, donde tampoco terminan las tribulaciones: basura, basura, malandros, drogas, policías y guardias que reciben muy buena gratificación por proteger cargas ilegales como azúcar, leche, aceite y caraotas vendidas a precios exorbitantes; policías y guardias corruptos guardaespaldas de quien pueda pagar más; negligencia de las autoridades para resolver problemas graves de inseguridad, insalubridad, tráfico ilegal de alimentos y pare usted de contar.
Las autoridades a quienes competa esta situación deberían darse una vueltecita por el o los mercados mayoristas de las grandes ciudades, vestidos de paisanos, disfrazados de compradores, para que escucharan los cuentos de las mil y un matracas que les aplican todos los días a los camioneros. Pero sobre todo porque cansados, obstinados de tanta jodedera a veces se les calienta la cabeza y comienzan a inventar cómo sería Caracas si ellos se echaran una arrechadita y dejaran de venir dos o tres días. Y esa mecha puede prender, competentes autoridades. No puede ser que la Misión Matraca siga imperando y que mientras la gente recorre incansable los abastos buscando un kilo de azúcar, en Coche se venda por toneladas, a precio de mercado negro, a la vista y con la protección de quienes deberían decomisarla.
Un día de estos pudiera ocurrir lo que ví en un película referida al fin del mundo y a las peripecias de dos sobrevivientes. Un día de estos los camioneros terminarán haciendo su experimento de paralizarse y veremos entonces a las competentes autoridades hablar de “conspiraciones”. No señores, conspiración es la que montan los matraqueros y los que trafican con las necesidades del pueblo y a ellos es a quienes hay que parar.
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