A no ser por las decisiones del Gobierno Revolucionario (y no me refiero sólo a las del fin de semana próximo pasado), muchas de las especies marinas estarían en franco proceso de extinción. Y a no ser por la voluntad y acción; es decir, la praxis asumida por el Primer Mandatario, de seguro tendríamos nuestras aguas con mayores niveles de contaminación: Esas que están en el Mar Caribe, que son fronteras con República Dominicana, Cuba, Trinidad y Tobago, Dominica y toda esa gama de islas que se encuentran frente a la Venezuela azul.
Pero hay más. A no ser por la decisión de haber sacado del juego esas grandes empresas que impulsaban la pesca de arrastre, muy probablemente no tendríamos la posibilidad de que nuestros pescadores se lanzaran al agua para emprender una de las tareas que, históricamente, ha sido motivo y causa de explotación.
Pues bien, no es secreto que la pesca artesanal, esa pequeña pero sustentable actividad, ha estado en jaque por las grandes transnacionales que durante años se apropiaron de la misma. Hoy en día nos hemos liberado de su yugo por dañina para la vida en el mar y para quienes están en tierra.
La pesca de arrastre no sólo era un peligro para la fauna marina (lo cual es ya demasiado), sino que era una burla en sí misma, pues los empresarios no invertían en embarcaciones modernas. Estos ¿empresarios? usaban viejos barcos de alto riesgo tanto para los marineros como para la navegación en general.
La Venezuela azul, por lo tanto, es cónsona con el desarrollo sustentable, una deuda que teníamos sobre la base de los acuerdos arribados en la Cumbre de la Tierra, realizada en Río de Janeiro en el año 1992, y con la Cumbre de Johannesburgo, realizada en el año 2002 y cuyo antecedente está en el Acuerdo de las Naciones Unidas sobre poblaciones de peces con el fin de regular la pesca en alta mar. Y hay más: ya desde 1995 los gobiernos habían aprobado el Programa Acción Mundial para la protección del medio marino.
La decisión es, pues, histórica. No hay forma que no se le reconozca al Primer Mandatario, además de la voluntad, la acción ejecutada. Es una decisión que salvaguarda los recursos marinos, que acaba con la explotación de las grandes transnacionales en el país y que, no hay duda de ello, antepone los intereses de la patria azul. ¡No más a la pesca de arrastre¡
(*) Periodista/Trabajadora Social
marbemavarez@yahoo.es