Procesos de integración desarrollados en la América Meridional

(Cometarios a una ponencia del Ing. MSc. Camillo Amadeo Di Cola)

No es casual que el Libertador Simón Bolívar (Caracas, 1783; Santa Marta, 1830), usara el término "América Meridional" para referirse a un espacio bien delimiatdo de una región que la corriente del pensamiento descolonial denomina hoy como la "Pacha Mama" o Aby Ayala en Quechua-Guaraní y que de acuerdo a lámina aportadas en su ponencia el compañero Camillo Di Cola circunscribió exclusivamente al área andina-amazónica, esa amplia zona a la que cantara Andrés Bello (Caracas, 1791; Santiago de Chile, 1865), bañada por las aguas de los Océanos Atlánticos y Pacíficos; otras toponimias de esta región y de las tradiciones lingüísticas trasplantadas y de origen indo-europeas son: Iberoamérica (lengua española, castellana y portuguesa), Hispanoamérica (lengua española-castellana), América Latina (por su raíz Latina-Romana). Al respecto de algunos autores que han abordado este asunto y citamos de memoria: Rafael Caldera Reflexiones desde La Rábida, Germán Arciniega en Biografía del Caribe, José Rodríguez Iturbe, Abelardo Ramos con su conocida obra muchas veces reeditada Historia de la Nación Latinoamericana; conviene acotar que no es una discusión bizantina o solo para diletantes, sino que supone introducirse en el meollo mismo de un debate que de entrada pretende aclarar nociones entorno a la realidad socio histórica del continente y las teorías del conocimiento a partir del cual se aborda, eso que también se conoce como posicionamiento ontológico, epistémico u ontoepistémico. Más claramente, una concepción de la realidad sociohistórica concreta y una perspectiva teórico-metodológica acerca de cómo aprehender la dinámica y descripción y comportamiento de la misma.

El impulso integracionista de la América Meridional o Hispanoamérica, viene de lejos a los inicios mismos del proceso emancipatorios en 1811, el Libertador Simón Bolívar planteó que era harto necesario "poner sin temor poner la piedra fundamental de Hispanoamérica", que la vacilación, las dudas y propuesta timoratas eran consecuencias de las viejas cadenas opresora que hacían mella en las actitudes y mentalidades coloniales que distorsionaban la comprensión del estado de postración y servilismo de los sectores sociales dominantes, blancos de orilla, criollos-mantuanos en su dificultad de ser auténticamente americanos y no una "emanación de Europa", sino una construcción propia de los intereses de los pueblo en el ámbito continental o regional y local-nacional, descartando toda imposición de potencias extranjeras.

Igualmente, en otras intervenciones y documentos fundamentales del Libertador planteó el asunto aquí abordado: Carta de Jamaica (1815), Congreso de Angostura (1819), el Parte de la Batalla de Carabobo (1821), en el Congreso Constituyente de Panamá.

Andando el tiempo, tales propuestas tomaron rumbos diversos y dilataron su realización social e institucional, tuvieron teorías rivales como el llamado "Monroísmo", panamericanismo o padecieron mutaciones por autores sociales específicos, caudillos, dictadores civiles y militares que se creyeron discípulos dilectos del padre Bolívar, en el siglo XIX Guzmán Blanco, quien en 1881 designó el Bolívar, como efigie de la moneda de circulación nacional venezolana, Juan Vicente Gómez también hubo de considerarse, casi la reencarnación del Libertador y, al menos, devolvió el brillo al Samán de Güere, puso una cerca y lo protegió; Eleazar Medina Angarita reinterpretó y biografío a Bolívar en algunos libros que llegó a escribir y publicar; igualmente algunos historiadores venezolanos y de naciones hermanas, se han detenido a recopilar el epistolario, documentos y proclamas bolivarianas o elaboraron importante biografías: Vivente Lecuna, José Luis Salcedo Bastardo, Juan de Dios Sánchez, Constantino Maradey, Miguel Acosta Saignes, Reinaldo Rojas, Elías Pino Iturrieta, Manuel Pérez-Vila, Francisco Pavidal, cuyo servicio, y no es menor, ha consistido en mantener vivo en la sensibilidad y el pensamiento a "Bolívar siempre", como titula uno de sus libros Rafael Caldera, político y orientador de orientación socialcristiana, quien también ejerciera como docente universitario de Sociología Jurídica en la Universidad Central de Venezuela, U.C.V., aunque sea menos conocido como académico que como político.

Volviendo a las ideas centrales de la conferencia del Ing. MSc. Camillo Di Cola, destacó como un hito muy importante la llamada Entrevista de Guayaquil entre Bolívar y San Martín (26 y 27 de julio de 1822), "que marcó el rumbo de la Independencia Latinoamericana", antes del 15 de febrero de 1819 se instaló el Congreso de Angostura que dio lugar al surgimiento de Colombia, esa que el historiador de la ideas Luis Castro-Leiva denominaba en uno de sus libros "Colombia La Grande", cuya vida social e institucional alcanzó hasta 1830; luego en el Congreso de Panamá en 1826, Bolívar propuso la creación de una confederación de "nuevos Estados" en la América Meridional. Sin embargo, los intereses divergentes entre grupos de poder en lo económico-político en los varios departamentos gran colombianos, impidieron la realización de la idea bolivariana, la integración no fue, sino una intención.

Sin embargo, el imaginario y la representación social del pensamiento bolivariano han venido tomando nuevas formas, casi cien años largos después aproximadamente, empezó a tomar otra forma. A partir de 1940 "renace en América Latina el interés por la unión regional", expresó Di Cola, por con un cariz más pragmático. Esto es, con mayor énfasis en el área económica que el político-ideológico, y más hacia los convenios entre gobiernos que entre los pueblos. Tal vez porque no se ha trabajado en la educación de niños, jóvenes y población en general.

Sobre la importancia de la integración cultural y, en lo concreto, ha operado más eficazmente la influencia externa. Por ejemplo, se ha creado organismos destinados más a favor de la exportación de materia prima, que la transformación industrial; por lo que hoy conviene a apostar más por la educación, la ciencia y la cultura como vías previas a la integración, lo demás y así como están las cosas hoy es continuar con el viejo esquema de organismos de cierta vocación integracionista, pero todos bastantes ineficaces. En consecuencia, la cuestión no es solo enumerar los organismos de integración, se necesita también en ese aspecto revisar otros ámbitos como mencionó el Ing. Di Cola: la educación, que al revisar a sus orígenes de esta actualidad educativa se tienen registros que datan del siglo XVIII.

Así en la obra reflexiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras de Letras y Medio para lograr su reforma por un nuevo establecimiento de 1794, resulta importante.

Este es el cuadro de los vicios que aquejaban la escuela colonial, según Simón Rodríguez:

Permítaseme una pintura de este gobierno: admite un pobre artesano en su tienda a los hijos de una vecina para enseñarles a leer: ponerlos a su lado mientras trabaja a dar voces en una cartilla, oyéndolos todo el vecindario; alaban su paciencia; hacen justicia de ser buena conducta; acuden a hablarle para otros: los recibe; a poco tiempo se ve cercado de cuarenta o cincuenta discípulos. Cada padre le intima las órdenes que quiere para el gobierno de su hijo y éste ha de observarlas puntualmente (…) Después haber andado el muchacho de tienda en tienda con su tablilla terciada, adquiriendo resabios y perdiendo el tiempo, entra a estudiar Latinidad (parte de la secundaria actual, en forma rudimentaria) porque ya tiene edad, o toma otro destino", (op. cit. p. 30).

Como puede colegirse de la cita, Rodríguez critica el establecimiento educativo colonial, como algo desorganizado y carente de una teoría pedagógica que sustentar la praxis diaria, así por ejemplo: el docente es poco más o menos que un "artesano", al cual los padres le intimidan con órdenes que éste acepta en sus quehaceres; y como no suelen estar de acuerdo con los castigos del maestro-artesano, los niños sufren un peregrinaje de tienda en tienda con su tablilla de memorizar lecciones y realizar ejercicios intelectuales de cultura clásica (latín), que tiene poca relación con la realidad concreta o del contexto del niño y la escuela.

Letras, aritmética, religión, cosmografía, filosofía, retórica, música, eran parte de los estudios coloniales en Venezuela. Pero esa era una escuela fraudulenta como diría el exministro Antonio Luis Cárdenas, una escuela de pica utilidad. Había la conseja de que los comerciantes y dependientes de mostrador les bastaban con aprender caligrafía y aritmética. Agrega el maestro Simón Rodríguez que:

"… a tanto alcanza la ignorancia que:

Hay quien sea del parecer que los artesanos, los labradores y la gente común tienen bastante con saber firmar, que los han de emprender la carrera de las letras no necesitan aritmética, y les es suficiente saber formar los caracteres de cualquier modo para hacerse entender, porque no han de buscar la vida con la pluma; que todo lo que aprenden los niños en la escuela lo olvidan luego…" (op. cit. p. 31).

Escuelas así, con esas características y modos de enseñanza y excluyentes, en palabras de Rodríguez no había otro modo sino: "… suprimirlas por inútiles"; pero ¡Cuidado!, no se puede "… dejar a los niños en la ociosidad y la oscuridad".

Hay que ponerse en la marcha para "… lograr su reforma por un nuevo establecimiento…" Esta nueva escuela había de ser: de la mente, de las manos u del corazón. "¿Por qué se han de educar solamente los blancos?" Advierte en ello una inconveniencia y una injusticia", acota Rumazo Gonzáles (op. Cit).

Citemos nuevamente a Simón Rodríguez (en Gonzales (op. Cit):

"Las artes mecánicas están en esta ciudad y aun en la provincia como vinculadas a los pardos y morenos. Ellos no tienen quien les instruya; a la escuela de los niños blancos no pueden concurrir; la pobreza los hace aplicar desde sus tiernos años al trabajo, u en él adquieren práctica, pero no técnica; unos se hacen maestros de otros y todos no han sido sino discípulos…" (op. cit. p. 32).

La escuela ha de ser entonces solidaria, igual para todos, universal; pero, además, puede y debe ser una escuela vocacional, de los oficios, poli-artesanal y técnica. Se le ha de comunicar "Ideas a las cosas y cosas a la ideas", como decía también otro gran educador, el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa cuando lanzaba ideas para crear el INCE.

Cabría decir que allí están las primeras ideas o el esbozo, lo que hoy se conoce como Escuela Integral Bolivariana y las Escuelas Técnica Robinsonianas e incluso la Escuela Rural Productiva, ya que en este nuevo establecimiento del Sistema de Educación Bolivariano no debe haber separación entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Es decir, constituye una escuela que es la expresión de un "proyecto de educación popular"; popular por los principios pedagógicos liberadores que la animan y acompañan; y popular por los destinatarios.

Pero, ¡Por qué la Escuela Integral Bolivariana es también una "Escuela vocacional y del trabajo?"

Son varios los aspectos que la caracterizan (a) porque permite al niño, niña y joven realizar una primera exploración de sus actitudes, preferencias y gustos o vocación en diversa áreas del conocimiento, artes, industrias y producción, (b) desarrollar la valoración ética del trabajo y (c) construir ciudadanía solidaria, ya que decía Bolívar: "quien no sepa leer y escribir y no tenga oficio conocido, ni paga impuesto no se considera ciudadano en igualdad de condiciones para construir repúblicas soberanas.

Los saberes populares, artesanía, pastoreo y cría de ganado, siembras y cosecha, etc; que el niño aprende en su contexto comunitario, lo adquiere por la práctica tradicional y ancestral, pero se requiere de una técnica; para ellos es indispensable el maestro profesional con las nuevas innovaciones pedagógicas, el cual propicie: libertad, posesión de derechos, autonomía de poderes y dominar las diversas áreas intelectuales y técnicas.

La educación que recibió el Libertador Simón Bolívar, según Arias Amaro (1994), fue la que corresponde a los hijos de las familias acomodadas de la época (p. 38). Con maestros particulares que le proporcionaron una cultura literaria esmerada:

"Mi madre y mis tutores hicieron todo lo posible para que yo aprendiese; me buscaron maestros de primer orden en el país; Robinson, que usted conoce fue mi maestro de primeras letras y geografía, nuestro famoso Bello; se puso una academia de matemática solo para mí, por el padre Andújar, que estimó mucho el Barón de Humboldt.

Después me mandaron a Europa, a estudiar matemática en la Academia San Fernando; y aprendía los idiomas extranjeros con los maestros selectos de Madrid (…). Todavía muy niño, quizás sin poder aprender se me dieron lecciones de esgrima, de bailes y de equitación (…) los clásicos de la antigüedad y modernos… (Ídem).

La larga cita permite significar en parte la formación del niño Simón Bolívar, como dice el poeta Felipe Rugeles; él, como persona se siente producto, no del "Sistema de educación colonial", sino de sus maestros y tutores, pues nunca asistió a escuelas formales, las cuales reproducían y perpetuaban la dominación del orden colonial, opreso del negro, del pardo y del indio.

El Libertador formado en la tradición liberal y rebelde y en la: "pedagogía negra", de la ternura en las negras: Matea e Hipólita; y luego el compartir con los "héroes de los colores" en la guerra nacional independentista, va delineando ya en su adultez una concepción educativa contraria a la colonial: elitesca de castas, para los hijos de blancos.

Dice el autor que aquí se sigue:

"Frente a ese sistema, las ideas educativas del Libertador planteaban la educación como una institución al servicio del pueblo, que debía llegar a todo los ciudadanos, sin distingos de razas, posición social o política", (ídem)

De allí, pues, el perfil iniciático de la Escuela Integra Bolivariana y del Sistema de Educación Bolivariano de Venezuela: que sea universal y sin distingos de clases, ideología y credo; que su acción benéfica, civilizadora y emancipadora llega a todos los sectores sociales y lugares de la patria.

Rememorando a su maestro simón Rodríguez, que según sus propias palabras del Libertador: "…formó mi corazón para lo grande, para lo hermoso"…, propones él también refundar una nueva escuela, ya que:

Sometidos al triple yugo de la ignorancia de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza, y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas: un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción: la ambición y la intriga abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos a todo conocimiento político, económico y civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia…" (Ibídem p. 95).

A tales concepto hoy se les conoce bajo la consigna de: todo el conocimiento para el pueblo, para su "empoderamiento", ya que como vuelve a decir nuestro libertador:

Un pueblo pervertido, si alcanza la libertad, muy pronto vuelve a perderla, porque en vano se forzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud, que el imperio de las leyes es más poderoso, que el de los tiranos, porque son más inflexibles, y todo someterse a su beneficio rigor; las buenas costumbres y no la fuerza, son las columnas de las leyes; que el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad. (Ibídem p. 95).

La escuela y el sistema de educación bolivariano, en general, han de ser entonces (a) una fábrica de ciudadanía al enseñar que la "felicidad consiste en la práctica de la virtud", (b) respetar la ley, comenzando por la Constitución, (c) amantes de las buenas costumbres y la libertad. Además de como dijo en el Congreso de Bolivia en 1826:

"No se exigen sino capacidades, ni se necesita poseer bienes para representar la augusta función del soberano; más que saber escribir su votaciones, firmar su nombre y leer las leyes. Ha de profesar una ciencia, o un arte que asegure un alimento honesto. Saber y honradez, no dinero, es lo que requiere el ejercicio del poder público" (ídem).

Cabría colegir que el perfil del egresado ha de ser la de un ciudadano o una ciudadana que profese una ciencia y/o arte honesto, (b) que combine saber y honradez, (c) que esté capacitado para ejercer el poder público en provecho del bien común, entendiendo a la política como un "servicio eminente", para decirlo así en palabras de Pablo VI.

Por eso concluía el Libertador en el Congreso de Angostura (1819) que:

La educación e instrucción pública son el principio más seguro de la felicidad general y la más sólida base de la libertad de los pueblos.

El gobierno forma la moral de los pueblos, los encamina a la grandeza, a la prosperidad y el poder. Porque teniendo a su cargo los elementos de la sociedad, establece la educación pública y la dirige. La nación será sabia, virtuosa, guerrera, si los principios de su educación son sabios…" (Ibídem p. 94).


 



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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