Una fiesta y no era en Elorza

El magnate que ahora vive en España, había intentado en varias ocasiones festejar Caracas, muchas veces la quemaron por los cuatros costados, pero el pueblo y el gobierno siempre lo neutralizaron. Este cantante de poca monta, pero con mucho real, y no por sus canciones, sino por el peculado, el robo y la corrupción de su familia que considerándose amos del valle, expoliaron la riqueza del país.

El que se cree predestinado para dirigir el país ha actuado a sus anchas, sus malacrianzas, el hecho de considerarse heredero de sangre de Bolívar y en su paranoica actuación en la política venezolana ha desfilado arteramente con sus puñaladas trapera, quiere apoderarse de la nación, y después de sus fracasos, intenta nuevamente, desde el exterior tocar un vals con su retreta de locos que le siguen. De allí que decidió, obviamente con el aval de sus amos celebrar Caracas y montó una poderosa logística para la bailanta.

Este homenaje fue consolidándose progresivamente; la ciudad de los techos rojos se merecía un cariño, y la burguesía estaba dispuesto a complacerlas aportando millones de dólares para el festín. La logística, era magnánima cada uno puso lo suyo.

Desde Estados Unidos y Colombia importaron las mejores bebidas, al país llegaron cervezas marca AK-103 y AK-47, wiski 84mm Cari Gustaf, ron RPG-7, brandi AT-4, anís M20, y no podía faltar el cocuy 9mm y otras exóticas bebidas usadas en el medio oriente.

Asimismo, compraron una cantidad inmensa de caramelos de distintos colores y sabores para repartir con las bebidas. De igual manera, contrataron un grupo de vallenato colombiano con más de 20 integrantes. Estos vallenateros made in Colombia, son muy famosos porque han estado en varias parte del mundo donde la derecha celebra fiestas muy a menudo. Y recientemente estuvieron en la hermana república de Haití donde se bailaron al presidente.

La mayor parte de la logística como se demostró posteriormente era de muy buena calidad, incluyendo la pasta procesada en territorio neogranadino. Lo no importado fue una banda que alimentaron con su odio y codicia y sembraron en las barriadas populares de Caracas. Esta banda se estrenaba casi todas los días y repartían cantidades de caramelos y luces de bengalas para alegrar las nostálgicas tardes – noches. Las verbenas siempre estaban amenizadas por figuras muy emblemáticas como el Coquí, el vampi, el Galvis y otros artistas que cantaban duro en este sector. Estos artesanos que crecieron en las calles, y se fueron formando en la universidad de la vida tenían un largo trecho recorrido, sin embargo le faltaba más instrucción; conocer herramientas nuevas, recibir entrenamiento vocal, saber cuál es el registro vocal, concentración en la respiración, Aprender la postura adecuada para cantar, Calentar antes de cantar, cosas que ellos no tenían y que el cantante mayor de Salamanca sabían que debían ejercitarse antes de celebrar Caracas. Por ellos insiste en que deben aprender más y mejor, y lo más indicado era tomar la ayuda ofrecida por el orfeón de Duque y Uribe; dúo que de las motosierras sacan escabrosa melodías y que diariamente recorren Colombia con su eco ensordecedor, y que el gobierno gringo alaba, la OEA adora y la Comisión de Derechos Humanos de la Sra. Bachelet endiosa. Por lo tanto, el aprendizaje fue rápido y fructífero, los pupilos fueron excelentes alumnos, pues los colombianos son insuperables maestros en estos menesteres y además que tenían destacados asesores en psicopatología como las lumbreras del Goico, el marihuanita Guevara, el Somaza, el Juanito y por supuesto el propio y enfermizo Lopecillo, quien a través de clase virtuales le enseñaba las epopeyas de Lope de Aguirre.

Estando todo preparado, la pólvora, la pasta, los tambores y por supuestos toda la bebidas y los caramelitos comprados, que ya se esparcían por las barriadas desde temprano. Así como el sanedrín de la Conferencia Episcopal apostaba sus oraciones al cielo para que la fiesta de Caracas tuviera éxito.

Los reguetoneros; el coquí, el vampi, el galvis y los vallenateros se alistaban para amenizar la fiesta. Caracas presentía un olor raro y no era el smog que estaba siempre presente, no era eso, era algo más putrefacto, más pestilente; era el olor de la traición, de la muerte que rondeaba la ciudad de los techos rojo, pues algunos de sus hijos apátridas las festejarían observándola por televisión, así como Duque y Uribe en el palacio de Nariño y Biden en la Casa Blanca, prestos a mandar más músicos por si los contratados se cansaban de tanto repetir sus infernales melodías.

En España el "heredero de Bolívar" Juana la Loca, el otro y más peligroso vampi y algunos tercerizados habían alquilado el restaurant más lujoso de la ciudad, querían observar la fiesta de Caracas, celebrarla, sentirla, abrazarla, olerla, degustarla y finalmente orinar en sus cenizas. Pero la fiesta no fue, un aguacero patriótico les cayó de sorpresa y sobre la sombra de la muerte, del odio, y de la traición, se impuso la fuerza bolivariana que como rayo telúrico alumbró el camino y despachó y apresó a muchos de sus músicos que cantaran en los calabozos de cualquier cárcel del país. Mientras que en España los otroras venezolano en su frustración arremetieron contra el restaurant y todo lo que se encontraban a sus pasos. , huyeron desenfrenados, ebrios de locura.

cosoito@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 745 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter