La nueva moda de los reformistas incrustados en la revolución, la misma que iniciamos con Chávez y a la cual volvieron leña como una suerte de parapeto que no se sabe que es, si chicha o limonada, porque utilizan las consignas revolucionarias y sus iconos, pero actúan como fascistas con un sectarismo y un autoritarismo nunca antes visto, es llamar traidor al pueblo.

Traidor, porque despertó de nuevo y se percató que desviaron el plan de la patria.

Traidor, porque se dio cuenta que la ineficiencia y el sectarismo nos arropa en las regiones.

Traidor, porque sabe que hay un bloqueo endemoniado y cierto, pero que la ineficiencia no es culpa de las sanciones.

Traidor, porque queremos participar e intentar salvar lo poco que queda con dignidad y el reformismo sectario no nos deja, porque tenemos que aceptar a sus candidatos impuestos y manipulables exigiéndonos una lealtad que no es recíproca.

Traidor, porque no aceptamos una nueva burguesía y menos llamada revolucionaria y contraria a todos los principios de Chávez.

Traidor, porque está arrecho al ver a unos pela bolas de ayer, que hoy son millonarios y que se vistieron de rojo sin ser revolucionarios para aprovecharse del pueblo.

Traidor porque no quiere que lo amenacen con quitarle una bolsa si no va a sus concentraciones de espanto.

Traidor, porque ya no le temen a las amenazas de despido del trabajo, en vista de que el sueldo no le alcanza ni para comprar un kilo de harina pan y medio kilo de cambur.

Traidor, porque nos cansamos de un sueldo injusto, menor a 3 dólares, mientras la cesta básica sobrepasa los 350 verdes, pero al bachaco fundilluo come a sus expensas.

Traidor porque se cansó de los traidores.

Algunos hablan de traiciones llamando traidores a los que siempre han defendido el legado originario de Hugo Chávez y se olvidan de sus actuaciones en el pasado, cuando cobardemente traicionaron al comandante pegando una carrera nerviosa el 11 de abril con un disfraz soez e indignante, pero no, el traidor es el pueblo arrecho y despierto. Esa es otra historia que relataré posteriormente y que está impresa en mi libro "Las Serpientes de la Revolución" próximamente a publicar.

No se puede llamar traidor a un pueblo que entiende, que Chávez invirtió un dineral en el sistema eléctrico nacional que no funciona y no hay un responsable por tales hechos.

Igualmente Invirtió muchos recursos a los estados para el sistema hídrico y este es fatal, como en el caso del estado Falcón, en donde el acueducto bolivariano es un gran fiasco, siendo un estado con recursos hídricos en casi toda su geografía..

La inversión agropecuaria del presidente Chávez fue inmensa, pero lo engañaron y dilapidaron los recursos. Hoy uno de los grandes culpables del desastre campesino, anda dándose golpes de pecho y queriendo engañar al pueblo nuevamente con su cara de yo no fui.

Judicializar a los partidos aliados y con trayectoria en la defensa de la revolución como PPT, TUPAMARO, UPV, a dirigentes campesinos, indígenas y trabajadores por hacer la autocrítica, fue un gravísimo error, porque el que le pega a su familia se arruina. No destruyas al que te ayuda, dice un viejo adagio.

Los malos consejeros reformistas y sectarios, nos llevaros a la ruptura naciendo la Alianza Popular Revolucionaria, la misma que se consolida con excepción de uno que otro estado por ahora, donde algunos se venden al mejor postor por unos cuantos dólares. La izquierda se reagrupa a nivel nacional, debemos seguir consolidándola para rescatar los sueños del pueblo y para acabar con la judicializaciones de partidos políticos y de individualidades, sean del sector que sean, o de ideologías distintas por intereses y caprichos particulares.

La política económica nacional, no ha dado resultado y seguimos hacia el abismo. La prepotencia y el desconocimiento del cuerpo colegiado a cargo de esta misión, no da pie con bola.

No todo es culpa de las sanciones, la ineficiencia y la corrupción de grupúsculos reformistas, también nos tienen jodidos. Viene el despertar de despertares y esta historia continua.,,.

El pueblo ALZAO, siempre termina siendo el traidor y el culpable de los desmanes de las cofradías enquistadas.