¿Qué ocurrirá en Venezuela después del 20 de Mayo?

La propaganda del gobierno de Venezuela quiere convencernos de que el colapso de la economía ha sido provocado por una "guerra económica" auspiciada por el imperialismo norteamericano. Si aceptamos semejante coartada, entonces, también tendríamos que reconocer, que el gobierno de Nicolás Maduro no ha tenido la inteligencia ni la competencia como para enfrentar y derrotar a dicha guerra, es decir, al menos, si actuara honestidad, tendría que admitir que en ese sentido ha sido un completo incompetente; pero no lo ha confesado; sin embargo, con astucia, si se muestra como una victima de esa guerra, porque sabe que victimizándose obtiene la compasión del pueblo chavista.

Si se reconociera que las empresas, tanto criollas como extranjeras, han tenido que cerrar o irse del país ante la paulatina merma de las condiciones mínimas para operar, entonces otra actitud se asumiría. Pareciera que no se comprende la naruraleza de la actividad económica, debido que se observa una muy marcada arbitrariedad en todo lo que hace al respecto.

La arbitrariedad delata una dilatada ineptitud, que se ha dejajo sentir, especialmente, en el campo de la dirección de la actividad económica, donde los desastrosos resultados desvelan las cifras negativas que se ocultan adrede a la opinión pública. Durante todo el actual período de gobierno no hubo un año donde el crecimiento fuera positivo. Nunca antes en nuestra historia ocurrió que durante cinco años consecutivos la economía tuviera decrecimientos sucesivos, cada uno mayor que el otro. En estos cinco años, con el PIB negativo, la economía ha quedado enterrada en un sótano muy hondo. Costará muchísimo salir de allí. Sobre este particular, es muy común escuchar a voceros de esta administación echarle la culpa a la baja de los precios del petróleo. Pero si en los tiempos de las vacas gordas no se hubiera desmantelado el aparato productivo para favorecer la actividad importadora y, además, no se hubiera permitido la fuga de más de doscientos cincuenta mil millones de dólares en divisas; seguramente que nada de lo que ahora estamos viviendo hubiera pasado.

Cuando bajaron los precios del petróleo se redujeron las importaciones y, disminuyó también la oferta de bienes y servicios. Ocurrió así porque como ya lo señalamos, el aparato productivo se había desmantelado. A toda esta situación hay que agregarle otra de igual gravedad: el descuido que hubo en la industria petrolera, que se tradujo en una muy significativa baja de la producción. Por ello hubo menos ingresos, por la baja de precios y, por la baja de la producción de barriles diarios. Ante esta situación extremadamente delicada, el gobierno no se ajustó el cinturón; sino que, de manera irresponsable, violando todas las reglas de la sana economía, aumentó de manera desproporcionada el gasto social. Como no había suficientes entradas de divisas recurrió a la "maquinita" de hacer dinero inorgánico por vía electrónica. Aumentó la base monetaria de una forma demencial y el resultado no fue otro que la bestial desvalorización del bolívar. Si no aumentas las reservas internacionales y aumentas desproporcionadamente la masa de circulante, el resultado es devaluación de la moneda. Si tus gastos son superiores a sus ingresos tendrás inevitablemente un déficit fiscal que tendrás que cubrir con deudas. Tenemos una descomunal deuda externa que, tan solo por su servicio, nos han obligado a pagar, más de setenta mil millones de dólares en los últimos tres años. Mientras tanto, los pacientes en los hospitales se mueren porque no hay divisas para adquirir los insumos y medicamentos requeridos.

No nos extraña que nuestro déficit fiscal esté por el orden de dos cifras y, se haya mantenido creciendo durante cada uno, de todos estos años, que ha durado el gobierno de Nicolás Maduro. Y como si todo esto no bastara, se ha conservado a conveniencia de la burguesía importadora y bachaquera, el control cambiario, que es el que le da el verdadero poder al dólar paralelo, que tanto daño le hace a la clase asalariada, ya que todo, menos el salario, se comercia a precio de dólar guarimbero. Por supuesto, las consecuencias son estas paupérrimas condiciones de vida que estamos soportando.

Ante toda esta situación de debilidad creada por el mal manejo que se evidencia en la propia política económica del gobierno de Maduro, el imperialismo norteamericano no ha desperdiciado tremenda oportunidad, y por supuesto, se ha aprovechado de la coyuntura, moviendo sus tentáculos, para profundizar la crisis y terminar de hundir este barco. El bloqueo financiero y económico que viene aplicando como un torniquete, que va estrangulando poco a poco toda nuestra economía, se agudizará hasta provocar su inevitable colapso. Si ante un ataque similar, con toda su potencialidad, no se salvó la Unión Soviética; menos aún lo hará este gobierno, cuyos dirigentes emblemáticos, padecen de pronunciadas carencias en todos los órdenes y, de una muy consolidada doblez, que consiste en fingir, en aparentar ser revolucionarios en el discurso; pero que, encaletados, tienen una vida de burgueses, con pompa, wiski y champan. Esto explica por qué hay tanta corrupción en todos los ámbitos del estamento político que nos gobierna. La corrupción ha provocado inmensos desastres en la economía nacional. En PDVSA es la responsable de los desfalcos habidos a nivel de la alta gerencia y, particularmente en la baja de la producción de barriles diarios. El corrupto tiene precio y casi siempre termina vendiendo la patria al mejor postor.

En la teoría marxista el trabajo es el creador de la riqueza. El trabajador es por lo tanto el que produce la riqueza. Ganarse el pan nuestro de cada día con el sudor de su frente es lo que dignifica al hombre trabajador. Sin una arraigada cultura del trabajo no es posible construir un país, ni mucho menos hacer una revolución socialista, porque ésta depende, en la perspectiva marxista, de el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo. Contraria a la cultura del trabajo y, por tanto, del socialismo es la mendicidad y su promoción. Se promueve la mendicidad cuando el asistencialismo populista y dadivoso se convierte en una política de estado, tal como viene ocurriendo con esa repartición de bonos a través del carnet de la patria. Además, con esta práctica se libera al patrono de la obligación que tiene de pagar una remuneración justa al trabajador. Si éste recibiera lo que pauta la ley, no se tendría que darle semejante limosna. Una relación de lo que cuesta adquirir la canasta básica es lo que dice la ley que debe recibir el trabajador por su trabajo. El gobierno viola la ley cuando permite que al trabajador se le pague una miseria. Asimismo, esa política de bonificación implica y se realiza a través de la produción de una masa inmensa de dinero, que hay que crear de la nada, sin respaldo alguno, por lo cual, genera automáticamente una devaluación de la moneda que se traduce en hiperinflación y pobreza. Por eso, esta práctica es pan para hoy y hambre para mañana. Grave es que el gobierno se haya cebado con esta manera, tan perjudicial, de hacer política económica.

A estos señores, que han arruinado la hacienda nacional y, que han provocado el empobrecimiento más grande que se haya vivido en Venezuela; a ellos, que han resultado ser unos perfectos inúltiles e incompetentes en el combate contra la guerra económica imperialista, es a quienes van a elegir para que sigan destrozando la patria de Bolívar.

Después de las elecciones del 20 de Mayo nada de lo que viene ocurriendo cambiará. La crisis se agudizará. El pueblo sufrirá terribles padecimientos. Y finalmente el colapso de todo sobrevendrá. Las luchas de clases se pondrán a la orden del día; pero, las condiciones estarán servidas para que el fascismo asuma el poder político, tal como ocurrió en la Alemania en los tiempos de Hitler y en el Chile de Pinochet; en ambos casos, después de haber tenido gobiernos que buscaron, sin éxito, favorecer los intereses de las clases trabajadoras.

ricardovargas.rv.rv@gmail.com



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