Cuanta sorpresa causa la "Gracia Divina" y un cuanto más la Gracia Política. Los perplejos deslumbran de asombro ante las maniobras del poder.
Sigue el poder subestimando la utilitaria gestión de inteligencia del pueblo; el compadreo da para la permuta del interés y va más allá de un imaginable.
No hace días según la referencia comunicacional se destapó un delito farma-hospitalario; cayó hasta el gato y toda la ratonera menor y vaya que hubo entusiasmo colectivo por esta medida, pero la decepción no se hace esperar, y de golpe y porrazo se cambian los dados, como siempre el poder capital sabe y tiene opción al deslinde de la mea culpa, el poder capital tiene también muy buenos amigos, no así el caco minusválido que se implica de robo, tan culpable como el que goza de la Gracia del Perdón Político; su Gracia será purgar ambas condenas (la soga siempre revienta por lo más delgado). El peso de la ley para el poderoso se posa en gramos de algodón, la del otro en kilos de plomo, es un asunto de condición e in-condición social.
Se presume la inocencia y se pos-presume del inocentón; una vez que se delata el delito y hay arrestos los hilos de influencia tiemplan al máximo de maniobras. El descaro sobre-excede; el pueblo conoce al pelo de todos los pormenores de la causa y de las tráfugas a su alrededor.
Se suma de paciencia, espera el momento de hacerse valer, pero ese ínterin suceden más cosas, los dados quedan en blanco y el proceso pierde evidencias para que el o los culpables se califiquen de inocentón/es, lo tardío o retraso del juicio si le hubiere es parte de la Divina Gracia del Perdón Político.
¡Total!, la rítmica política se encarga de que el olvido tras el tiempo desinfle la opinión; otros sucesos distraerán y ocuparán para que salgan de la palestra de la opinión pública y sea objeto del pasado y no haya desempolvo, para que dé tiempo del acomodo e inclusive de la huida de llegar a ser ésta muy necesaria. ¡Qué cosas no! Y el pueblo en espera del poder para erradicar estos entuertos.
