Venezuela y el enemigo externo

Es habitual que los gobiernos que tienen la casa sin barrer o más bien hasta el tope de basura traten de aglutinar a su pueblo buscando un enemigo externo. Lo vimos con la dictadura militar argentina en Las Malvinas, al verse con el agua al cuello buscaron un enfrentamiento con el Reino Unido para unir a los argentinos; independientemente de que tuvieran la razón sobre su soberanía fue una acción visceral cuyo final era predecible y que, para variar, costo vidas.

Parece que la única función del gobierno de Venezuela es leer los periódicos y ver quien dice algo que no les guste para poner el grito en el cielo, eso sí, sin escuchar los gritos internos que piden vivir dignamente y que empiezan a añorar lo mal que se vivía en los años 80.

El Presidente y su combo se permiten insultar a dirigentes de otros países o de organismos internacionales sin ningún pudor "Rajoy cobarde", drogado a "Felipillo" González, "la OEA pal´ carajo, Almagro pal´carajo". "Yo le puedo decir al vicepresidente colombiano que es un hijo del gran puto", le dijo Diosdado Cabello al vicepresidente de Colombia por unas poco afortunadas declaraciones que hizo sobre los venezolanos. Los dirigentes nacionales también reciben lo suyo, a Henrique Capriles le llaman "capriloca", el diputado del PSUV Pedro Carreño le dijo en la Asamblea Nacional "Responde, homosexual. Acepta el debate, maricón" y otras lindezas homófobas por el estilo que serían de juzgado de guardia en cualquier otro lugar, aún más cuando son proferidas por un presidente, un ministro o un diputado. Pero que a ningún país se le ocurra decir que le preocupa la situación de Venezuela porque eso es una ofensa que amerita un bombardeo nuclear porque "Venezuela se respeta".

Seamos un poco serios, quien irrespeta al país son sus gobernantes, más pendientes de comentarios del exterior que de los gritos de sus calles. Unos gobernantes que se comportan como matones de barrio o abusones de instituto y se preocupan por la pobreza en España cuando son incapaces de mantener un mínimo estado de bienestar en Venezuela.

Ningún país ha logrado llegar a la ruina tan rápido teniendo tanto, la economía colapsada, las reservas al mínimo histórico, la inflación al 720%. Nos han robado aquel país que tenía los mismos fallos que ahora pero en menor medida y quizás la ambición no sea recuperar aquello, debería ser cambiar radicalmente, hacer una revolución verdadera en la forma de gestionar los recursos, de producir y lo que es más importante de forma de ser y pensar del venezolano.

Lo que viene va a ser complicado gobierne quien gobierne, se ha creado un odio entre clases sociales, entre ideas políticas que será difícil superar pero que es la única manera de salvar lo que queda de país y construirlo de nuevo, materia prima hay, esperemos que material humano también, es deseable que las nuevas generaciones piensen de verdad en el país y no en -como dice el dicho criollo- "no me des, ponme donde haya".

Malo es que nos robaran el país que teníamos pero peor es que nos roben el futuro.

luis.blanco@telecable.es



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