Bolívar: Somos el pueblo de las dificultades, nos fortalecemos ante la adversidad…

Un galope de caballos, es la historia y Bolívar que despierta cada 100 años, cuando despierta el pueblo, "se le ve rebelde, golpeando con el sable de puño de oro, en las puertas de la gloria". Emerge de las catacumbas, de bronce de las plazas, de las calles, de las avenidas, donde fue obligado al olvidado por la oligarquía cipaya. De allí lo rescato Alí, el Comandante Chávez, el pueblo, porque" no es un pensamiento muerto, ni mucho menos un santo para prenderle una vela". Oigan sonar sus espuelas va cabalgando otra vez, Simón Bolívar, Simón.

Al igual que Cristo, que fue ocultado, sepultado, por el Sanedrín, los imperios, los ricos, los poderosos y los fariseos de la iglesia. Si regresara, con el pelo largo, en sandalias y vestido con su humilde túnica, sin opulencia, sin fasto, sin boato, tal vez sería confundido con un recoge latas, o con algún mendigo, quien sabe? pero seguro seria crucificado de nuevo, porque repetiría con mayor vehemencia: "que es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico al reino de los cielos". Al igual que Chávez, para el cual ha quedado el frio bronce de las estatuas de las plazas.

Bolívar: "Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad" (carta al coronel Patricio Campbell redactada en Guayaquil, el 5 de agosto de 1829). Los imperios y sus cipayos jamás perdonaran, el pensamiento antiimperialista de Simón Bolívar, Simón, por eso lo han ocultado en el bronce de las estatuas, 200 años.

Rufino Blanco-Fombona, consideró el estilo de Bolívar en el período de 1810 a 1824, caracterizado por el optimismo, por el crecer y creer, por el ascenso; "la pasión desbordada en su alma y la pasión de la libertad como una llama". La prosa es "encendida", "los adjetivos, las imágenes, salen borbotando de su pluma"; todo esto debido al contexto histórico que rodeaba al Libertador en esos momentos: ve caer a Miranda, va adelante con la Campaña Admirable hasta el Paso de Los Andes y la Batalla de Carabobo. Rodeado de esta grandeza, escribe su Delirio sobre el Chimborazo en 1822.

Un ejemplo, entre muchos, de ese carácter recio de nuestro Libertador lo ilustra la anécdota que relató don Joaquín Mosquera (embajador de Colombia, para aquella época, ante los gobiernos de Perú, Chile y Buenos Aires) cuando visitó a Bolívar en Pativilca, en la Costa del Perú, el 7 de enero de 1824.

Bolívar se hallaba enfermo de cuidado y había recibido la noticia de que la guarnición del Callao se había sublevado y pasado a los realistas. El Libertador apenas contaba con 7.000 hombres, mientras que el poder español tenía más de 22.000. Esta contrariedad, sumada a los errores del gobierno peruano, las intrigas de los traidores que conspiraban contra él, y su enfermedad, complicaba excesivamente la situación.

Cuenta Mosquera: «Encontré al Libertador ya sin riesgo de muerte del tabardillo que había hecho crisis; pero tan flaco y extenuado que me causó su aspecto una muy acerba pena. Estaba sentado en una silla de vaqueta recostada contra la pared de un pequeño huerto, atada la cabeza con un pañuelo blanco. Sus pantalones de jin me dejaban ver sus dos rodillas puntiagudas, sus piernas descarnadas. Era su voz hueca y débil y su semblante cadavérico. Tuve que hacer un esfuerzo para no largar mis lágrimas y no dejarle conocer mi pena y mi cuidado por su vida». Sigue contando Mosquera que "con el corazón oprimido" y "temiendo la ruina de nuestro ejército" le preguntó: «¿Y qué piensa Ud. hacer ahora?», a lo que Bolívar, con tono decidido, le respondió: «¡TRIUNFAR!». Seis meses después derrotaba a los españoles en Junín.

Necesario es volver a cruzar Los Andes, con mayor pasión y vehemencia, de la que nos enseño Bolívar, con el mismo compromiso libertario, en la búsqueda de una sociedad de justicia, altruista, solidaria, humana, para hacer añicos el egoísmo, el capitalismo, causante de los males que está sufriendo mi pueblo…y así crecernos en la adversidad.

Parafraseando al Apóstol de la Revolución Cubana, José Martí:

"En calma no se puede hablar de aquel que no vivió jamás en ella: ¡de Bolívar se puede hablar con una montaña por tribuna, o entre relámpagos y rayos, o con un manojo de pueblos libres en el puño y la tiranía descabezada a los pies...! a aquel que fue como el samán de sus llanuras, en la pompa y generosidad, y como los ríos que caen atormentados de las cumbres, y como los peñascos que viven ardiendo, con luz y fragor, de las entrañas de la tierra, traigo el homenaje infeliz de mis palabras, menos profundo y elocuente que el de mi silencio, al que desclavó del Cuzco el gonfalón de Pizarro, después de haber permanecido 291 años clavado en el Cuzco, como símbolo de la colonización española.

Lograda la liberación del Perú con la magistral Batalla de Ayacucho, "Cumbre de la gloria americana", realizada el 9 de diciembre de 1824, dirigida por el general de división Antonio José de Sucre. Uno de los primeros actos del Prefecto de la ciudad realizado en acto solemne, fue obsequiar al general vencedor de Ayacucho el Real Pendón de la conquista, gallardete o gonfalón con el escudo de armas de Carlos V de España otorgado al conquistador Francisco Pizarro González en Toledo el 13 de noviembre de 1529; el estandarte fue bautizado en diciembre de 1530 en Panamá la Vieja; En 1533 Pizarro llegaba al Cuzco capital del imperio de los Incas portando su estandarte, conservado en el Altar Mayor de la iglesia de Santo Domingo desde 1534, construida sobre el Templo indígena del Sol. El 29 de diciembre de 1824, Sucre le envía correspondencia al Secretario de Guerra de Colombia, remitiéndole las banderas de cinco veteranos regimientos de los vencidos en Ayacucho. En carta al Libertador que se encontraba en Lima, le informa en relación al pendón de Pizarro:

"Como trofeo que corresponde al guerrero que indicó al ejército el camino de la gloria y el de la libertad del Perú; son una porción de tiras desechas; pero tiene el mérito de ser la conquistadora de Perú".

Bolívar decide donarlo a la municipalidad de Caracas, lo envía primero a Bogotá, para ese entonces capital de la Gran Colombia. Soublette remite el 9 de enero de 1826 a la municipalidad de Cumaná, ciudad natal del egregio héroe de Ayacucho, una de las banderas enviadas por Sucre, y el pendón de Pizarro a la municipalidad de Caracas.

¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: porque Bolívar y Chávez tienen que hacer en América todavía!"

Bolívar y Chávez no son bronce frio, son lucha victoriosa, hecha millones, de los días luminosos por venir. Son esperanza y batalla de los desposeídos, los descamisados, los harapientos de la tierra, con quienes nos jugamos la vida del planeta. La suerte de la especie humana en peligro de desaparecer, somos alegría y vida victoriosa, en contra de la tristeza y la derrota…venceremos!

Viva Chávez hecho millones!!! Con Chávez y el Socialismo Todo, sin Chávez y el Socialismo Nada!!!

Patria o muerte…Venceremos!!!

 

 



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