¡Viva la Revolución chavista! ¡Viva Maduro, carajo!

¡Qué tal, camarada! Apenas saliendo de la situación golpista de la escualidez plena, por ahora, y esperando una nueva arremetida no sabemos de qué género, estamos afrontando una guerra mediática de extraña generación, más allá de la cuarta.

La guerra mediática privada que tanto nos arremete, tanto nos afecta la revolución  y tanto rechazamos, ahora  se hizo implosiva desde nuestras filas. ¡Qué bolas!

Si ofendo me perdonan, y si no al carajo todos, al igual que como en ciertas medidas del gobierno directo de nuestro gran Líder algunos escribidores, desde su cómoda posición frente al teclado, seguro con su aire acondicionado, también dan rienda suelta a sus análisis sin batir el cobre de la lucha contra las injusticias y desigualdades, que inició Chávez, a duras penas, y muy a duras penas continúa y con mayor eficiencia nuestro emergente líder Nicolás Maduro.

Debemos reconocer que muchas mentes intelectualoides (doctrinarias o no) cuando están presionadas por incómodas situaciones  que no parecen viables o correctas, y obviando todos los aspectos positivos realizados, planificados por Chávez y en ejecución, desatan pasiones correctivas insultantes y ofendiendo a nuestros dirigentes (unos insultables y otros aplaudibles) sin analizar que estamos siendo leídos por las fuerzas del mal.

Nada más y nada menos que con esa individualización de nuestra crítica favorecemos, con creces, a los factores apátridas dándoles la razón internacional a sus acciones terroristas y estimulándolos, aquí y allá, les fortalecemos su accionar antirrevolucionario. Pobre de nosotros si vuelven.

Parangonado a José Félix Ribas, tío político del Libertador, no podemos perder la lucha entre capitalismo y revolución, necesaria es la Revolución.

Menos mal que esa  arremetida mediática desde nuestras propias filas no se acrecentó dentro de los meses del volcán terrorista guarimbero porque, lejos de incidir en el respaldo sur y centro americano,  favorecería  la intervención usaense.

Me perdonan, y dirán que la comparación no es igual, pero no conozco a ningún padre, ni madre, ni ambos, que ante una crítica situación familiar la comente a vox populi colocando en antedicho a uno o a otro de los miembros de la familia que haya cometido uno o varios errores. Sabemos que lo primero que ocultan es una preñez de una menor hija, la tendencia homosexual de uno de sus chamos, ni el consumo de estupefacientes de alguno.

Ni siquiera el alcoholismo de uno de los jefes de familia y menos sus actos negativos sociales, entre ellos los actos de corrupción, pequeños o grandes, aunque algunos escribidores dirán que ellos no pasan por esto porque son perfectos.

¿Por qué hacerlo con nuestra incipiente revolución en pleno corazón, vivito, del capitalismo? ¿Acaso somos pendejos políticos?

No voy a destacar el sobreesfuerzo que hace Nicolás, al mejor estilo de Chávez, y que por eso lo postuló con toda la seguridad de continuidad revolucionaria hacia el éxito que no pudo completar. Pero si hay alguien que entendió el compromiso de sucesión al liderazgo insuperable, por 100 años, de nuestro líder eterno ha sido Maduro quien pone en práctica los planes, y doctrina, de su padre, que además somos todos, mejorándolos y ampliándolos con responsabilidad y eficiencia.

No seamos tan mezquinos, imberbemente mezquinos.

Parte de los problemas económicos existentes, además de la continuada guerra económica desde cuando Chávez, ha sido producto de la ineficiencia de los altos funcionarios, pensadores y actuantes, muchos con visos de corrupción (y que me disculpen los honestos) de un heredado, ya vuelto genético, proceder de la cuarta república y, peor aún, trabajando dentro de un capitalismo agresivo que mantiene todas las malas costumbres del pasado.

La gran falla sigue siendo el no embestir hacia el gran cambio cultual.

Chávez, que no podía estar en todo, pero planificó todo lo que había que planificar, exigía, pedía desesperadamente a su equipo ministerial eficiencia, honestidad, etc., pero eso no se compra en botica (la farmacia para los más jóvenes), menos cuando está arraigado al esquema decadente, y que queremos superar, de la vieja república, ahora zombi, de olvidos.

No queremos ser, es más, nos negamos a serlo, esclavos de un silencio cómplice de los errores que todo gobierno comete y que, claro, pensamos que no debiera ocurrir en Revolución, pero llegar a bajezas escritas para lectura y provecho de los opositores, es perder Revolución, limarla, desgastarla y se nos olvida lo complejo que ha sido llegar al poder que con todas nuestras fallas debemos mantener superándolas.

No seamos inconscientes, estamos grandecitos, intelectualmente avanzados, por ello no debemos ser políticamente estúpidos. Me perdonan.

¡Chávez vive, Maduro sigue!    

¡Viva el presidente del amor! ¡Viva el presidente popular entregado a su trabajo por el pueblo y por la clase trabajadora! ¡Viva el presidente que con bolas ha afrontado todas  las durísimas situaciones conflictivas que le han presentado!

Y los escribidores del negativismo, las peores espinas, que maduren

¡VIVA MADURO, CARAJO!



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Eduardo Palacios Sevillano

Ingeniero Civil. Escritor y caricaturista. Productor radial y locutor. Miembro de la directiva de la Orquesta Sinfónica del Estado Anzoátegui. Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Bolivariana del Edo. Anzoátegui. Coordinador de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio de Anzoátegui.

 edopasev@hotmail.com

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