Discurso Constituyente

El discurso que se ha generado por la polémica en torno al debate de la reforma constitucional tiene dos aristas básicas. Las ideas bolivarianas refuerzan el sustrato vertido en la Constitución de 1999. Ambos textos, el originario y el que se propone, priorizan el proyecto de nación que seguirá impulsando el pueblo bajo el liderazgo del Presidente de la República. La participación activa y protagónica del pueblo, consagrada en la Constitución, se palpa en la sumatoria de eventos a los que éste es convocado.

La conformación de los consejos comunales en el ámbito geográfico ha fortalecido el poder popular. La participación de las comunidades en las cooperativas, en las misiones, en los Nude; en las iniciativas adelantadas por el gobierno para la Pymi, con el vital apoyo de Pdvsa, nos hace ver a un pueblo en permanente movimiento y construcción. De esta dinámica, dialécticamente vista, dimana una energía revitalizadora.

Mientras, ¿qué hace la oposición?: defenestra y descalifica.

En una diáspora, atomizada y disminuida se ha dado a la tarea de estigmatizar la propuesta de reforma. De los 33 artículos, la mirada opositora se centra en cuatro, sobre los que van y vienen. La reducción de la jornada laboral, el nuevo mapa geoestratégico sugerido, la denominada propiedad social y la reelección presidencial, son los más atacados.

La mimesis entre Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo los ubica hoy en el planteamiento que hacen de la democracia social para confrontar el socialismo bolivariano, planteado hace ya meses por el Presidente.

Sus voceros deslegitiman la propuesta de reforma, apelando a un supuesto desmontaje discursivo de los 33 artículos, contando secuencia de palabras y repetición de términos.

Ya lo dijimos; el problema no es de forma. Es de fondo.

Política e ideológicamente, los bolivarianos tienen un terreno abonado hace rato. Al igual, el trecho recorrido desde 1999 dejó grandes enseñanzas, bemoles de por medio, entre conspiraciones y desestabilización. Errores y fallas aceptadas. La implementación por el CNE del referendo aprobatorio, una vez que la Asamblea concluya su trabajo, permitirá que el pueblo vote en bloque la propuesta de reforma. A lo lejos se oye: ¡en bloque no, artículo por artículo! Periodista/Prof. universitaria


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Asalia Venegas S.


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