La Casa Blanca en Macondo

En una sola semana, la Casa Blanca y el Pentágono se trasladaron a los predios mágico-religiosos del coronel Aureliano Bundía. En ese mismo lugar, muchos años atrás, una compañía bananera gringa masacró a miles de campesinos. El cruento suceso lo registra el impar Gabriel García Márquez en Cien años de soledad, el mejor libro que se haya escrito después del Quijote.

El jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el subsecretario de Estados para el Hemisferio, Thomas Shannon; el llamado Zar antidrogas o jefe de la DEA y, por si faltara alguien, la mismísima Condoleezza Rice, se dieron cita en la hermana república, pero no precisamente para descifrar los pergaminos de Melquíades El Gitano.

La plana mayor del imperialismo norteamericano se trasladó a Macondo con un solo propósito: atacar a Venezuela y al gobierno del presidente Chávez. La señora Rice aprovechó la ocasión para reunirse con ex jefes paramilitares, con lo cual demuestra que para Estados Unidos, hay terroristas buenos y terroristas malos. Los criminales de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia pertenecen, en el baremo

del imperio, al grupo impoluto.

Luego del encuentro con estos sujetos de la ultraderecha, la secretaria de Estado dijo por todo el cañón que Bush comparte agenda con la izquierda en América Latina, excluyendo, por supuesto, a Venezuela. De cierto, el cinismo tuviera algo de realismo mágico o de surrealismo si, cuando se trata del cinismo imperial, sus métodos no fueran tan criminales y sus consecuencias tan trágicas.

Decir que Bush comparte la agenda de la izquierda en América Latina, es horadar viejas y profundas heridas que hablan de un siglo de invasiones, explotación y asesinatos. Son éstas las marcas de las relaciones del imperialismo con nuestros países. La señora Rice, al intentar una ironía, dibujó una bofetada que los medios lacayos recibieron con servilismo y difundieron con melosa entrega.

No hay duda de que el éxito de la misión humanitaria dirigida por el comandante bolivariano para rescatar a los rehenes de las FARC, impactó a los enemigos de la paz en Estados Unidos y Colombia. Los gobiernos de Washington y Bogotá, en este orden, decidieron empañar ese triunfo. Lo han intentado pero sin los resultados que esperaban.

En la óptica del columnista Marciano, esa legión de jefes gringos en el vecino país tiene también como fin provocar miedo e incertidumbre en los venezolanos. Su intención sería crear un ambiente prebélico que se refleje en las próximas elecciones para alcaldes y gobernadores. Las amenazas e intimidación han sido un expediente empleado por la Casa Blanca en procesos electorales de otros países de América. Con respecto a Venezuela, los estrategas del Pentágono se volverán a equivocar.

El presidente Uribe, a quien los gringos tiene prensado por sus antecedentes, bien podría estar magullando la frase: “no me defiendas, compadre”. Esa “ayuda” que le cayó del norte cuando él andaba por España buscando el regazo del rey, lo deja muy mal parado ante sus paisanos y toda Latinoamérica. En cuanto a Venezuela, las agresiones del poder imperial desde Bogotá, le dan ante el mundo toda la razón a las denuncias del presidente Chávez. La verdad, vea usted, vino a llegar desde el mítico Macondo.

earlejh@hotmail.com


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

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