La deuda y las finanzas, motor e impulsor de la guerra en el Mundo, el Caribe y Venezuela

El financiamiento de las guerras a través de la creación de deuda es un fenómeno que impacta de manera significativa no solo a los países involucrados en conflictos armados, sino también a naciones que, aunque puedan estar lejos del frente de batalla, se ven arrastradas por las corrientes económicas que generan estas decisiones. En el artículo el "Equilibrio Perfecto" describimos como con los conflictos bélicos se genera un ciclo en el cual Estados Unidos decide entrar en guerra, y para ello necesita recursos que no siempre tiene a su disposición.

En lugar de recurrir a su propio capital, el gobierno recurre al sistema financiero, endeudándose con la emisión de bonos a pagar en el futuro. Los bonos, garantizados por el gobierno de Estados Unidos, se han convertido en una inversión segura y sobre los cuales se desarrollan miles de iniciativas y negocios, tanto en ese país como en el exterior donde otros países, bancos y empresas participan.

La dinámica de la deuda redefine el panorama financiero internacional. La demanda de estos bonos del Tesoro estadounidense, percibidos como un refugio, atrae capital de inversores de todo el mundo. Este flujo de capital fortalece temporalmente el dólar, pero la magnitud del endeudamiento genera consecuencias a largo plazo.

Al inyectar liquidez para sufragar el gasto militar, la oferta monetaria global se expande. Los bancos centrales de otras naciones adquieren estos bonos como parte de sus reservas de divisas, entrelazando sus economías al ciclo de gasto bélico norteamericano. Se convierte así la deuda de guerra de una nación en un pilar fundamental del sistema financiero global, y las repercusiones económicas de un conflicto se sientan en todo el orbe, afectando la inflación, las tasas de interés y la estabilidad económica general mucho después de que cesan los combates. Es la inflación global que todos los bancos centrales toman en cuenta.

El proceso bélico-financiero no termina con el cese de las hostilidades, por el contrario, continúa y se transforma, generando un ciclo económico auto sostenible que perdura décadas después de que los conflictos armados han terminado.

La dinámica se perpetúa a través de varios mecanismos clave: El Servicio de la Deuda a Largo Plazo: La deuda de guerra no se paga inmediatamente. Los bonos del Tesoro suelen tener vencimientos a largo plazo (10, 30 años o más). Esto significa que, incluso en tiempos de paz, una parte significativa del presupuesto de EE UU se destina anualmente a pagar los intereses de esos bonos, lo que redirige la riqueza de los contribuyentes hacia los inversores globales durante generaciones.

Además el gasto constante financiado por la deuda crea una industria de defensa gigantesca y poderosa. Estas corporaciones tienen un interés directo en la continuación de la producción de armamento y en la influencia política para asegurar futuros contratos, perpetuando la necesidad de un alto gasto militar, con su endeudamiento, incluso sin una guerra activa.

Como se mencionó, los bonos del Tesoro son la base del sistema financiero global. Los bancos centrales del mundo necesitan seguir comprando esta deuda para estabilizar sus monedas y bancas. Esto crea una demanda constante artificial de deuda estadounidense, permitiendo a EE.UU seguir endeudándose a tasas de interés, lo que facilita el financiamiento de futuras guerras.

En resumen, el proceso no solo continúa, sino que se convierte en la estructura subyacente de la economía global moderna, donde la deuda generada por conflictos pasados y futuros impulsa el flujo de capitales y define las relaciones económicas internacionales.

Se proporciona así una visión radicalmente diferente y complementaria de la historia moderna ya que tradicionalmente, la historia de las guerras se narra a través de batallas, generales, o cambios geopolíticos. Sin embargo, al superponer la lente del "financiamiento a través de la deuda", la narrativa cambia de foco, pasamos de la Ideología a la Economía, las motivaciones para entrar en guerra dejan de ser la defensa de la democracia o la conquista territorial, y aparece la necesidad de mantener funcionando el vasto sistema industrial-militar y el flujo de capitales globales. Así que las guerras no son eventos aislados con un inicio y un fin claro, sino eslabones en una cadena continúa de endeudamiento, gasto e influencia económica que moldea la política exterior de un país durante décadas. Y donde los actores clave no son solo los soldados, sino también los banqueros, los inversores y los formuladores de políticas monetarias que deciden dónde se coloca el capital y la estructura la deuda. Los grandes tenedores de deuda China, Japón, se convierten en actores políticos indirectos. Aunque no deciden la guerra, sí contribuyen a la estabilidad del sistema

Esta visión de la historia sugiere que la estabilidad financiera global y la política exterior de las superpotencias están inextricablemente ligadas a un ciclo perpetuo de crédito y conflicto, ofreciendo una comprensión más profunda y, quizás, más cínica de cómo funcionan realmente los asuntos mundiales y no se considera lo financiero como su "estructurador" principal o causa motora. Es que la visión convencional toma las finanzas como elemento parcial y sugiere que las naciones deciden ir a la guerra por razones geopolíticas, ideológicas o de seguridad nacional, y luego buscan la forma de financiar esa decisión, siendo la deuda el mecanismo más eficiente. En el enfoque que desarrollamos, se argumenta que la existencia de un sistema financiero global dependiente de la deuda estadounidense y la presencia de un complejo militar-industrial estructuran y, a menudo, motivan las decisiones políticas de entrar en conflicto. En nuestro enfoque, la economía dicta la política exterior. Es un enfoque ´no oficial´ y que, por tanto, está en los márgenes de la historia mediática.

Y al analizar la situación en Venezuela y el Caribe, desde esta perspectiva, encontramos que no puede encajonarse en los cuentos de ser un problema político o una crisis humanitaria aislada tal como intenta Estados Unidos convencer en lo internacional. La realidad es un reflejo de las dinámicas de poder global, donde la deuda, el gasto militar y los intereses económicos se entrelazan para estructurar el conflicto y la influencia en una región de alta importancia estratégica.



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Oscar Rodríguez E


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