5 de diciembre de 2025.- La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) alertó este viernes sobre el grave impacto de las inundaciones y deslizamientos de tierra que azotan a varios países del sur y el sudeste de Asia, donde más de 1.500 personas han perdido la vida y cerca de 11 millones resultaron afectadas.
Según el informe difundido por la agencia, el desastre dejó un balance especialmente crítico en Indonesia, Sri Lanka, Tailandia y Vietnam, naciones que continúan lidiando con cifras crecientes de víctimas, destrucción generalizada y desplazamientos masivos. Solo en estos cuatro países, más de 1.2 millones de personas debieron abandonar sus hogares ante la emergencia.
El registro de fallecidos, según la ONU, asciende a 151 en Vietnam, 185 en Tailandia, 474 en Sri Lanka y 770 en Indonesia, donde además se reportan más de 650 desaparecidos y una cifra superior al millón de damnificados. En muchas zonas, carreteras, puentes y líneas de comunicación quedaron destruidas, lo que retrasa las operaciones de rescate y el acceso a ayuda humanitaria.
En Sri Lanka, el paso del ciclón Ditwah dejó más de 300 desaparecidos y obligó a cientos de miles de familias a buscar refugio temporal. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) advirtió que solo en este país alrededor de 275.000 niños se vieron directamente afectados por el temporal.
La situación se agrava porque la región fue golpeada simultáneamente por los ciclones tropicales Ditwah y Senyar, que provocaron intensas lluvias, inundaciones repentinas y deslizamientos de lodo.
Varias zonas ya habían registrado fuertes precipitaciones desde principios de noviembre, lo que convirtió este episodio en uno de los más destructivos de los últimos años. Filipinas, Malasia y Vietnam también habían sufrido tormentas severas semanas antes.
Organismos internacionales atribuyen las lluvias a la deforestación, la urbanización sin control y el agravamiento del cambio climático han potenciado los efectos de las inundaciones recientes, que arrasaron comunidades enteras.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dio a conocer que las pérdidas económicas son millonarias. Indonesia calcula daños superiores a 4.000 millones de dólares, de acuerdo con el Centro de Estudios Económicos y Jurídicos (Celios); en Sri Lanka, las autoridades estiman entre 6.000 y 7.000 millones de dólares, mientras que en Tailandia el impacto representa entre 0,1 y 0,2 % del PIB.
Equipos militares, brigadas de rescate y miles de voluntarios trabajan día y noche para distribuir alimentos, agua potable, medicinas y cobijo a los afectados. Aunque en países como Tailandia y Malasia el número de víctimas mortales es menor, millones de personas sufrieron cortes de servicios básicos y desplazamientos forzados, lo que evidencia la dimensión regional del desastre.
De acuerdo con varios especialistas, el episodio demuestra cómo la combinación de fenómenos climáticos extremos y entornos naturales debilitados puede convertir lluvias intensas en tragedias humanas de gran escala, lo que refuerza la urgencia de fortalecer las políticas ambientales y los sistemas de prevención en toda la región.