El imperio y el secreto imposible

En La medida en que crece el inmenso aparato de inteligencia del gobierno delos Estados Unidos en su inalcanzable propósito de controlar y dominar los habitantes del planeta Tierra y imponerle sus designios imperialistas, se presente más fisuras en sus estructuras de espionaje internas e internacionales, descubriendo sus actividades criminales que violan los derechos a la privacidad de sus propios ciudadanos y vulneran las libertades de personas y gobiernos extranjeros a quienes, conforme al Derecho Internacional, deberían respetar.

Desde que se fundó al Estado como instrumento de dominación de las Clases Propietarias (Gentiles, Esclavistas, Señores Feudales, Burgueses y otras expresiones no proletarias) surgió un tipo de persona dedicada a vigilar la vida de los ciudadanos y ciudadanas y de los extranjeros dentro de su territorio, con el fin de prevenir y neutralizar acciones contrarias al interés del Estado pero, en la medida en que el Estado de clase fue transformándose en una mega-estructura jurídica y política de opresión y explotación, en donde la guerra de agresión para conquistar territorios, apoderarse de sus riquezas y explotar a sus habitantes se hizo política de Estado, estos elementos se hicieron vitales para la seguridad y del poderío del Estado; cada vez más enfrentados a rivales y enemigos internos y a los otros Estados que le disputaban su dominio territorial, económico y militar dentro y fuera de su territorio.

Hoy, con el desarrollo científico-técnico y las complejidades de la lucha intra e inter estatales en un mundo caótico, conflictivo y en crisis civilizatoria terminal, el Estado avanza indetenible en la incursión en los espacios más íntimos de la privacidad humana e incursiona, con todos los medios electrónicos y humanos posibles en todas las esferas de la vida social, destruyendo los residuos del viejo Estado Liberal respetuoso de la formas en el respeto de la intimidad, honor y vida privada y protector de su orden jurídico interno e internacional para transformarse en un Estado Canalla que supedita derechos, garantías y libertades de los individuos y grupos sociales al interés “superior” de la Seguridad del Estado, en un orwelliano proceso que esclaviza la sociedad y desprecia a sus integrantes.

Las recientes experiencias de la Red Anonimus, del comunicador cibernético australiano Julian Assange, el analista militar norteamericano de inteligencia, Bradley Manning y el espía de la CIA Edwuard Snowden, involucrados en la publicación de cientos de miles de documentos relacionados con las operaciones encubiertas del poderoso aparato de gobierno de los Estados Unidos de América y de otras potencias, no siendo las únicas, son las expresiones más recientes y espectaculares de la reacción de la sociedad mundial sobre el avasallante poder de control y manipulación de un Estado frente a los derechos de dignidad, privacidad y honor de los ciudadanos que, ya no se limita a la facultad discrecionalidad de los jueces de otorgar órdenes de suministro de datos e intercepción de teléfonos y otros medios electrónicos de comunicación y difusión (correos, pin, twiter, Facebook etc) de personas e instituciones, sino que también se atreve realizar operaciones ilegales para invadir la privacidad de cualquier persona, empresa o institución pública y privada, sea norteamericana o de cualquier parte del planeta, con absoluta impunidad y con el amoral pretexto de la Seguridad del Estado, la protección de sus aliados y la defensa de sus intereses globales.

Este derrumbe de las fronteras de los Estados Nacionales, los muros de la intimidad personal y la seguridad de empresas e instituciones, es la continuación – con el mismo pretexto - de la legalización de la tortura como medio legítimo de obtención de información de un prisionero, la captura, secuestro, desaparición de personas y su enjuiciamiento por tribunales excepcionales sin las garantías judiciales universalmente aceptadas, el uso de medios bélicos no controlados (drones) para operaciones de combate clandestinas, la contratación de bandas terroristas para alcanzar fines políticos y militares en países no amigos y la conversión de las sedes diplomáticas, consulares y de agencias de “ayuda internacional” y de lucha contra el narcotráfico, en verdaderas estaciones de espionaje y guerra de baja intensidad, en países con posiciones políticas distintas a las sostenidas por el gobierno de los Estados Unidos.

Esta demencial y por demás antidemocrática conducta interna e internacional del Estado usamericano confirma el comienzo del fin del Estado como tradicionalmente se le ha conocido y del cual emerge un nuevo aparato de opresión humana que obtiene su legitimidad a partir de su propio poder, que tiene su base jurídica como mera referencia vinculante con sus ciudadanos, que desconoce el orden interno de los otros Estados y el Derecho Internacional, y se prepara, definitivamente, para la guerra total y definitiva contra la Humanidad, con el fin de garantizar su supervivencia, más allá, de los tiempos que la historia de la Humanidad le han concedido, aunque el precio de su inútil propósito sea la destrucción del planeta Tierra y la extinción de la Humanidad.


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Yoel Pérez Marcano


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