La reciente transmisión de un documental en el canal 4 de Inglaterra sobre un “emprendedor”, que luchando contra todas las adversidades del mercado ha logrado crear una fábrica de chocolate, ha encendido las alarmas del gobierno venezolano. El “emprendedor” Willie Harcourt-Cooze compró hace diez años la Hacienda “El Tesoro” en Choroní, la cual tiene una extensión de cuatrocientas hectáreas; la entera producción de la hacienda es exportada a Inglaterra, donde el grano de cacao es procesado y convertido en un espectacular producto.
El chocolate es comercializado como “Fair Trade”, lo cual significa que es elaborado de una manera que no daña los intereses de pequeños productores a los cuales se les paga un precio justo por su producto. Por supuesto este no es el caso aquí, ya que el señor Harcourt no solamente es el fabricante del producto en Inglaterra, sino también el dueño de la tierra y el “productor” del grano de cacao. A los demás productores les paga un precio mucho menor (casi la mitad de lo que realmente vale), que demás está decir es patrimonio de la costa venezolana y por ende de los habitantes de Choroní y otros pueblos de la costa, y no del señor Willie Harcourt-Cooze.
¿Cómo es posible que dicho evento haya pasado desapercibido para el gobierno durante un lapso de diez años? Nadie sabe la respuesta. Bastó que el presidente Chávez se hiciera eco hace dos años atrás para que ordenara una investigación; ¿qué ha pasado desde entonces? Pues nada, el Juzgado Superior Agrario de la Circunscripción Judicial de Cojedes sentenció hace dos meses la nulidad del recurso administrativo mediante el cual el INTI dictaba medida cautelar y de aseguramiento de la Hacienda El Tesoro. La medida a mi parecer es ajustada a derecho; ese no es el problema. El problema es que tenemos un sistema jurídico que deja que cualquiera venga y se compre cualquier cantidad de hectáreas de tierra, las ponga a producir y exporten el producto, sin que siquiera el pueblo venezolano se entere.
El problema es que el cacao de Choroní debe ser producido, procesado y comercializado desde Venezuela; su calidad así lo amerita. El problema más allá de ser legal es ético, ¿hasta cuándo vamos a tener emprendedores extranjero viniendo a Venezuela para llevarse nuestras materias primas? El gobierno debe llevar adelante la expropiación de esos y otros terrenos que están en Choroní aún en manos que no sean las de la gente del pueblo, ser divididas entre los productores de cacao (eso de cooperativas no sirve), y crear una empresa mixta que se encargue de darle asistencia, créditos y que logre comercializar el producto en el país y en el extranjero. Los precios de ese cacao no pueden ser los mismos del mercado internacional, pues el producto supera con creces la calidad de cualquier otro cacao en términos de pureza y sabor.
Si el señor Willie Harcourt-Cooze quiere cacao, pues que se lo compre a los productores, bajo las condiciones de éstos y no las de él; pues por muy emprendedor que sea no puede venir a Venezuela, comprar la tierra y convertirse en amo y señor de Choroní. Por aquí en Inglaterra anda de lo más feliz e inclusive estuvo en la fiesta del 5 de julio celebrada en la Embajada de Venezuela; la cuestión es que a las fiestas de la embajada no se entra sin invitación. ¿Lo invitó Moncada?
Si mal no recuerdo hace ocho años eran franceses los que le compraban a los productores de Choroní el cacao; ¿qué pasó con esa gente? Compraban a buen precio, no el mejor pero era lo que se podía hacer en aquellos momentos; no vinieron a comprar terrenos ni a imponer precios ni reglas. En Europa la fama del chocolate ya es lo suficiente como para entablar buenos negocios en buenos términos para la gente de Choroní y toda la costa; es hora de que el gobierno muestre su eficiencia, no sólo expropiando sino también estableciendo buenas empresas mixtas con el pueblo.
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