Espejismos Forestales

En diciembre 2024 se realizó un reencuentro de egresados de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la Universidad de Los Andes. Participaron unos 300 profesionales del sector, con una amplia variedad de experticia y antigüedad en el ejercicio de la profesión.

El 12 de diciembre 2024 se realizó un evento en el Aula Magna, el recinto más prestigioso de la Universidad. Todos se presentaron con toga y birrete, incluyendo al Rector, Mario Bonucci, al Decano de la Facultad de Ciencias Forestales, ex-decanos, profesores y otras autoridades de la institución.

El orador de orden, ingeniero forestal Omar Carrero, presentó los criterios básicos de un proyecto que mes y medio después puntualizó a través de una presentación a distancia ante una audiencia de unos 200 ingenieros forestales (1). Se refiere el establecimiento de 1,37 millones de hectáreas de plantaciones forestales con fines comerciales en 20 años, a razón de 68.600 ha/año, más 500.000 hectáreas de plantaciones con fines de protección, a razón de 50.000 ha/año durante 10 años.

Debido a la majestuosidad del evento en que fue presentada la propuesta en referencia, al recinto donde se presentó y a las autoridades universitarias allí presentes, conviene que sea analizada por especialistas de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales y que se emita opinión al respecto. El silencio tiende a interpretarse como signo de aprobación.

Entre los aspectos más resaltantes se encuentra la ausencia de la palabra "dólar". Una iniciativa de esta magnitud implica una inversión de miles de millones de dólares. La propuesta hace referencia a potenciales "inversionistas nacionales y extranjeros", aunque ningún inversionista la tomaría en consideración sin un análisis financiero. La propuesta excluye referencias a inversiones, costos, precios, ingresos, beneficios, tasas de retorno.

Una iniciativa de esta naturaleza debe fundamentarse en los principios de sustentabilidad establecidos a través del Acuerdo Internacional de la Madera Tropical de la Organización de Naciones Unidas, acuerdo del que Venezuela forma parte desde hace décadas. Es el mecanismo más conveniente y expedito, con reconocimiento y apoyo internacional, para garantizar tanto la sustentabilidad de la iniciativa como acceso a mercados internacionales.

Entre tales requisitos se encuentran las evidencias de la sustentabilidad financiera del proyecto a desarrollar. Una iniciativa que no sea económicamente rentable es por definición insostenible. No puede ni debe depender de dádivas, subsidios o incentivos gubernamentales, intrínsecamente volátiles. La ausencia de un análisis económico de la propuesta en referencia deja en entredicho su viabilidad, su sustentabilidad operativa y el eventual acceso de lo que se produzca al mercado internacional. Es un requisito indispensable.

La propuesta parece atada a la creación de un "Instituto Autónomo de Desarrollo Forestal, con personalidad jurídica, patrimonio propio y autonomía financiera". Este instituto sería financiado con fondos públicos. La propuesta sugiere que el estado le transfiera gratuitamente a este instituto nueve (9) millones de hectáreas del patrimonio público, aptas para la reforestación. Luego se procedería a la "Dotación de tierras, convenios claros y de estímulo para el establecimiento de plantaciones forestales y agroforestales"

Se sugiere también "Crear líneas de financiamiento para el establecimiento de plantaciones forestales y agroforestales"

Se sugiere que el estado suministre las tierras y financie el establecimiento de plantaciones, con fondos públicos, a través de "incentivos" y de "estímulos". También se sugiere que el estado negocie financiamiento internacional para la iniciativa. Empresarios privados se encargarían de establecer y administrar las plantaciones, en tierras públicas y con financiamiento público, convirtiéndose en propietarios de los beneficios económicos que se deriven. "El que siembra es dueño de la cosecha - sin trabas para su aprovechamiento, industrialización y comercialización".

No faltará quien argumente que quien reclame derechos sobre las cosechas deba también asumir las responsabilidades involucradas: invertir su propio dinero y plantar en sus propias tierras.

Tampoco faltará quien argumente que reclamar derechos privados sobre cosechas obtenidas en tierras públicas, propiedad de todos los venezolanos, con financiamiento público, de todos los venezolanos, o con financiamiento negociado por el estado en instancias internacionales, es un acto de corrupción. Tales cosechas deberían pertenecer a todos los venezolanos.

La propuesta se refiere al establecimiento de "1,373 millones de hectáreas en 20 años con fines industriales", sin mencionar la justificación de esa magnitud. ¿Por qué no el doble, o la mitad de esa superficie?

Aunque se refiere a plantaciones "con fines industriales", se excluye también referencia a la cantidad de madera comercial que se produciría anualmente, a la rentabilidad de la propuesta, a los precios a los que se podría colocar esa producción en el mercado, a las tasas de retorno.

El objetivo parece ser el establecimiento mismo de las plantaciones.

Normalmente el establecimiento de plantaciones no es un objetivo, ni debería serlo. Las plantaciones son solo medios para alcanzar objetivos definidos: un determinado beneficio financiero, la producción de una determinada cantidad de madera industrial a precios competitivos, el suministro de materia prima a empresas procesadoras del sector, la construcción de viviendas, muebles, la fabricación de tableros, papel, etc.

La propuesta tampoco hace referencia a la mitigación de CO2 que se lograría durante los primeros 20 años de maduración de las plantaciones.

Sin embargo, especula sobre la mitigación de CO2 que se lograría a partir del año 20: "Captura de CO2 de 712 millones de toneladas métricas por año a partir del año 20"

Los árboles no capturan CO2. Lo mitigan. Inhalan CO2 de la atmósfera, lo combinan con agua, retienen los átomos de carbono y emiten moléculas de oxígeno. El carbono pasa a formar parte de moléculas de glucosa, a través de la fotosíntesis. Las moléculas de glucosa se encadenan y entrelazan hasta formar fibras de celulosa. La biomasa del árbol aumenta, almacenando cada vez más átomos de carbono que antes se encontraban en la atmósfera en forma de CO2. La biomasa no contiene CO2, sino átomos de carbono.

Aproximadamente la mitad del peso seco de la biomasa de un árbol corresponde a átomos de carbono. Del peso seco de la biomasa se deriva la cantidad de CO2 mitigado.

Para estimar la cantidad de CO2 mitigado por las plantaciones propuestas por Omar Carrero en el proyecto en consideración fue necesario asignar valores a variables básicas que no especifica: el crecimiento medio anual (14 m3/ha-año), la densidad seca de la madera (500 kg/m3), la intensidad de las entresacas o aclareos (80 m3/ha) y la magnitud de la cosecha final a los 20 años de edad (200 m3/ha).

Nótese que el rendimiento promedio anual asumido es 70% superior al registrado en las plantaciones de Pino caribe en el oriente del país (8,5 m3/ha-año a la misma edad). Implica una selección cuidadosa de las tierras a utilizar y una proyección optimista.

Partiendo de estas variables, al final del primer ciclo de 20 años se habrían mitigado 230 millones de toneladas de CO2, excluyendo la biomasa de los aclareos. La biomasa viva remanente se refiere a la que permanece en sitio después de los aclareos, con la excepción de la cosecha final. Por biomasa viva se entiende la biomasa de todo el árbol: fuste, ramas, hojarasca, raíces.

Durante los primeros 20 años de desarrollo, bajo un escenario optimista, las plantaciones mitigarían 230 millones de toneladas de CO2 en su biomasa viva remanente, la que permanece en sitio. Pero, según el ingeniero Carrero, a partir del año 20, por razones desconocidas, elevan súbitamente la mitigación de CO2 a 712 millones de toneladas cada año, más del triple de lo acumulado durante los primeros 20 años. La mitigación de CO2 anual saltaría súbitamente, sin motivo ni explicación alguna, de 20 millones a 712 millones anuales.

La presunta mitigación de 712 millones de toneladas de CO2 por año "a partir del año 20" no sólo es inexplicable, sino que tiene severas implicaciones. La mitigación de CO2 implica una acumulación proporcional de biomasa. Implica un crecimiento proporcional de los árboles en la plantación.

La mitigación de 712 millones de toneladas anuales de CO2 a partir del año 20 implica que la biomasa seca aérea de las plantaciones se elevaría de 107 millones en el año 20 a 3.260 millones en el año 40, descontando las cosechas e incluyendo todas las edades. Sólo las de 20 años de edad (68.600 ha) en el año 40 elevarían su biomasa seca aérea a 280 millones de toneladas, equivalente a 4.080 toneladas por hectárea.

La biomas aérea promedio de los bosques naturales de las selvas de Venezuela es de apenas 260 toneladas por hectárea.

Nada ni remotamente semejante a lo sugerido por Omar Carrero se ha conseguido en ninguna parte del mundo.

Para el año 20, cuando se cosecha el primer lote de 68.600, la producción de madera comercial rondaría los 14 millones de metros cúbicos rollizos, con un promedio de 200 m3/ha.

La biomasa aérea correspondiente a esa producción es de aproximadamente 9,2 millones de toneladas, de las que 7 millones corresponden a la biomasa de la madera industrial aprovechada (14 millones m3 rollizos).

Como consecuencia de la acumulación de biomasa para la mitigación de 712 millones de toneladas de CO2 por año a partir del año 20, según la propuesta de Omar Carrero, la biomasa de los árboles de 20 años de edad crece cada año, como todos los demás, por lo que la cosecha anual en metros cúbicos también crece.

Para el año 40 la biomasa seca aérea acumulada sería de 3.260 millones de toneladas. A las de 20 años de edad le corresponderían 280 millones de toneladas. Se cosecharían entonces 205 millones de toneladas como madera industrial rolliza. La producción de madera industrial se elevaría así a 410 millones de m3 rollizos en el año 40, equivalente a 5.980 metros cúbicos por hectárea y 30 metros cúbicos por árbol.

Para el año 40, cuando se cosechen las plantaciones establecidas en el año 20, cada árbol registraría un diámetro promedio de dos (2) metros y 50 metros de altura, a los 20 años de edad.

Es evidente que algo está fundamentalmente errado en la propuesta de Omar Carrero. La sugerencia de que estas plantaciones puedan mitigar 712 millones de toneladas de CO2 "a partir del año 20" es contraria a las leyes físicas y biológicas que controlan estos procesos.

En realidad, si a partir del año 20 se cosechan cada año los árboles de 20 años de edad (68.600 ha/año), la biomasa acumulada de toda la plantación, incluyendo todas las edades, se mantiene constante. Por lo que la mitigación acumulada de CO2 durante los primeros 20 años también se mantiene constante del año 20 en adelante.

A partir del año 20 no se registra mitigación adicional de CO2 a la acumulada durante los primeros 20 años. La mitigación de CO2 "a partir del año 20" no es, ni puede ser, de 712 millones de toneladas anuales, ni de ninguna otra magnitud. El valor correcto es nulo (cero).

Conviene que la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la Universidad de Los Andes revise cuidadosamente la propuesta en cuestión, previo a un pronunciamiento al respecto. La ausencia de un pronunciamiento puede interpretarse como signo de aprobación.

Quizás estas observaciones puedan también servir al estudiantado de esa facultad como un llamado de atención sobre la conveniencia de manejar este tema con destreza, debido a su creciente importancia, tanto para la profesión como para el país.

Informe completo en este enlace



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Julio César Centeno

Ingeniero; estudios de maestría y doctorado en la Universidad de California. Profesor de la Universidad de los Andes. Director Ejecutivo del Instituto Forestal Latino Americano. Vicepresidente de la Fundación TROPENBOS, Holanda.

 jc-centeno@outlook.com

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