¿Hacia donde va Europa y qué hacer desde América Latina?

El panorama europeos durante las últimos meses permite esbozar la emergencia de cinco grandes propensiones políticas:

1. La todavía tibia pero creciente reacción popular contra la agenda globalizadora, fenómeno que enfrenta los intereses de los designios económico-expansionistas de 5 de las grandes economías europeas (Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España).

2. la emergencia de grupos de izquierda, frente a cuya acción parte de los gobiernos europeos aparecen desplegando una resuelta política entre distractiva de su población (neo-televisión, video-juegos, pornografía, incesante promoción del consumo), y una política de disuasión de las adhesiones a los movimientos antisistémicos (persecución y criminalización de líderes, políticas de propagación cotidiana del terror interno y fomento de un patriotismo enajenado).

3. La tendencia a la desintegración gradual de los Estados-nación y su relevo por entidades políticas más pequeñas y políticamente más fácilmente manejables para el imperio como Montenegro, Serbia, Transnitria, etc.).

4. La creciente adquisición de toda la cadena de medios incluyendo el Internet, en cada vez menos manos (básicamente propiedad de grandes multinacionales y monopolios).

5. La ejecución de movimientos tácticos y estratégicos para rearticular un nuevo eje de poder neo-imperial europeo sobre el Tercer Mundo (Países Árabes y Latinoamérica y África) por vía de rearticular una alianza entre las nuevas fuerzas políticas más recalcitrantes y conservadoras de Alemania, EEUU y Japón.

En este ambiente, las grandes potencias de Europa Occidental (especialmente Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España) pero también otros países más pequeños (Polonia, Países Bajos) aparecen aguijoneando la emergencia de una nueva agenda de movimientos básicamente tendientes a garantizar:

1. Seguridad energética: Básicamente de petróleo y gas, sobre todo de cara a una previsible amplificación de las tensiones en el Golfo Pérsico o en la frontera entre Rusia y Belarús.

2. Seguridad ambiental (al menos relativa): de cara a previsibles catástrofes ambientales de gran proporción (guerra química, bacteriológica o nuclear).

3. Gobernabilidad política interna sobre la base de la supervisión, control, desmantelamiento o, cuando menos, neutralización de las iniciativas de los nuevos movimientos alternativos, de izquierda y/o anti-sistémicos.

4. Gobernabilidad geopolítica externa. Dimensión que explica la expansión de nuevas bases militares en el tercer mundo y las recurrentes ejercicios militares, comandadas por la OTAN.

5. Seguridad financiera internacional: a objeto de compensar cualquier eventual súbita caída considerable del dólar por medio del efecto balanza compensador del sistema financiero mundial soportado en el inmediato fortalecimiento del euro.

6. Seguridad jurídica: que se conseguiría mediante el ajuste de los marcos jurídicos nacionales y de organismos internacionales al nuevo ambiente de reacomodo global de los argumentos válidos para emprender ataques preventivos contra países o regiones potencialmente amenazantes de sus intereses.

7. Resguardo del derecho preferencial de las grandes multinacionales (estadounidenses y europeas) a explotar los colosales recursos energéticos, emplazados en el Tercer Mundo. Esta pauta explica, entre otras, las fuertes reacciones del gobierno de España de cara a la reciente nacionalización de los hidrocarburos por parte del gobierno de Bolivia.

Panorama de oportunidades

El cuadro de propagación de movimientos de varia índole en el Tercer Mundo pareciera estar favoreciendo como reacción una activa re-configuración de alianzas entre varias de las grandes potencias económico-bélicas del planeta.

El objetivo de fondo es contener la “sedición tercermundista”, por lo visto ilusionada con usufructuar sus materias primas y energéticas en desmedro de los intereses estratégicos de los países centro.

Se hace cada vez más claro que más que promocionar los tímidos y casi neutralizados movimientos internos de resistencia emplazados en el corazón capitalista europeo-estadounidense, hay que propiciar la refundación de los Organismos Internacionales mediante la articulación de nexos reales con naciones y pueblos efectiva o potencialmente aliados.

Paralelamente luce clave reforzar la consciencia colectiva sobre este nuevo mapa de intereses (y movimientos re-articuladores del imperio), apuntalándonos en el poder irradiador de los medios masivos de comunicación.

Definir con claridad los objetivos a contrarrestar en la cada vez más activa agenda del oponente, definir el centro de gravedad de la batalla a librar, y diseñar una estrategia (altermundista) propia constituyen ingredientes básicos para (al menos) defenderse con éxito.

Matrices a posicionar:

Si es correcto este análisis, y los anteriormente citados elementos fueren algunos de los nuevos objetivos de parte de Europa en la realineación imperial resulta estratégico patrocinar mundialmente las tesis según las cuales:

1. La Seguridad Energética (del primer mundo) no funda derecho internacional para intervenir (ni política, ni mediática y mucho menos militarmente) en países (del Tercero).

2. Ningún país tiene derecho a infectar el planeta de radiaciones, producto de la aplicación de “intervenciones nucleares”.

3. Debe ampararse internacionalmente el derecho a constituirse, existir (y accionar políticamente) de los movimientos sociales en el mundo (incluyendo el Primer Mundo). El derecho de autodeterminación de los pueblos debe tener precedencia por sobre el de los países.

4. Resulta irrealizable apuntalar este cuadro de políticas mientras la mayoría de los medios sigan imperturbablemente en manos de los grandes poderes del capital(ismo). Quien defienda deponer el poder mediático a los designios de los grandes intereses defiende por tanto la conculcación de derechos inalienables de los pueblos. Y más grave aun, consciente o inconscientemente, escuda la intrusión del discurso del enemigo (a las mentes o el territorio) propio.

5. Frente a una latente nueva arremetida política-militar imperialista bajo la modalidad de bloque, no cabe sino la rearticulación de bloques alternativos de naciones, pero sobre todo, de pueblos. La variable cultural/ comunicacional aquí resulta clave, pero pocos parecen percatarse de e ello.

6. A los pueblos no se les llega efectivamente con una política exterior (por arriba) de negociaciones bilaterales ni multilaterales. Hay que poner a la mesa de discusión (de gobierno) a los propios pueblos entre sí. Este es el reto de los gobiernos alternativos en estrecha asociación con los medios de comunicación alternativos. No defender políticas puntuales. Sino defender amplios proyectos, lineamientos consensuados y auspiciados (transversalmente) desde diferentes colectivos ubicados en distintos continentes, regiones y naciones.


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Luis Delgado Arria


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