La crisis multidimensional global pica y se extiende

"La razón última de todas las crisis reales es siempre la pobreza y la limitación del consumo de las masas frente a la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las fuerzas productivas como si no tuviesen más límite que la capacidad absoluta de consumo de la sociedad".

Karl Marx

"No observamos otra cosa en el mundo capitalista que una constante e imparable acumulación de riquezas en pocas manos y una infinita pobreza por toda la faz de la tierra"

Francisco Umpiérrez Sánchez

Se inicia el año 2024 en una situación de profundización de la crisis global sistémica y civilizatoria que sacude al mundo. Todas las señales apuntan a la exacerbación de las contradicciones que se desarrollan en lo político, lo económico, lo militar, lo social, lo cultural y lo ambiental. Todas expresan las consecuencias de la lógica del capital, absolutamente preponderante en el mundo actual.

Comencemos con un ejemplo nítido, que refleja el dominio del capitalismo que hemos mencionado: se producirá en Cuba, el próximo mes de febrero, según ha anunciado el gobierno de la isla, un aumento del 500 por ciento en los precios de la gasolina, lo cual tiene como objetivo recaudar ingresos y divisas para pagar las importaciones de combustible. Los precios en el surtidor aumentarán de 25 pesos cubanos a 132 pesos por litro, o sea, los precios están saltando de 3,94 dólares por galón a 20,86 dólares. Esto revela cuán dependiente es Cuba de la economía capitalista global. A pesar de su independencia (política, no económica), no puede escapar a la lógica del capital dominante y sufre las consecuencias del fluctuante mercado petrolero, afectado ampliamente por las guerras de Ucrania y del Medio Oriente. La economía cubana ha luchado por recuperarse del brote de la pandemia de coronavirus y de las sempiternas sanciones impuestas por Estados Unidos. Las reservas de divisas de Cuba suelen verse reforzadas por el turismo, y esa vía se cerró por completo en 2020. Esto dificultó la compra de importaciones y provocó una inflación galopante en todos los bienes, incluidos los alimentos y las medicinas.

Otro ejemplo: la situación de Ecuador, signada por un estado de virtual guerra interna entre bandas criminales y el Estado, lo cual fue definido por el presidente Noboa como un "conflicto armado interno", después de haber decretado estado de excepción y toque de queda en el país por un lapso de 60 días. ¿Ahora bien, cuál es el verdadero conflicto que vive Ecuador? En la base de todo ello está el hecho que el narcotráfico es uno de los más lucrativos negocios capitalistas actuales. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el comercio ilegal del crimen organizado en torno al narcotráfico suma ganancias anuales de más de 2 billones de dólares. Esta cifra equivale a un 3,6% de todo lo que produce y consume el planeta en un año, o en clave latinoamericana, a cuatro veces el PIB de Argentina o casi diez veces el de Colombia, dos países de ingreso medio alto a nivel mundial. El negocio involucra a importantes factores institucionales, como políticos, jueces, fiscales, y jefes policiales y militares.

De hecho, a mediados de diciembre, la fiscalía del país lanzó una megaoperación contra la corrupción y el narcotráfico, con decenas de redadas en distintos puntos de Ecuador. El operativo Metástasis, como lo bautizó la Fiscalía, llevó a la detención de 29 personas, entre las que se encuentran jueces, fiscales, policías, abogados y sujetos relacionados con el crimen organizado. Entre los arrestados había rostros de alto perfil para la sociedad ecuatoriana, como Wilman Terán, presidente del Consejo de la Judicatura, un organismo estatal que vigila y disciplina la función judicial. La fiscal general de Ecuador, Diana Salazar Méndez, afirmó que "El caso Metástasis es una radiografía de cómo el narcotráfico se ha tomado las instituciones del Estado para, a través del dinero mal habido, operar desde instancias judiciales y políticas y lograr impunidad en algunos casos".

Las bandas ecuatorianas, que tienen en las cárceles sus principales centros de mando y operaciones, están vinculadas a los grandes carteles de la droga de México y Colombia. El Departamento de Estado de EE.UU. calculó en 2019 que un tercio de la cocaína de Colombia pasa por Ecuador antes de dirigirse a Norteamérica y Europa. Los grupos criminales ecuatorianos tradicionalmente operan de manera fragmentada, actuando fundamentalmente como subcontratistas de organizaciones criminales extranjeras.

Estamos, pues, ante una red internacional del narcotráfico que trabaja además con una eficiente división del trabajo. En esta red, las franquicias criminales ecuatorianas se encargan del procesamiento y la distribución de la droga que se produce en Colombia y Perú. En América Latina, las cabezas de esa organización se hallan en México, sobre todo el Cartel de Sinaloa y el Cartel de Jalisco Nueva Generación.

A pesar de los diferentes esfuerzos de la policía y militares en ocasiones anteriores, la situación de violencia en Ecuador continúa escalando. Las organizaciones internacionales vinculadas al narcotráfico protagonizaron una descentralización de las cadenas de producción y distribución de la cocaína que metió en el negocio a los grupos mafiosos de Ecuador. Estos grupos, que operan especialmente en la frontera, en los departamentos colombianos de Nariño y Putumayo, se alían con los carteles mexicanos y otras organizaciones europeas, principalmente de los Balcanes occidentales, que llegan a la zona.

Al ser un gran negocio capitalista mundial, que genera ingentes cantidades de dinero, el narcotráfico tiene un gran poder de compra de conciencias e instituciones. Los daños que causa permean a toda la sociedad, como un cáncer en permanente metástasis que afecta a la salud pública, al presente y al futuro de los jóvenes, y a la paz. No hay ninguna posibilidad inmediata de erradicarlo, ya que el tratamiento policial, judicial y militar que se aplica no ha evitado su constante expansión y crecimiento. Es simplemente imposible de vencerlo dentro de los parámetros y la lógica del capitalismo y se trata de una de las lacras principales del sistema que empuja a la humanidad hacia un callejón sin salida.

Lamentablemente, hay muchos otros factores de la crisis global que debemos considerar, como el síndrome de péndulo que afecta a las fuerzas políticas del mundo, que plantea una situación de volatilidad de las masas, que apoyan o votan alternativamente a fuerzas progresistas o conservadoras. Tomemos el caso de Argentina y la elección a la presidencia de Javier Milei. Vimos como un candidato de lo que se ha llamado la "antipolítica" derrotó al candidato kirchnerista Sergio Massa. El capitalismo ha tenido un gran éxito en diluir las fronteras ideológicas a su favor. Así pues, la izquierda mundial se ha alejado de los planteamientos socialistas, que, a decir verdad, han fracasado a menudo en el ejercicio de gobierno, en parte debido a las presiones de los propios conservadores e imperialistas, en parte por sus propios errores, inconsecuencias e incoherencias, generando decepción, frustración y alejamiento de las masas.

Por supuesto, el neoliberalismo representado por Milei, versión más salvaje del capitalismo, fracasará como siempre lo ha hecho, aumentando así la contradicción entre las masas y los "políticos", cerrando así los caminos hacia alguna transformación real de la sociedad. Todo esto crea una situación bizarra en la que los pobres y los empobrecidos (clase media proletarizada) se lanzan a las calles a protestar, sin metas claras, sin programas y sin dirigencia o liderazgos confiables. Una situación en la que las masas no quieren lo que tienen, no tienen lo que quieren, y los que es peor, no saben lo que quieren. En ese contexto, las luchas populares no se mueven hacia la transformación radical de la realidad, que es absolutamente necesaria, sino a la profundización del caos que se manifiesta de muchas maneras, con guerras, miserias, marcada decadencia cultural, desintegración humana, desconexión síquica con la naturaleza y crisis terminal ambiental.

Sobre la crisis ambiental, es notable lo que ocurre. El pasado13 de enero, los científicos europeos han confirmado oficialmente que 2023 ha sido el año más caluroso registrado, superando a 2016 por un enorme margen. La temperatura media mundial del año pasado fue de 14,98°C, 0,17°C más cálida que la de 2016, según "Copérnico", la iniciativa conjunta de la Comisión Europea y de la Agencia Espacial Europea para la observación de la Tierra. Además, cada mes de junio a diciembre de 2023 fue más cálido que el mes correspondiente de cualquier año anterior. Según la subdirectora de Copérnico, Samantha Burgess, "2023 no sólo es el año más cálido registrado, sino que también es el primer año en el que todos los días son 1°C más cálidos que el período preindustrial. Las temperaturas durante 2023 probablemente superen las de cualquier período en al menos los últimos 100.000 años".

Los expertos han alertado de que los cambios proyectados se han producido antes de lo esperado. "Definitivamente hemos visto una aceleración hacia eso, en lugar de ser una especie de progresión lineal. Parece que está aumentando mucho más exponencialmente", ha declarado una experta de la U.K.’s Royal Meteorological Society. Por supuesto, no faltarán los negacionistas y teóricos de la conspiración, que querrán desmentir esas cifras. Pero las evidencias se hacen cada vez más claras de forma física. Los caraqueños hemos experimentado un diciembre (que se extiende hasta comienzos de enero) inusualmente caluroso. El calentamiento global se siente cada vez más en nuestros cuerpos y es necesario preparase para olas de calor cada vez más frecuentes e intensas.

Para sumar a la crisis multidimensional, vemos el incremento de las situaciones de guerra. A los conflictos de Ucrania y Gaza, junto a muchos otros, se suma ahora la situación en Yemén, con los bombardeos de Estados Unidos e Inglaterra, vinculada a los eventos en el Mar Rojo.

La situación en la región del Mar Rojo afecta notablemente la economía mundial, ya de por sí en situación de terapia intensiva.

Ropa, comida, computadores y muchos de los productos que los consumidores compran habitualmente en las tiendas están demorando más días en llegar a su destino en medio de la crisis de seguridad que se está viviendo en el Mar Rojo.

Ataques que se atribuyen a los rebeldes hutíes de Yemen contra los buques mercantes que se dirigen al Canal de Suez por esa ruta marítima han obligado a las empresas de transporte a tomar una ruta de navegación alternativa mucho más larga y costosa por el sur de África, provocando retraso en las entregas.

Desde mediados de diciembre los ataques, cuyo objetivo según los rebeldes es castigar a Israel por la guerra en Gaza, se han intensificado. Los hutíes han declarado que esos ataques son solo contra los buques que se dirigen a Israel. Lo cierto es que el pasado martes, los ejércitos de Estados Unidos y el Reino Unido anunciaron que repelieron "el mayor ataque" hasta la fecha de los rebeldes hutíes tras derribar 18 drones, dos misiles de crucero y un misil balístico. Y este miércoles, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución exigiendo el cese inmediato de los ataques contra los buques mercantes, en la que se incluye una mención al derecho de los países miembros de la ONU de defender esos barcos de los ataques. En otras palabras, el Consejo de Seguridad ha apoyado las acciones estadounidenses y británicas, sin que Rusia ni China hayan ejercido su derecho a veto. Claro, esas dos potencias capitalistas también se hayan perjudicados por los ataques a los buques mercantes en una de las principales rutas del transporte marítimo comercial mundial.

Cuando armamos el rompecabezas de la situación mundial, no hay duda de que se deben prender las alarmas ¿Hacia dónde vamos? ¿Se ve alguna solución futura más o menos inmediata para el caos planetario? ¿O acaso hemos entrado en un túnel que no tiene salida?

Por lo pronto es necesario que nos hagamos una pregunta insoslayable ¿Cómo queda Venezuela en todo esto? ¿Cómo nos afecta la crisis multidimensional del capitalismo? Y, además ¿qué podemos esperar en este año electoral decisivo? A lo mejor me escribo ese artículo, quién sabe.



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Néstor Francia


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