¿Cuál es la política de los gobiernos "progresistas" de América Latina y El Caribe hacia el Imperialismo?

Habría hoy once gobiernos «progresistas y de izquierda» en la región de América La tina y el Caribe (ALC): Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Venezuela, Nicaragua, México, Honduras, Santa Lucía y Cuba (que se presenta como socialista)

En la oleada de elecciones de «gobiernos progresistas» durante la primera década de este siglo, estos han intentado renegociar los términos de la dominación imperialista. Todos son diferentes, pero ha habido nacionalizaciones y renacionalizaciones en detrimento del libre mercado, se han asignado recursos a programas sociales y, en algunos casos, ha habido una evolución del poder adquisitivo. Todo ello apoyándose en el gran aumento de los precios de las materias primas. Pero bajo el arbitraje de direcciones oscilantes, celosas de su posición, típicas del continente, que no han podido, o ni siquiera intentado, movilizar a las masas populares en el momento oportuno, cuando ha cambiado el viento, hasta la ruptura con el imperialismo.

Así, en la segunda década, la fuente empezó a secarse y el margen de maniobra a disminuir. El «mercado» organizó la vuelta de gobiernos abiertamente proimperialistas. Los golpes de Estado, que no han cesado jamás (Haití en 2004, Honduras en 2009), se hicieron más recurrentes, Paraguay en 2012, Brasil en 2016 y Bolivia en 2019. Fue un periodo de sufrimientos considerables para las masas, de explotación y, en algunos casos, incluso de oscurantismo.

Como reacción, en esta tercera década llega, grosso modo, la segunda ola «progresista» en la ALC, que es más extensa aún (Obrador, México, diciembre de 2018). Se desarrolla en condiciones diferentes, habiéndose agravado la crisis del capitalismo a partir de la crisis financiera de 2008 que llevó a los Estados Unidos a aumentar la presión sobre su «patio trasero». Hoy, las medidas de soberanía son escasas.

En el caso paradigmático del petróleo de la Venezuela de Chávez, hoy Maduro, bajo la presión estadounidense (937 sanciones), reduce las nacionalizaciones, reprime el movimiento sindical y persigue un acuerdo con Washington. La elección de esos «gobiernos progresistas» vino precedida, en muchos casos, de estallidos sociales precursores, semiespontáneos, en Chile, en Ecuador (ver el resultado de las elecciones), en Bolivia y en Colombia la primera vez. Otros de esos gobiernos provienen de la acumulación de tensiones: en México que supera el fraude por primera vez, en Argentina con la variante septuagenaria del peronismo, y en el Brasil de Lula con el PT. Ninguno de ellos ha proporcionado a Ucrania las armas exigidas por la responsable del comando Mando Sur de Estados Unidos, la general Laura Richardson, y también reclamadas por Scholz y Macron. En Chile Boric es pro-Zelenski, en cambio, Lula ha viajado por todo el mundo pidiendo con toda razón «el fin de la guerra y el alto el fuego».

Venezuela, Nicaragua y Cuba son pro-Putin. Lejos de formar un bloque frente a Washington, esos gobiernos son el producto contradictorio de la lucha de clases antiimperialista y por los derechos las masas han utilizado en las elecciones lo que tenían a mano-, y no son obra de nuevas direcciones o nuevos partidos, aunque los haya en las actuales condiciones del siglo. No procede aquí establecer una radiografía de las experiencias de esos gobiernos. Pero muy a menudo se utiliza la amenaza fascista para ocultar las decepciones resultantes de la primera oleada de gobiernos «progresistas» que no quisieron ir hasta la ruptura con el imperialismo. Argumento que se utiliza también para justificar la reducción del programa, la conciliación de clases y las injustificables alianzas con sectores proimperialista, que generan efectos de dispersión y desmovilización popular.

Tres ejemplos vivos

Tres problemas bastante actuales evidencian la no ruptura con el imperialismo

1-La cuestión del litio, «la riqueza del siglo» (automóviles, teléfonos móviles, etc.): solo el triángulo Argentina, Chile y Bolivia posee el 60% de las reservas mundiales, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). ¿Exportará la región el producto (mineral, baterías), como una semicolonia, o será capaz de internalizar un proceso industrial completo y soberano? De manera aislada, el triángulo no tiene capital (dinero y tecnología) para invertir y ser competitivo a escala internacional. Pero en lugar de unirse va cada uno por su cuenta: Chile como país plataforma para Estados Unidos, vía Tratado de Libre Comercio. Bolivia tiene un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, pero, por ahora, mantiene contratos con China y Rusia, y Argentina busca socios en China (veremos lo que hace el nuevo gobierno elegido). Perú tiene también Tratado de Libre Comercio y se orienta hacia Estados Unidos. Brasil y México, que tienen reservas, tendrán factorías de automóviles eléctricos con litio... pero extranjeras.

Diferentes potencias maniobran para acaparar este bien hoy fundamental. Nadie habla siquiera de una verdadera «integración regional» para la explotación conjunta y autónoma del control imperialista (recordad, en Venezuela, el Petrosur de Chávez nunca realizado). Incluso se observa una expansión de la presencia imperialista, apenas disimulada por el progresismo. Las consecuencias que ello tiene sobre los derechos obreros y sociales son devastadoras.

2.- Está la cuestión propiamente dicha del «Imperio del Norte». Estados Unidos mantiene una presencia a través de bases militares de proporciones variables en 22 países de la América central (1) del total de bases presentes en 130 países. El mundo es grande, pero la parte que corresponde a ALC es muy grande, teniendo en cuenta que no ha habido guerras desde hace decenas de años. De modo que el objetivo son los procesos políticos y los abundantes recursos -petróleo, litio y otros minerales raros, agua, sol y bosques- que son codiciados por las grandes potencias.

Las bases son un punto de presión política permanente y un punto de apoyo para la 4.ª flota de los Estados Unidos -marines, cazas, misiles y servicios de espionaje-, más o menos como las bases estadunidenses en el seno de la OTAN en Europa. Pero los gobiernos actuales no cuestionan al «gran hermano del norte». Recordemos que el imperialismo estadounidense dio «sus primeros pasos» como tal en el Caribe y los países de América Latina mediante la «diplomacia de las cañoneras". ¿Qué proceso de emancipación nacional y social puede sentirse seguro con semejante vecino en sus territorios?

3. - Hay mucha hipocresía en considerar como antiimperialista o tan siquiera «progresista» al gobierno de la pareja Ortega Murillo en Nicaragua. Es una dictadura asesina, contra la cual hay denuncias comprobadas, y cuyas políticas recomienda el FMI. País capitalista, Nicaragua exporta el 45 % a los Estados Unidos, de los que importa un 60% en tanto que miembro de CAFTA (2) (Acuerdo de libre comercio centroamericano).

La promoción a la categoría «antiimperialista» perjudica a la verdadera lucha antiimperialista, ayuda a la derecha y a la extrema derecha proimperialistas a calumniar y desorientar la lucha de los trabajadores. Es aún peor cuando se justifica mediante el razonamiento binario sobre la guerra de Ucrania («El enemigo de mi enemigo es mi amigo»), que oculta la responsabilidad de Putin para condenar a la OTAN.

Ruptura

Vemos que no se trata de un bloque. Porque esos gobiernos no tienen, en general, una política de ruptura con el imperialismo, que es la que se impone, y deberían formar un conjunto, porque, contradictoriamente, el dominio de Washington confiere una especie de unidad a la lucha por la emancipación nacional y social en el continente.

A menos que haya una deflagración desde abajo de un proceso de emancipación nacional, ¿intentarán esos gobiernos una nueva renegociación con Estados Unidos? ¿Intentarán «equilibrarse» con China durante un tiempo? ¿Conocerán un fin poco glorioso? Se puede y se debe apoyar tal o cual medida «progresista» de importancia, desde Colombia hasta Bolivia, así como deben condenarse otras medidas, desde México hasta Brasil.

Pero sin ruptura no habrá salida para los pueblos de este ciclo infernal de guerra social: tal es la necesidad que han señalado las oleadas de gobiernos «progresistas

1.- Curazao, Guadalupe, Aruba, Belice, Barbados, Martinica, República Dominicana, Puerto Rico, Haití, Guantánamo (Cuba), México, Honduras, El Salvador, Costa Rica

2-Central American Free Trade Agreement, acuerdo de librecambio firmado en julio de 2005 entre Estados Unidos y seis países de América Central (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, República Dominicana, Nicaragua) (NdE

* Marco Sokol: que es miembro del ejecutivo del PT, miembro del Comité Nacional del Diálogo y Acción Petista participante de la corriente, el trabajo del PT...

 

 

 

 

 



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