Gorbachov

"El Muro de Berlín se desmoronó porque un sistema basado en la igualdad se había olvidado de la libertad. Ahora, el sistema alternativo se desmoronará también porque, basado en la libertad, se ha olvidado de la igualdad. Y ambos de la justicia"

Mijaíl Gorbachov

Pienso que el papel de los individuos en la historia no es importante por sí mismo, sino en su relación con la circunstancia colectiva. Por eso rechazo frontalmente el culto a la personalidad. No miro la realidad con los ojos de Marx, ni con los ojos de Bolívar, ni con los ojos de Chávez, trato de hacerlo siempre con estos ojos propios míos que Dios me dio y me puso al frente de la cabeza. Esa misma mirada me permite llegar, libremente, a conclusiones heterodoxas, que me resultan más queridas, me asista o no la razón: Marx era un positivista burgués del siglo XIX; ni Bolívar ni el pueblo triunfaron en la Guerra de Independencia, sino las oligarquías del continente, con figuras como José Antonio Páez al frente; Chávez tuvo importantes aciertos y cometió graves errores. Por eso no soy marxista, ni bolivariano, ni chavista: con el pensamiento de estos personajes históricos mantengo acuerdos y diferencias. Al fin y al cabo, aprecio una sola religión: el budismo zen, por carecer de templos, dogmas, liturgias, rituales y mesías.

Me sorprende que partidos venezolanos que se definen como de izquierdas, hayan pasado por alto la muerte de Gorbachov, no por su muerte en sí misma, porque ese mismo día murieron miles de otras personas, sino por la importancia de este caballero en la disolución de la Unión Soviética, un tema que debería concitar especial atención en esos sectores, dado que la URSS fue el primer experimento de inspiración socialista a gran escala (antes fue la Comuna de París, que se concentró en algunas zonas de la capital francesa y duró menos de seis meses). Advierto que Gorbachov no es santo de mi devoción ni demonio que me atormente. Un personaje relevante de mi época, nada más.

Elegido Secretario General del Partido Comunista en 1985, Gorbachov anunció que la economía soviética estaba estancada y que la intervención era necesaria. Inicialmente, sus reformas fueron llamadas uskoréniye (aceleración), pero después se hicieron populares los términos glasnost (liberalización, apertura, transparencia) y perestroika (reconstrucción) ¿De dónde surgieron estas realidades? Hay quienes argumentan que los avances de la URSS en campos como la economía, la ciencia y la salud fueron "éxitos" del supuesto socialismo, pero no es verdad, porque una vez muerto Lenin, se entronizó una cúpula en el poder que fue estructurando, cada vez con mayor incidencia, una modalidad nueva del capitalismo: el capitalismo de Estado. Quienes se oponían a esta nueva burguesía burocrática eran execrados, como el caso de León Trotsky. El desarrollo de la URSS favoreció a esa cúpula y sus allegados, que se comportaron como colonias de moscas alrededor del "partido", pero el pueblo trabajador se vio sometido a cada vez más carencias, mientras el control del poder se dirimía en medio de intrigas y persecuciones, emulando la vieja y recurrente historia de la sociedad humana.

Una de las razones por las que implosionó el "socialismo" soviético fue la atroz opresión ideológica que impuso a la sociedad. La aberración del partido único, impuesta ahora por la burocracia cubana en la nueva Constitución del país insular, fue un instrumento de la burguesía burocrática para atornillarse en el poder colonizando todas las instancias sociales, tanto las institucionales como las no institucionales. La sola mención de la frase "partido único" encierra una contradictio in terminis, un oxímoron, una paradoja. Etimológicamente, la palabra "partido" proviene del latín partiri (dividir) más el sufijo -ido (participio pasivo), significando que "ha recibido la acción de partir" o sea que es una parte del todo. Desde el punto de vista político, un partido es una división, representa una fracción de la sociedad, un sector social. Siendo la sociedad por naturaleza plural y compleja ("cada cabeza es un mundo"), la unicidad partidista es absurda, e invariablemente y a la larga (o a la corta) va a exacerbar las contradicciones sociales, ya que una idea o pensamiento único es, como mínimo, una monstruosidad.

Quiso la vida que viviese yo tres años en la República Democrática Alemana, un país del "campo socialista", en la década de los sesenta del siglo pasado, una valiosa experiencia en vivo del "socialismo real". La RDA era el que tenía la mejor situación económica de los países colonizados por la URSS. Fui testigo de excepción del descontento social que cundía en aquel pueblo, ya que conocí de cerca a la clase obrera, pues ejercí como trabajador de base en fábricas y otras instituciones: en una acería, en una hilandería de lana, en el correo. Allí escuché el chiste de dos perros que eran amigos, uno vivía en el lado occidental y otro en el oriental. Este último solía cruzar a Berlín occidental a visitar a su amigo (podía cruzar el muro porque era perro y no humano). Era un animal bien alimentado, limpio, libre de pulgas, saludable. El occidental era un perro callejero, sin dueño, pulgoso, que se alimentaba de la basura. Un día el perro occidental, viendo las buenas condiciones en las que vivía el perro oriental, le preguntó: "si estás tan bien allá, porque pasas a cada rato para acá", y el otro le contestó: "es que a mí me gusta ladrar de vez en cuando". Ahí está el detalle, diría Cantinflas: pocos aceptan que los obliguen a pensar de una sola manera. Afortunadamente, en Venezuela no hemos llegado a esos extremos, pero estemos mosca, hay que tener cuidado con la marcada influencia que tiene la burocracia cubana en los actuales gobernantes nuestros. En fin, creo que es lo quiso decir Gorbachov con aquello de "El Muro de Berlín se desmoronó porque un sistema basado en la igualdad se había olvidado de la libertad".

En la "etapa Gorbachov", se inició en la URSS un proceso de apertura y liberalización política. En diciembre de 1986 se dio la orden de liberar al físico Andrei Sájarov, un símbolo oposicionista, aislado en 1980 por Brezhnev en la ciudad de Gorki. Aquel mismo año fueron liberados otros veintiún presos políticos.

En 1987, el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética aprobó las propuestas de permitir varios candidatos para las elecciones y el nombramiento de personas externas al Partido en cargos en el Gobierno, una verdadera revolución para entonces. El año 1988 vio la introducción de la glasnost, que concedió nuevas libertades individuales a los ciudadanos, como una mayor libertad de expresión y libertad de religión. La prensa se hizo mucho menos controlada y miles de presos políticos y disidentes fueron y liberados. Apenas tres años después se disolvió la URSS, sin un solo tiro, sin manifestaciones callejeras, sin resistencia. El pueblo estaba harto del socialismo de pacotilla y del discurso machacón y latoso del PCUS.

En lo económico, por primera vez desde la Nueva Política Económica de Lenin (1921), la Ley permitió la propiedad privada de las empresas de servicios, la industria manufacturera y los sectores de comercio exterior. Inicialmente, la ley imponía altos impuestos y restricciones de empleo, pero estos fueron revisados más tarde para no desalentar la actividad del sector privado. En virtud de esta disposición, los restaurantes, las tiendas y los fabricantes de manufacturas se convirtieron en parte de la escena soviética. El capitalismo privado se iba imponiendo paulatinamente, solapándose con el capitalismo de Estado representado por los burócratas enriquecidos en el ejercicio de gobierno. El fracaso del primer experimento socialista-marxista de la historia se hacía cada vez más evidente.

Las políticas liberalizadoras adelantadas por Gorbachov fueron objeto de muchas críticas desde diversos factores. Estas críticas se agudizarían a finales de los años 1980 cuando se hicieron patentes la escasez de productos básicos -se volvió al sistema de cartillas de abastecimiento típicas de los tiempos de guerra-, las grandes deudas y la disminución de las reservas de oro. La perestroika pretendía sacar a la economía soviética del caos y el anquilosamiento en los que estaba sumida, introduciendo mayor libertad de empresa y dejando actuar al mercado para supuestamente resolver los defectos de la planificación. Sin embargo, estas reformas no tuvieron resultados positivos inmediatos, pues desorganizaron aún más el sistema productivo existente y ahondaron el empobrecimiento de la mayor parte de la población. Todo ello creó tensiones sociales, agravadas por los intereses político-económicos que se veían afectados. En realidad, el sistema económico soviético estaba gravemente enfermo y las medidas paliativas no pudieron soslayar las fallas estructurales generadas por el dogmatismo económico "socialista" y las grandes distorsiones creadas para el beneficio de la burocracia estatal. Cuando se pretende solucionar una crisis económica con medidas aisladas e improvisadas, pasa lo mismo que con un globo que se desinfla por un lado y se hincha por el otro. Es lo que ocurre con la economía capitalista, que domina en el mundo entero, cuando todos tratan de poner parches en fracturas profundas y curar traumatismos graves con pomadas milagrosas. Es una de las miserias de hoy: nada funciona, todo se agrava por doquier.

En medio de este cuento, Gorbachov se declaró socialdemócrata, que es la corriente dominante en el progresismo latinoamericano, y dejó de decirse comunista. Hay que reconocer valentía en este rapto de sinceridad. El pitcher en el béisbol puede esconder la pelota en el guante, pero al soltarla se le ven las costuras.

Finalmente, después de la disolución de la URSS, la estrella política de Gorbachov se fue apagando en Rusia y fue sustituido por Boris Yeltsin, quien terminó de establecer el libre mercado en el país y lo sumió en varias crisis políticas, para luego pasar el testigo a Vladimir Putin, quien lo conserva hasta hoy.

La increíble y triste historia del cándido "socialismo" soviético deja seguramente algunas lecciones, que cada quien decida cuáles. En mí solo aumentan la sospecha de que el sistema de Opresión corre libre por las venas humanas.



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Néstor Francia


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