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Hong Kong, incógnita para USA y China en el mundo asiático

William Lam, un politólogo de trascendencia en el mundo asiático y docente de la Universidad China de Hong Kong, vislumbra que los defensores de la democracia en ese país se harán sentir y, la antigua colonia británica dejará el miedo para plantearse un nuevo movimiento de protesta que le permita a Xi Jinping reflexionar y reforzar su influencia sobre las nuevas paranoias que vienen suscitándose en el hemisferio occidental. Las manifestaciones de Hong Kong aparecen como una reacción a la deriva autoritaria impuesta por Xi desde su llegada al poder en el 2012, observa Bill Bishop, editor de la carta de información Sinocism. "El Partido, con Xi encabezándolo, proyecta una imagen más inquietante" asegura. Las manifestaciones suponen "un masivo rechazo a la idea de que Hong Kong será algún día totalmente absorbido por China".

Según el acuerdo firmado con Gran Bretaña antes de la reintegración del territorio a China en 1997, Hong Kong tiene un estatuto especial, político y económico, hasta el 2047. Pekín empezó ya la semana pasada a distanciarse del proyecto de ley sobre extradición, afirmando que era iniciativa de la jefa del ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam.

Pero nadie puede creer que Lam tomara semejante decisión sin el aval de Pekín, asegura Victoria Hui, politóloga en la Universidad Notre Dame en Estados Unidos. La suspensión del proyecto es pues, según ella, "una derrota para Xi Jinping". Para Willy Lam, el caso de Hong Kong, erosiona la imagen de Xi. "El dirigente de 1,400 millones de personas es incapaz de controlar un territorio de 7 millones de habitantes" ilustra.

En el poder desde fines del 2012, Xi ha reforzado el control del Partido comunista chino (PCCh) sobre la sociedad y lanzado una campaña de anticorrupción que ha afectado a varios de sus adversarios políticos internos. En el 2017 obtuvo la potestad de mantenerse al frente del país tanto como lo desee, y su "pensamiento" entró oficialmente el año pasado en la Constitución, igual que el del fundador de la China comunista Mao Tse tung.

Pero Xi se enfrenta desde hace un año a una oposición interna alimentada por la guerra comercial con Estados Unidos, y la ralentización económica, según Cabestan. Reflejo de esas tensiones en la dirección del régimen es la ausencia de reunión desde hace 15 meses del Comité central, el "Parlamento" del PcCh.

Este agravio infligido por los manifestantes de Hong Kong al régimen de Pekín se produce poco antes de una reunión del presidente chino con su homólogo estadounidense Donald Trump, en Japón, con motivo de un G20. Y todavía, hay sus secuelas

Sin embargo, Pekín no ha confirmado aún una reunión con Trump para hablar sobre la guerra comercial que libran los dos países. Pero Washington ya ha utilizado la "carta" de Hong Kong y amenazado con suprimir las ventajas comerciales a la antigua colonia británica si se adopta ese proyecto de ley de extradición.

En plena guerra comercial, el golpe "sería muy duro para la economía de Hong Kong", advierte Bill Bishop. Ahora, tras la revuelta de los hongkoneses, Xi Jinping "necesita demostrar firmeza, y no cederá fácilmente" advierte desde Pekín el politólogo independiente Hua Po, que recuerda que el proyecto de ley de extradición fue suspendido sine die, pero no totalmente abolido.

La presión continúa sobre Carrie Lam, un día después de la gigantesca marcha en la que, según los organizadores, casi dos millones de personas -337.000. según la Policía- reclamaron la dimisión de la jefa del Gobierno de Hong Kong. Varios miles de jóvenes manifestantes se concentraron frente a la sede gubernamental entre gritos de "¡habla con nosotros!" y "¡Lam, dimisión!". Y aunque Pekín le haya subrayado en público su apoyo, la posición de Lam ha quedado muy debilitada a los ojos del Gobierno central: su manejo de la situación ha dejado en evidencia las suspicacias de la antigua colonia británica hacia la China continental y ha obligado al Ejecutivo de Xi Jinping a jugar a la defensiva.

China, que atribuye las protestas a "fuerzas extranjeras", tampoco quiere complicaciones en su periferia de cara al 1 de octubre, cuando celebrará el 70 aniversario de la fundación de la República Popular, una efeméride a la que quiere dedicar una atención absoluta.

Aunque Pekín no lo ha confirmado, Washington asegura que los dos celebrarán una bilateral, clave para tratar de resolver la guerra comercial que enfrenta a los dos países. El secretario de Estado, Mike Pompeo, ha sostenido que la situación en Hong Kong formará parte de la agenda. "Vemos lo que está ocurriendo. Vemos cómo la gente de Hong Kong habla sobre las cosas que le importan", ha declarado. EE UU ya ha amenazado hace días con retirar el estatus especial al territorio autónomo si la ley de extradición saliera adelante, algo que tendría consecuencias sobre las importaciones estadounidenses que el puerto franco de Hong Kong podría recibir.

Pero, sobre todo, Pekín tiene los ojos puestos en Taiwán, la isla que considera territorio propio y a la que ha ofrecido el mismo acomodo de que disfruta Hong Kong: "un país, dos sistemas", o el mantenimiento de su autonomía y libertades dentro de una única China. Taiwán, un Estado independiente de hecho, celebrará elecciones presidenciales en enero próximo.

Hong Kong, una antigua colonia británica, regresó al control chino en 1997 con la política llamada "Un país, dos sistemas", que prometía mucha autonomía para el territorio. Gracias a esa política se preservó la burocracia directamente hongkonesa, así como cortes independientes, medios libres, un internet abierto y otras características que no se viven en China continental.

Esa autonomía, que está garantizada por el estatuto corto de la Ley Básica de Hong Kong, caduca en 2047, pero ha sido debilitada mucho antes de eso a medida que el Partido Comunista de China interfiere cada vez más en asuntos hongkoneses al, por ejemplo, secuestrar al dueño de una editorial que publicaba libros sobre integrantes del liderazgo comunista chino.

Hong Kong comparte frontera por tierra con la parte continental de China y la región administrativa también está conectada por un tren de alta velocidad y un puente marítimo. Los residentes de ambos territorios cruzan con frecuencia esa frontera, aunque quienes habitan en China continental necesitan pedir un permiso especial en Hong Kong para hacerlo con regularidad.

Hay una nueva ronda de protestas programada, cuando la legislatura volverá a debatir la ley sobre extradición, que se votaría el 27 de junio.

En 2003, el gobierno archivó la legislación sobre seguridad conocida como Artículo 23, que despertó las protestas, después de que los manifestantes denunciaran que atentaba contra las libertades previstas en la Ley Básica. Una encuesta reciente de la Universidad de Hong Kong indica que la oposición a las leyes de extradición es incluso mayor a la que había hacia el Artículo 23. Sin embargo, los legisladores hongkoneses que están a favor de Pekín tienen 43 de los 70 escaños en la legislatura local, por lo que la medida sobre extradición muy probablemente será aprobada a menos que la detenga el gobierno de la región administrativa. Su dirigente, Lam, dijo ayer que no la detendrá si es aprobada en la legislatura.

Ha habido manifestaciones contra la ley sobre extradición desde abril y peleas dentro de la legislatura hongkonesa. La protesta del 9 de junio parece ser la más grande en la región administrativa desde 2003, cuando medio millón de personas marcharon en contra de una serie de leyes de seguridad impulsadas desde Pekín que prohibían la sedición y actos de presunta traición contra el gobierno chino.

El crecimiento de la economía china continúa impactando en el escenario global. Para mantener sus altos niveles de crecimiento, su presidente Xi Jinping ha dejado de lado una regla esencial de la supervivencia política: no juntar un objetivo preciso y una fecha en la misma frase. Así, ha anunciado que construirá una "sociedad moderadamente próspera" -con un PBI per cápita de 10.000 dólares- para el centenario del Partido Comunista Chino, en 2021.

Siendo la potencia manufacturera del mundo, China ya posee el mercado más grande en materia de autos, teléfonos celulares y comercio electrónico. Importa más petróleo y consume más energía que cualquier otro país. Mediante crecimientos del 10% antes de la crisis global de 2008, y de 6 a 7% desde entonces, China ha sacado de la pobreza a más de 500 millones de habitantes, el salto más grande en la historia de la humanidad. Así, el consumo per cápita de proteínas se ha acelerado.

China se ha convertido en el principal tenedor de bonos norteamericanos y ha fundado el Banco Asiático para Inversión en Infraestructura, que ya supera al Banco Mundial como financista de proyectos de infraestructura. China utiliza esto para generar relaciones de dependencia y el apoyo de naciones en temas específicos. Para preocupación de EE.UU., China continúa siendo el principal motor del crecimiento mundial. Un componente vital es su poderío exportador, que ha provocado la actual "batalla comercial" con EE.UU. Por su parte, este último ha optado por retirarse del Trans Pacific Partnership (TPP), que lo hubiera fortalecido comercialmente en América Latina, en desmedro de China.

En un contexto en el que China se muestra activa en nuestra región, mientras EE.UU. le da poca importancia, y definiendo nuestro interés vital como el "desarrollo en libertad"



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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