Mapeo de ambiente geo-político y social de Europa

Con relación a la conveniencia de adoptar una política de defensa conjunta, 77% del total de los consultados de la UE estuvieron de acuerdo, frente a 92% de los belgas, 58% de los irlandeses, 59% de británicos y 60% de finlandeses.

80% de los europeos consultados expresaron estar satisfechos con su situación personal actual. Aunque se observa una disminución de este indicador en los países caracterizados como pertenecientes a la Nueva Europa en cuyos casos se obtuvo un índice promedio de satisfacción de 67%.

En Francia, dos tercios de sus ciudadanos piensan que la UE les cuesta mucho dinero, y que no hace lo suficiente por los europeos. No obstante, 49% piensa que la UE contribuye con su prosperidad económica. Dos tercios de los franceses expresan sentirse europeos, mientras que el otro tercio no.

Una conclusión general fue que los europeos desean que la UE juegue un rol mucho más activo en la geopolítica energética. Sin embargo, la Unión Europea no es vista por la gran mayoría de sus ciudadanos como una entidad política sino estrictamente económica.


II. Panorama político general de la Unión Europea hoy

A grandes rasgos, en la gran mayoría de los gobiernos de los países financieramente más importantes de la UE (Alemania, Gran Bretaña, Francia, España) se observa una tendencia no explicita pero creciente a apuntalar su tajante política exterior de reducir diplomática (y mediática) las expresiones contrarias al Consenso de Washington tanto en el Oriente Medio como en América Latina.

Esta firme y creciente adscripción de una importante ala de la Vieja Europa hacia la política exterior estadounidense hacia otras regiones de Occidente y de Oriente Medio contrasta con un ambiente de tensiones económicas (y más recientemente energéticas) mutuas y crecientes por el canibalismo inter-bloques económicos.

Esta paradoja puede verificarse en la beligerante vocería de Chirac hacia el Oriente Medio, que muchas veces compite con las tajantes declaraciones de Bush, y con las frecuentes manifestaciones de sintonía de las elites alemanas, británicas y españolas hacia la política exterior de Washington. Cada vez se hace más claro que las diferencias giran primordialmente alrededor de temas puntuales, mientras que las coincidencias de apoyo mutuo para afianzar políticas de bloque se intensifican. Sobre todo a medida que crece el desazón general de la población de cara a las secuelas que desencadenan las políticas neoliberales.

Los medios, las clases políticas y empresariales, además de los analistas europeos siguen al detalle lo que caracterizan la paulatina pérdida de control de EEUU sobre Irak. Un fenómeno que asocian con los reveses sufridos por Washington tras los resultados de las elecciones en Irán y Palestina, y con la revivificación del movimiento de guerrillas Talibán en Afganistán.

La gran prensa europea también reseña que otro indicador del uniforme debilitamiento de la hegemonía de Washington sobre Occidente lo constituye la vertiginosa diseminación del ideario bolivariano venezolano hacia casi toda la región latinoamericana, el quiebre del bloqueo hacia Cuba y la emergencia de gobiernos de centro izquierda (Brasil, Argentina, Uruguay) e izquierda radical (Venezuela, Bolivia, Haití) en casi toda la región, a lo que habría que adicionar un virtual próximo retorno de Daniel Ortega a la presidencia de Nicaragua.

Analistas de las tensiones geopolíticas globales europeos reflexionan sobre los resultados de la reciente encuesta realizada en febrero pasado por la prestigiosa empresa encuestadora estadounidense Zogby Internacional, según la cual un 72% de las tropas estadounidenses opina que deberían retirarse inmediatamente de Irak o, como máximo en el transcurso de este año. Esto contra a un 23% que coincidió con la tesis de Bush de que debían “mantener el curso hasta finalizar con éxito la misión”.

Además, diversos observadores en Europa han divulgado indagaciones que demuestran que la guerra de Irak conservadoramente ya ha sobrepasado los 500 mil millones de dolares de gasto, cifra que es 10 veces más de lo que la administración Bush inicialmente calculó que costaría dicha guerra. Si a esta cifra se adicionan los costos por pago de intereses y de indemnización a las familias de los caídos y de los heridos graves, el coste total escala a entre 1 y 2 billones de USA$, según el analista estadounidense Joseph E. Stiglitz, premio Nóbel de Economía.

Pero la médula de preocupación (y discusión pública) más relevante hoy día en Europa lo constituyen las enconadas reacciones masivas contra los euro-tratados y algunas leyes nacionales que la casta de clérigos neoliberales ha intentado imponer recientemente. Este abismo entre la agenda de las elites políticas y electorado se hace particularmente visible en Francia en cuyo ambiente electoral registra la caída en picada de aceptación de la candidatura presidencial de Villepin debido a su respaldo a la controversial (y aparatosamente derogada) Ley de Primer Empleo.

Este extendido clima de animadversión popular europeo hacia sus elites políticas y económicas ésta siendo hábilmente desviado (y mermado) mediante la puesta en práctica una activa política de distracción sistemática de la población hacia temas de esparcimiento (mundial de fútbol), y celebraciones de caridad internacional como, por ejemplo, el reciente otorgamiento televisivo (20-04-06) por parte del Congreso español más de 2 millones de euros al cantante Juanes para “combatir la proliferación de minas antipersonales en Colombia”.

La UE, Japón, Francia, Gran Bretaña e Israel siguen apuntalando la política de Washington de aplicar fuertes presiones diplomáticas hacia Irán, al tiempo que las potencias emergentes de China e India no dan señales de querer obstaculizar dicha política.

La UE profundiza su política de aislar diplomáticamente (e intentar desestabilizar política y económicamente) a los gobiernos considerados como anti-Occidentales. Esta orientación de política se materializó en el reciente desconocimiento de la UE de los resultados de las elecciones en Bielorrusia (y la anulación de las visas al Presidente y el alto gobierno de ese país), y en el boicot político y económico contra el gobierno palestino.

Como contrapartida, se observa una suerte de reconfiguración de proyectos políticos nacionales que buscan orbitar alrededor del antiguo eje soviético, aspiración que se materializa en los recientes acercamientos entre importantes personeros políticos de Bielorrusia y Rusia, de Cuba y Bielorrusia, así como en los continuos espaldarazos que esta expresando Rusia hacia el gobierno de Irán.


III. Grandes Tendencias

En general, se aprecia una tendencia de las elites dirigentes de la Unión Europea a cerrar filas a favor de la exportación político-económica coercitiva del Consenso de Washington hacia todas las “economías pequeñas y medianas” de Occidente.

El reciente acercamiento de Ángela Merkel, Canciller de Alemania hacia Washington y la gira de Bush a Asia bien pudiera presagiar la preparación de una nueva arremetida globalizadora neoliberal aún mayor en contra del conjunto de economías europeas y occidentales emergentes, reticentes a someterse a los proyectos de liberalización de los mercados nacionales como una receta para la cual “no hay alternativa” posible.

En esta línea se explica la reciente Reunión de Ministros Europeos para “poner fin definitivo a la fragmentación de los mercados europeos”. Previsiblemente a objeto de prepararse para el venidero choque de trenes entre bloques económicos entre la UE, por un lado, EEUU-Israel y Japón, por el otro, y el resto de Asia, con China y la India a la cabeza.

La premura por implantar este conjunto de medidas coercitivas sobre las economías emergentes de Occidente está directamente relacionado con la debilidad cada vez más manifiesta de EEUU de cara a su largo enlodamiento en Irak, y la apuesta que desde la segunda guerra mundial vienen haciendo Europa por reconquistar un poderío relativo que la equipare con el resto de los nuevos vencedores de una guerra mundial, ahora de corte básicamente económica entre bloques.

La asociación entre UE y Washington parece desprenderse así más que una conveniencia táctica y coyuntural de ambos actores para procurar imponer su hegemonía de bloque sobre los países satélites que le son más refractarios a sus respectivas políticas.

En esta línea se entendería por qué actores regionales como la Liga Árabe de Naciones o la Comunidad Suramericana de Naciones constituyen bloques potencialmente distorsionadotes de lo que el imperialismo occidental aspira cuaje como un nuevo orden geo-económico mundial entre bloques, con sendos archipiélagos de países-satélites orbitando alrededor de cada uno de sus respectivos centros. Desde luego que no como asteroides cuanto como neo-protectorados.




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Luis Delgado Arria


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