Venezuela, Ecuador y tareas pendientes

El pensamiento único ─adefesio fundado y divulgado por la derecha neoliberal─ invariablemente requiere simplificar, banalizar y desarraigar la complejidad social de toda coyuntura histórica.

Este eufemísticamente llamado “pensamiento” necesita pervertir y difuminar la imagen que de sí misma se hace una sociedad particular, ocultando las dimensiones multi-causales de los fenómenos, sus relaciones dialécticas con la totalidad del sistema mundo capitalista y el papel decisivo de los sujetos en la producción de su propia historia.

Esto es lo que enuncia y defiende a muerte la academia y la media burguesa y, en general, todo el aparato burocrático del Estado burgués: que la historia llegó a su fin, que no vale la pena oponerse a corrientes ineluctables de la historia y la economía capitalista y que todo intento de subversión del orden establecido fue, es y será siempre inútil.

Esta imagen distorsionada de lo real es lo que diariamente advertimos como espectáculo hecho tele-realidad en los grandes medios de propaganda (que no de comunicación) del gran capital al servicio de las clases oligarca y pequeño burguesa.

Esto es: camuflajes de la historia, lugares comunes, pensamiento alienado, masturbatorio, sedante. En una palabra: censura travestida de globalismo y multiculturalismo, elucidaciones arbitrarias y, al punto, conclusiones a propósito equivocadas.

Los recientes resultados electorales en las parlamantarias en Venezuela y la interpretación manipulatoria y encarnizada de dichos resultados por la derecha nacional e internacional) y el secuestro del presidente Correa, de Ecuador (¿globo de ensayo para propinar futuros golpes de Estado en la Región?) constituyen sólo muestras de a lo que conduce una política sistemática y coherente de hegemonía del Gran Capital.

Es una política de construcción de hegemonía local, hemisférica y global agenciada por el sistema capitalista. Hegemonía soportada en un complejo aparato publicitario global con un proyecto pertinaz de desestabilización de las democracias y tentativas de persecución, abatimiento del poder popular y conculcación de viejas y nuevas utopías colectivas de los países y sectores proletarios del mundo.

No nos chupemos el dedo: Ni buena parte de los sectores populares en Venezuela votó en contra de su propios intereses de clase y proyecto histórico emancipador porque fuesen masoquistas, ni la mayoría de los policías y militares que secuestraron al presidente Correa lo hicieron por estar necesariamente del todo pitiyanquizados ni ramplonamente conscientes de las implicaciones de una barrabasada de este porte; ni para Ecuador, ni para el propio cuerpo colegiado policial/ militar a que pertenecen, ni para clase a la que, quiéranlo o no, pertenecen estos sujetos desclasados.

La persistencia y resilencia de un lumpen-proletariado puro, duro y creciente en buena parte de nuestros países del Sur constituye acaso el principal factor de debilidad y hasta de alarmante amenaza frente a cualquier futuro proyecto de desestabilización u ocupación.

Reflexionar sobre las prácticas discursivas desde las que se afirma, reproduce y remoza el pensamiento dominante en las mentes y corazones de nuestros ciudadanos constituye en consecuencia más materia de seguridad de Estado que mera calistenia académica.

Y dada la semejanza de fenómenos en nuestros países, su estudio en profundidad se constituye, más aún, en una variable de seguridad Regional del conjunto de los países miembros del Alba y Unasur.

De cara a esta insuficiencia y en razón de la urgencia de conseguir horizontes comunes y efectivos para el avance, Fernando Buen Abad, por ejemplo, ha llamado a convocar una Cumbre de presidentes y especialistas para el diseño y puesta a punto de una nueva comunicación/ nuevas formas de construcción de hegemonía socialista en y para América Latina.

Aram Aharonian ha propuesto debatir el tema de la comunicación contra-hegemónica con densidad y desde la visión que cada uno de los diferentes actores tiene sobre el tema. E Ignacio Ramonet, Atilio Borón, Samir Amin, Reinaldo Iturriza, Michael Albert y Raúl Zibechi, entre otros, han esbozado recién algunas de las variables a meditar para afinar la contra-hegemonía y emplear los medios e instituciones para concebir y construir un nuevo imaginario mundo antiimperialista pero también rebelde, crítico del consumismo, el individualismo, el naufragio ecológico, esto es plenamente crítico del sistema que sirve de caldo de cultivo a la exportación

 de falsa conciencia.

DE LA ANÉCDOTA A LA HISTORIA

Independientemente de la innegable infiltración por cuerpos de inteligencia foráneos, la razón de fondo que escuché argumentar a agentes policiales ecuatorianos ―directa o tangencialmente involucrados en el secuestro del Presidente Correa― fueron mutatis mutandi casi los mismos que hemos auscultado de sectores venezolanos de la oposición que hacen vida en sectores medios y populares: que el socialismo/ comunismo ― como lo apodan― ha sido históricamente inviable y que una vez más aspira a conculcar sus derechos y humildes privilegios conquistados por ellos como sujetos-pueblo tras largas y arduas luchas.

La estupefacción del presidente Correa de cara a los argumentos esgrimidos por algunos agentes y oficiales policiales durante su secuestro, y el desconcierto de una parte de la dirigencia popular Bolivariana tras conocer los resultados electorales siento que apuntan, si no a un mismo fenómeno, al menos a uno bastante parecido.

¿Cómo explicar que después de que los gobiernos de Venezuela y de Ecuador hayan desplegado una masiva política de reconocimiento de un segmento primordial de los derechos sociales, políticos, económicos y culturales históricamente conculcados a la clase trabajadora, un importante segmento de esta misma clase exprese sentirse más bien amenazada e inclusive alienada y atropellada?

Definitivamente, tras una década de gobierno de Chávez, Venezuela no goza de la estabilidad política del Estado del Vaticano o del “edén socioeconómico” de Suiza.

Tampoco Ecuador goza de las mieles de prosperidad de Noruega tras los casi cuatro años de gobierno de Correa.

Pero ¿es que estos milagros socio-económicos son alcanzables en plazos efímeros?

La Venezuela Bolivariana registra, por ejemplo, sólo en el plano internacional el haber contribuido con la unificación de América Latina, ayudado a rescatar el valor real de las materias primas y procesadas en la región, haber contribuido con la recuperación la cotización del petróleo, el gas y sus derivados y el haber sentado nuevas bases para el relacionamiento regional con el mundo.

Además, Venezuela ha alcanzado ya buena parte de las metas del milenio (erradicación del analfabetismo; desplome drástico de la tasa de mortalidad infantil; acceso masivo al agua potable; descenso de la tasa de desigualdad tornándola una de las más bajas de la Región; disminución del desempleo al 7%; aceleración e incremento de las jubilaciones; integración social de los niños en situación calle, entre otros. Además, de los 27 millones de habitantes que tiene Venezuela: "más de 14 millones (…) reciben alimentos de buena calidad a precios justos, con todo lo que requiere la canasta básica” según reconoce incluso la FAO.

En Venezuela asimismo uno de cada tres ciudadanos hoy se encuentra en el sistema educativo y la pobreza ha sido reducida a la mitad. Esto incluso en medio de un proceso de feroz lucha por la estabilidad democrática y disputa por la hegemonía que ha resultado en una increíble re-politización de la población en su conjunto y una inusitada revivificación de diferentes y a veces contrapuestas causas colectivas.

No dispongo de datos estadísticos sobre el caso ecuatoriano pero es vox populi que pese a la brevedad del gobierno de Correa (menos de 4 años) ya se ha alcanzado varios logros históricos.

Entre ellos la convocatoria de Asamblea Constituyente y aprobación de una nueva y muy progresista constitución, el crecimiento sostenido de la economía, la igualdad de oportunidades y cargos para hombres y mujeres en el sector público, la nacionalización de la industria petrolera y de otras industrias básicas, la reducción de salarios de los altos funcionarios públicos, la crítica a la supeditación de la economía al patrón dólar, la reacción categórica ante el ataque armado colombiano en suelo ecuatoriano y la definitiva expulsión de la base militar de EE.UU. en Manta.

UNA METÀFORA PARA ENTENDER MEJOR

Hace ya cuatro décadas decía Huey P. Newton, uno de los fundadores del movimiento de emancipación estadounidense Partido de los Panteras Negras, asesinado años después, presunta y precisamente a manos de policías:

“El sistema imperialista o capitalista ocupa espacios. Ocupa a Vietnam hoy. Y la ocupa enviando soldados para allá, enviando policías para allá. Los policías y los soldados son sólo armas en manos del estatus quo. Ellos hacen que el racista se sienta seguro de su racismo. Las armas en manos del estatus quo hacen al estatus quo seguro de su explotación”.

Así que, la corrupción de sujetos e instituciones policiales, para-policiales, militares y para-militares y en general las instituciones de administración de violencia de Estado, en sí mismas tienen su origen y son funcionales a la política de apadrinar la injusticia. Más aun, hacen parte del engranaje que opera a objeto de presentar el estado de injusticia estructural como orden natural santificado. La pervivencia en Venezuela de un 20% de delitos en que aparecen involucrados agentes policiales activos es índice claro de este fenómeno.

Parafraseando a Huey P. Newton, y para referirnos al caso de casi toda América Latina, concretamente al manejo de millares de medios masivos de propaganda de la ideología dominante y hambreadora, mal llamados medios de comunicación, apuntamos:

El sistema imperialista capitalista ocupa espacios. Ocupa las mentes y los corazones de miles de millones en el planeta entero hoy. Y las ocupa enviando periodistas, literatos a sueldo (como Vargas Llosa) y cuentos chinos hollywoodienses para allá, despachando relatos de policías disfrazados de bienhechores (tipo Kojak, Columbo, o las más recientes series: Cold Case o FBI) para allá. Estos relatos de policías y soldados e “intelectuales” justicieros son sólo armas en manos del estatus quo. Ellos hacen que el racista y el traficante se sientan seguros de su racismo y de su intocabilidad. Las armas en manos del estatus quo hacen al estatus quo sentirse seguro de su explotación.

La historia misma de los cuerpos policiales en tanto instituciones históricamente creadas para la defensa de los privilegios y la la propiedad privada de unos pocos —y para la perpetración de la indefensión y miseria de la mayoría— explican por qué en Ecuador fue relativamente fácil soliviantar a dichos “cuerpos de seguridad” acostumbrados a medrar de una economía de “ilegalismos” como bien lo explicó Foulcault. La coima, el chantaje y la ineficacia del sistema judicial hace parte de este sistema dirigido a desclasar burócratas e integrarlos al american way of life hiperconsumista.

Sólo el arraigo de esta economía de “ilegalismos” explica también la personalidad institucional de los cuerpos policiales en Venezuela y hasta la mentalidad clientelista de sectores importantes de la población en Venezuela que votan como réplica casi automática (voto premio o castigo) con base en cómo enjuician las más recientes medidas de política en términos de su beneficio personal/ familiar, más que en términos de avances/ retrocesos de políticas públicas y progresividad o merma de derechos.

Pensando en ciertas conductas policiales o castrenses ecuatorianas o venezolanas en el marco de recientes contextos de golpe de Estado o saqueos masivos cabe recordar que nunca habrá suficientes cárceles, policías o cortes para forzar el cumplimiento de una ley o una práctica social que no sea masivamente respaldada por la gente.

Construir nuevas y pulir viejas políticas de contra-hegemonía, esto es dotadas de clara y profunda conciencia de clase que generen compromiso conciente (es decir dialógico/ democrático/ socialista) es la única salida coherente frente a las costosa y comprobadamente contraproducente política de presión/ compulsión de sujetos colectivos, en especial es de los afectos o aliados.

TAREAS PENDIENTES

Inculcar a un arresto igualitario y emancipador en los referidos cuerpos militares y policiales, me parece, precisaría evadir la imposición vertical de una nueva misión y moralidad institucional y ciudadana. Es necesario construir una nueva praxis diaria de concienciación y transformación de y junto con esos seres humanos alienados y desclasados; y con las instituciones de “seguridad” más pervertidas todavía en que estos han hecho vida.

Lograrlo pasa por desarrollar participativamente una nueva escala valorativa que prescriba y permita internalizar las nuevas nociones socialistas de riqueza/ pobreza y méritos/ deméritos. Escala que cuestione la cultura de la avaricia y el paludismo individualista que se resume en aquella conocida máxima popular: “primero yo antes que mi padre ante las puertas del cielo”.

Así, no será reestructurando las fuerzas policiales o militares o el sector público desde arriba, o liquidando instituciones “insalvables” de un plumazo como cambiaremos a la sociedad sino al contrario. El hondo proceso de metamorfosis de una sociedad en su conjunto impondrá en consecuencia el de sus nuevas fuerzas policiales y militares y del resto del Estado burgués.

Más sólo en una sociedad en camino de la realización de la soberanía, la justicia, la democracia radical y la inclusión (social, económico, cultural y sobre todo, política) es realizable tal mutación revolucionaria.

Conseguir tal, desde luego es lo difícil, lo complejo, lo arduo, lo neo-revolucionario. Faena esta que, incluso bien orientada, va a llevar años, décadas, generaciones enteras. Pero es el camino. No hay atajos. En consecuencia, postergar o ralentizar la consecución de uno solo de estos fines en desmedro de otro, en definitiva terminaría por debilitar el paradigma socialista revolucionario en su conjunto. La tesis que plantea que es menester robustecer al Estado para después formar los principales cuadros partidarios y finalmente las bases tiene el problema de que suscita asimetrías y espolea perversiones ilustradas que en poco o nada favorecen la viabilidad democrática del proceso en su conjunto.

Por el contrario, pese a sus crisis estructurales, el sistema capitalista es tan impresionantemente resiliente precisamente por eso. Porque combina sinérgicamente culto del lucro creciente a cualquier costo, individualismo rampante, voyeurismo indolente de la pobreza, consumismo, sociedad del espectáculo, corporativismo, conculcación de toda forma de cultura democrática y compulsión desarrollista sin empachos ante ningún tipo de posible ecocidio/ etnocidio.

Recuerdo que un ex funcionario del Ministerio Público me comentaba hace más de 15 años que en la Disip sus funcionarios tenían este adagio: “los gobiernos pasan… las Policías quedan”.

Me pregunto: ¿No será una lindeza por el estilo la que aleteaba en las mentes de los agentes policiales y militares que atacaron y luego secuestraron al presidente Correa en Ecuador?

¿Y no será una perla por el estilo la que los dueños de grandes mal llamados medios capitalistas en Venezuela y otras partes del mundo de la mano de sus explotados palangristas espuman entre caviares y coñacs?: “los gobiernos (adecos, copeyanos… y socialistas) pasaron o pasarán… pero nosotros, los medios, al final reinaremos”.

La fragilidad democrática demostrada en Ecuador tras el inusitado “secuestro express” del presidente Correa por parte de un atajo de uniformados y el casi empate técnico entre electores pro-chavistas y votos pro-imperialistas nos llaman a reflexión y a debatir en profundidad no sólo las instituciones del Estado y sus prácticas burocratistas, y la eficacia ideológica y organizativa de las maquinarias y estructuras partidistas del Polo Revolucionario.

Llaman también a debatir y remozar las modalidades hasta ahora manejadas para construir y reproducir contra-hegemonía de clase desde los proyectos nacionalistas-desarrollistas, antiimperialistas, pro socialistas y ojalá pro eco-sustentables de nuestros respectivos países y regiones. Desde cada dependencia de gobierno y desde cada comuna, aula de clase o colectivo popular.

Chávez llamaba el sábado 02 de octubre a “recuperar la pasión”. Creo que es justo desde los nuevos puentes que abramos hacia el diálogo franco y profundo de un proyecto bolivariano día a día más audazmente inclusivo, participativo y transformador desde donde parece posible edificar una nueva sintonía de clase con arrestos para combatir las plagas capitalistas del individualismo y el consumismo, las pasioncillas y el resentimiento, el personalismo y el narcisismo, el envanecimiento y el sectarismo/ tribalismo corporativista. Todos responsables directos o indirectos de lo que haya de esterilidad y desmovilización, podrición y desencanto. Ya lo decía proféticamente el poeta y activista José Martí: “Haga cada uno su parte de deber y nadie podrá vencernos”

El tratamiento de aliados críticos (sean estos patriotas, socialistas light o socialistas de línea más dura) como enemigos estratégicos como respuesta a sus dudas, perplejidades o planteos críticos pudiera constituir también una de nuestras debilidades y semillero de nuevos e innecesarios resentimientos y desafecciones. Dialogar y responderles con respeto y solvencia ideológica en lugar de aislarlos o hacerles el hielo hace parte de nuestra ineludible faena de construcción de una nuevo y victorioso escenario contra-hegemónico.

Crear, alimentar y hacer transitables estos puentes de encuentro de patriotas (y de pasaje de un estadio a otro de nuestro proceso de emancipación) constituye quizá el principal y más complejo desafío en esta coyuntura difícil aunque superable. Momento de necesaria y honda reflexión frente a la creciente contra-ofensiva hegemónica de la derecha, envalentonada por los nuevos mecanismos de información/ manipulación y los nuevos enclaves militares y movimientos de inteligencia imperiales en la Región.

GRAMSCI, HEGEMONÌA Y BLOQUE HEGEMÒNICO

Pensar y dar respuestas a estos desafíos requiere poner en juego un conjunto de aportes teóricos y prácticos, comenzando por la noción de praxis hegemónica de Gramsci.

Según Gramsci el poder de las clases dominantes sobre el proletariado y las clases sometidas en cualquier formación capitalista no depende estrictamente del control de los aparatos represivos del Estado.

Depende más bien y está dado primordialmente por la "hegemonía" cultural que las clases dominantes consiguen ejercer sobre las clases dominadas, a través del control y uso alienante del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación e información. Desde estos enclaves, las clases dominantes por decirlo así "educan" a los dominados para que estos acepten y reproduzcan mecánica y acríticamente cualquier tipo de dominación.

En este respecto no es una novedad que el proyecto de contra-hegemonía del proyecto bolivariano y socialista venezolano no las tiene todas consigo. Y no es una cuestión de número de medios cuanto de claridad ideológica para la producción de contenidos perspicaces, profundos y seductores. Sin política de raiting no hay televisión o radio revolucionarios sino cascarones vacíos. Sin política de captación y seguimiento de gustos, necesidades intereses de los lectores no hay prensa escrita o digital revolucionaria sino pliegos de papel amontonados en rincones y buenas intenciones lanzadas al vacío del ciberespacio.

Una década después de emprendido este camino colectivo, la información sobre los logros y avances del proceso y, más sintomático aun, el horizonte de sentido ideológico/ patriótico/ soberano/ socialista venezolano bolivariano sigue siendo precariamente conocido por las mayorías. Esto es, justo lo contrario de lo que a diario hace Hollywood y los agentes simbólicos locales del modelo capitalista/ individualista / consumista/ ecocida.

Pues si el fin del proyecto hegemónico capitalista es que las clases subalternas entiendan y vivan su sometimiento y la supremacía de las primeras como una ley natural y además conveniente, obstaculizando así su potencialidad revolucionaria, la comunicación, formación e inspiración patriótica como parte del proyecto contra-hegemónico socialista Bolivariano debería ser lo contrario. Esto es: patentizar, denunciar y concienciar hasta tornar a las mayorías impermeables a este proyecto alienante de sometimiento al tiempo que diseñamos un horizonte positivamente digno, tractivo, próspero, igualitario y, sobre todo, profundamente interesante y humano.

El proyecto contra-hegemónico socialista debe ser por consiguiente capaz de constituir primero y vender después un horizonte utópico alternativo novedoso y claramente superior al del capitalismo. Un horizonte profundamente consultivo y respetuoso de las diferencias, y muy claramente en beneficio económico, social, ecológico y cultural de toda la clase trabajadora, y no sólo la ya progresista y sindicalizada.

¿No es esto lo que en el fondo reclaman Fidel y Chávez cuando aseveran que el 40% de electores opositores en Venezuela no son oligarcas ni burgueses y que no podemos continuar entregándole graciosamente la clase media y una buena tajada de la clase proletaria a la reacción apátrida?

¿Cómo evitar seguir sirviendo a la godarria burguesa en bandeja de plata en estados, ciudades, pueblos y hasta barriadas populares capitalinas como Petare, Catia, La Vega?

Para despejar esta ecuación cabe volver siempre a Gramsci.

Para Gramsci, la alianza burguesa entre dominados y dominadores bajo el pretexto de defender a la Patria o apuntalar el mito desarrollista o el crecimiento económico conforma habitualmente un "bloque hegemónico" cuyas falacias deben ser denunciadas, desmontadas y sus sentidos, re-encaminados. 

Gramsci al igual que Mariategui o Pío Tamayo llaman a construir colectivamente el sentido de un proyecto socialista propio hijo de una historia de clase recuperada. Esto es, redefinida ideológica, ética y épicamente.

¿Cómo?: Levantando un nuevo proyecto contra-hegemónico de molde neo-socialista radicalmente diferente y positivamente superior al históricamente trillado: es decir, garante de más prosperidad, más libertad, más democracia, más respeto hacia las bases, los sectores de intelectuales y artistas progresistas y los sectores menos favorecidos.

Y si la supremacía de un grupo social capitalista determinado se expresa en tanto que dominio (fuerza de las armas y del poder judicial) y dirección intelectual y moral ciudadana pro-burguesa, el grupo socialista alternativo debe constituirse en dirigente incluso desde antes de conquistar el poder gubernamental. Sólo después, una vez ejercitado el poder, según Gramsci, este se torna realmente dominante aunque debe continuar siendo siempre pueblo y dirigente a la vez.

Una crisis de la hegemonía se expresa cuando las clases sociales políticamente dominantes no consiguen seguir siendo dirigentes de la totalidad de las clases sociales. Es decir, no alcanzan resolver los problemas de la colectividad en su conjunto e imponer a toda la sociedad su propia, compleja y sugestiva concepción futura del mundo.

Tal premisa gramsciana vale también para cualquier experiencia socialista.

Como lo ve Federico Polleri en su artículo: ”Elogio a la imprudencia. Sujeto, identidad y poder popular, publicado en Reflexiones sobre el poder popular. Edit. El perro y la rana. (2007): “Una identidad autónoma, radicalizada, creativa, imprudente; una identidad que sea fuerza, voluntad de lucha, organización, vocación de poder, unidad popular, expresión política, fuerza combatiente y, como resultado de este prolongado y complejo proceso: masas y vanguardias amalgamadas en un proceso dialéctico, sin imposiciones sustituyentes desde arriba, y sin evasiones antipoder desde abajo, con decisión, vocación de poder, imaginación y audacia…”

delgadoluiss@gmail.com


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Luis Delgado Arria


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