La educación socialista

Más de veinticinco años dedicados a la enseñanza en educación media, diversificada, educación de adultos y universitaria, además de ser autor de varios libros de textos, me acredita, presumo, para opinar sobre un tema sobre el cual todo el mundo discute y del cual muy pocos conocen; se trata del tema educativo.

Pasado el tiempo retumba en mis oídos aforismos como "el trabajo engrandece el hombre" y "la educación para el trabajo". Pareciera que tales sentencias fueron pronunciadas por los más conspicuos capitalistas. Ciertamente, el trabajo engrandece al hombre, lo que no especifica la sentencia es a cuál hombre. No cabe duda, el trabajo encumbra al dueño de la industria, de la fábrica y al de la empresa en donde se afanan los obreros; nunca engrandece al trabajador. En lo que se refiere la segunda frase, juzgo que la educación no debe preparar al individuo para el trabajo sino para la vida, para que en el futuro el hombre o mujer se desenvuelva dentro de una sociedad, disfrutando de todo aquello que le asegure una calidad de vida adecuada.

Entre uno de los objetivos de la educación es de producir en el estudiante cambios positivos que le permita compartir dentro de una sociedad sin atropellos al prójimo y en armonía con el medio ambiente. Los llamados "animales inferiores" han logrado subsistir durante millones de años gracias a la enseñanza que obtienen los cachorros producto del instinto. Este aprendizaje lo repiten los herederos de manera idéntica sin ningún tipo de agresión al medio ambiente que los rodea y mucho menos, la destrucción de sus congéneres, a menos que no sea por hambre.

Si se examina de manera concienzuda el comportamiento de nuestros profesionales universitarios egresados de prestigiosas universidades tanto oficiales como privadas nos toparemos con grandes sorpresas. Numerosos son los médicos, odontólogos, abogados, ingenieros, entre otros que evidencia sobre peso, otros que fuman, algunos alcohólicos, los más arteros, los que la violencia de género es costumbre en su hogar. Tales vicios y delitos debieron ser erradicados de sus comportamientos si la educación recibida le hubiese producido cambios positivos. Se evidencia entre estos profesionales una palmaria agresión contra su organismo y en contra de sus semejantes.

No puede educar quien no está educado. No sólo me refiero en el ámbito de la educación formal, dado que es innegable que la educación no formal, proveniente de saberes ancestrales también produce cambios en los individuos, algunos positivos y otros no. Un maestro(a) o profesor(a) o médico(a) con evidente sobrepeso no puede orientar a sus discípulos o pacientes sobre las ventajas de una alimentación sana y balanceada. Quizás por esto, dado que estos profesionales desconocen el tema, existe un problema grave de obesidad entre los jóvenes y adultos. Pero no sólo los maestros y profesores excluyen este tópico tan importante para la salud, también los padres ignoran todo lo concerniente a la ventajas de una alimentación sana y juzgan que enviando al hijo o hija al colegio con una lunchera con un cachito o empanada frita, un jugo pasteurizado y un dulce cargado con crema, cumple con su labor de buena madre. La alimentación es un problema de educación familiar, si el padre y la madre tienen exceso de peso, de seguro, sus herederos también serán obesos.

Nuestros colegios, liceos y universidades no preparan a los estudiantes para la vida; tal como lo establece el aforismo, lo acondicionan para trabajar, mejor dicho para cobrar un sueldo después de abandonar la universidad. El diploma en una disciplina no acredita al licenciado en el conocimiento del tema, lo único que le sirve es para acudir a una empresa a desempeñar un cargo y cobrar un salario de acuerdo con un escalafón, pero en ningún momento establece si el funcionario es un buen o mal profesional. Hay un sinnúmero de abogados que no saben elaborar un documento; periodistas que ignoran las elementales reglas del buen léxico y la correcta sintaxis; economistas que desconocen la economía y opinan sobre lo que no saben; bachilleres y universitarios que nunca han leído un libro; médicos que excluyen las normas elementales de la medicina preventiva, como es la alimentación sana; profesores que desconocen la disciplina que enseñan; maestras(os) que desdeñan la Historia Universal y peor aún, la de Venezuela; profesionales universitarios de todas la ramas que desestiman los valores universales de la cultura universal, como es la literatura, la pintura, la música, la escultura y muchos de ellos no saben la historia de los pueblos americanos; la mayoría de los profesionales del país no le infunden a sus hijos los problemas medioambientales y la forma individual de contribuir a erradicar los peligros de la contaminación; los padres no le comunican a sus hijos los elementos culturales que faculte a sus herederos a resaltar los valores de la venezolanidad. Ciertamente no estamos preparando a nuestros jóvenes para vivir sino para consumir, es el ideal capitalista.

Las universidades otorgan un título a sus egresados para que engrosen las filas de consumidores. Lo ideal del recién graduado, una vez que tenga el pergamino en la mano, es conseguir un empleo en alguna de las empresas capitalista y de inmediato abrir (perdón, aperturar) una cuenta corriente o de ahorro en un banco. Como secuela, se le otorga al nuevo cliente una tarjeta de débito o de crédito; a parir de este momento comienzan los "coñazos" al plástico y a endeudarse comprando vainas innecesarias, asistir a discotecas y restoranes, tal como debe comportarse un "ilustre" profesional universitario.

Afirman los versados que la educación es un instrumento para el desarrollo. Ciertamente, en Venezuela la educación contribuyó, con los egresados de las universidades, a que se expandieran las empresas capitalistas. Se abrieron facultades, como las de ciencia y les vendieron completos y costosos laboratorios importados que solo sirvieron para graduar licenciados en biología, física y química que no eran los que necesitaba el país. Conocí a un químico que lo contrató una empresa transnacional de pintura para verificar si el color del producto era el esperado; hice amistad con varios físicos dedicados hoy unos a la docencia en educación media y universitaria, otro que se fue al campo a sembrar y otro, afanado en el negocio del oro; una bióloga actualmente diseña ropa deportiva y una arquitecta decora hermosas tortas. Numerosos son de los egresados en ciencia que no tienen trabajo para el cual obtuvieron la licenciatura.

Si queremos hombres y mujeres para el socialismo se debe educar para formar individuos socialistas. Vale una pregunta: ¿Existen maestros(as), profesores(as) y planes de estudios a nivel primario, medio, diversificado y universitario para formar el profesional socialista que requiere el país? En esto los capitalistas nos llevan una morena. Recuerdo que durante la cuarta república existió un proyecto dirigido por el Banco Mundial que intentaba unificar los currículos, en materia de ciencia, en todos los planes de estudio primarios y secundarios de Centro y Suramérica. La razón muy sencilla, la idea era que las avaras editoriales transnacionales se ocuparían de elaborar los textos de estudios. Un negocio de millones y millones de dólares. Por fortuna algunos profesores venezolanos, autores de textos, le hicieron ver al presidente y al ministro de educación el peligro de este proyecto alienante, no educativo pero si mercantil.

Ciertamente, la educación es un instrumento para el desarrollo, pero debemos establecer cómo queremos desarrollarnos, si es el del modelo capitalista depredador del ambiente y exterminador del individuo o es el modelo socialista, en el cual lo más importante es la gente y el medio que lo rodea. Por lo tanto, debemos educar a los(as) jóvenes para la vida y no para el trabajo; esto se lo dejamos a los miserables capitalistas.

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Enoc Sánchez


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