Los Seudo Venezolanos o Pitiyanquis Arrastrados

El término pitiyanquis, que alcanzó una gran notoriedad gracias a su uso por parte del comandante Chávez al referirse a los denominados "gringos de orilla", encapsula a la perfección una actitud que trasciende la simple imitación cultural. En esencia, describe una proclividad hacia la subordinación casi servil a intereses extranjeros, lo que con frecuencia implica el abandono, ya sea consciente o no, de la identidad, cultura y los valores que constituyen la esencia misma del pueblo venezolano. Este fenómeno, al margen de cualquier ideología, despierta un legítimo sentimiento de preocupación e indignación, al observar cómo compatriotas pueden exhibir una desconexión tan profunda con sus raíces que su identidad nacional parece desdibujarse en el imaginario colectivo. Los protagonistas de esta actitud no solo rechazan el vínculo con las tradiciones culturales, sino que llegan a proponer posturas extremas y disruptivas. Entre ellas destaca la idea alarmante de renunciar al estatus soberano e independiente de Venezuela como nación, una propuesta que atenta directamente contra la historia y el orgullo nacional que debería ser motivo de unión y fortaleza.

De manera aún más asombrosa, estas posturas recalcan ideas como transformar a Venezuela en una colonia bajo la tutela directa de los Estados Unidos o incluso aspirar a convertirla en el estado número 53 de dicha nación. Tal mentalidad manifiesta un profundo repudio hacia los valores fundacionales que Simón Bolívar defendió con insuperable pasión y firmeza. Bolívar no es solo un héroe nacional; es la encarnación de los ideales libertarios para América Latina, habiendo dedicado su vida entera a luchar por la independencia del continente y a garantizar la dignidad y soberanía de los pueblos frente a cualquier opresión extranjera. Proponer estas ideas, tan radicalmente opuestas a su ideal, habría representado a sus ojos una amenaza intolerable contra su visión de libertad y autodeterminación. Bolívar concebía un continente forjado por naciones soberanas y unidas, un proyecto que persiguió con sacrificios personales colosales y cuya esencia fue siempre la defensa intransigente de la autonomía colectiva. Sugerir estrategias tan contrarias al ideario bolivariano no solo supone una traición al legado histórico que representa el Libertador, sino que también constituye una franca contradicción con los principios fundamentales que guiaron su lucha emancipadora.

Para Bolívar, semejantes propuestas habrían sido vistas como un acto de negación directa hacia todo aquello por lo que luchó incansablemente. De haber enfrentado una situación así en vida, probablemente habría respondido con toda la fuerza de su carácter y liderazgo, seguramente llegando incluso a medidas extremas como el decreto de guerra a muerte que en otros tiempos aplicó contra traidores y enemigos de la causa patriótica. Su compromiso con el ideal independentista no admitía concesiones; su batalla era por un continente libre y digno, y cualquier intento de someterlo nuevamente a poderes extranjeros habría despertado en él una resistencia indomable.

Hoy en día, resulta especialmente desconcertante constatar cómo estas ideas siguen encontrando eco en ciertos sectores de la población. Más alarmante aún es observar que muchas de estas posturas provienen de personas que han decidido emigrar y establecerse principalmente en Estados Unidos. Desde la comodidad que les brinda habitar en otro territorio, critican con ligereza aspectos fundamentales que conforman la identidad venezolana. Este comportamiento no solo denota un distanciamiento alarmante respecto a sus propias raíces, sino también una preocupante falta de compromiso hacia el futuro y la prosperidad del país del que provienen. Lejos de abogar por soluciones constructivas para los desafíos nacionales, adoptan discursos disruptivos que contribuyen aún más a erosionar los valores colectivos y el sentido de pertenencia entre los venezolanos. En este contexto, la reflexión crítica se vuelve más necesaria que nunca para entender el origen y las consecuencias de este pensamiento, así como para formular respuestas que permitan recuperar la conexión perdida con nuestra identidad histórica y cultural.



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Antonio Nunez


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