¿Dónde está Carlos Lanz?

A ver compañeros, ya no recordamos cuando invisibilizaron al estratega de sueños, cuando paralizaron sus pasos, amordazaron su verbo, lo llevaron por caminos extraños, ni un amigo, ni un celular, solo el silencio de palabras cerradas que no llega, así los hacedores de sombras quieren apagar su luz. ¡No lo podrán!

Tenemos un reto, volver al pasado y traer al "ángel de la historia" justo en el instante de peligro, cuando dominaron su cuerpo pero no su praxis, él sigue vivo en sus enseñanzas, en su cátedra, en sus discípulos, en los salones de clase, en los anfiteatros bélicos neutralizados por su visión de paz. ¡Nunca ausente!

No podrán borrar su imagen porque es relampagueante, estruendosa y cala hasta los huesos, es como martillo y yunque a la vez, moldea, nos alerta de los peligros futuros: peligros de los cercanos y peligros de los extraños, es lámpara, espejo para los limpios de conciencia, a eso le teme el enemigo. ¡Es un Prometeo!

La luz que entregó al simple mortal, hiere los ojos de los esbirros, molesta el calor de su fuego porque son fríos, amantes de las tinieblas, del dominio del cuerpo para quebrar las ideas, perturba a los necropolíticos de oficio, los enloquece y los vuelve más peligrosos. ¡Ya están derrotados!

Es verdad que nos duele el silencio, los oídos se agudizan y solo hay vacío, se clama y solo hay desierto, dolor, incertidumbre. Dónde están los sabios, los que conocen todo, controlan todo, los magos de la técnica, los que anuncian grandes justicias, se han tocado sus puertas y no hay respuesta, su mudez parece más valiosa que la verdad, también tendrán su recompensa. ¡El no saber hiere!

Los pobres de corazón, los educadores, los obreros, los campesinos, los trabajadores públicos, las mujeres, los estudiantes, los ancianos, los sabios, los verdaderos políticos, los niños, los cantores, los gremios, los mendigos, las viudas, el peregrino, los recuperadores de sueños, todos construyamos la gran trinchera y disparemos al mundo "con nuestro fusil de poemas". ¡No lo dejemos solo!

Entre todos rompamos las cadenas, las que atan nuestros labios, las que traban nuestros pies, la que oprime el corazón, desandemos las calles, gritemos por la libertad de este Abel, del erguido, por el no olvidado vociferemos, expulsemos el miedo en bocanadas de fuego, lava encendida que derrita los barrotes donde lo tienen sumergido. ¡Unidos lo lograremos!

 

armylopez3@gmail.com



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