De los ojos de Hugo Chávez a los ojos de Rufo Chacón

La idea de utilizar los ojos de Hugo Chávez como símbolo del liderazgo mágico religioso del malogrado líder del 4-F, se le atribuye a José Miguel España, un asesor del entonces Comando Carabobo, responsable de diseñar la estrategia para enfrentar al candidato opositor Henrique Capriles, en el marco de la campaña para las elecciones presidenciales de 2012. En aquella contienda electoral, Chávez obtuvo el triunfo con más del 55 % de los votos válidos.

Desde entonces, los ojos del fallecido mandatario se han posado, como vigilantes omnipresentes en cada rincón de nuestro país, de manera muy similar a como hacían las elites de la novela futurista de George Orwell, 1984. En la citada obra de ciencia ficción, se colocaba la imagen del célebre Gran Hermano, el máximo líder de una sociedad distópica, en todas partes, afianzando la figura mesiánica del cabecilla de un sistema autoritario y represivo, bastante parecido a la Venezuela actual.

Nicolás Maduro, cabeza visible de la actual tiranía feudal que ha arruinado a la patria, es un político inescrupuloso y despiadado pero sumamente astuto y capaz de cometer cualquier atrocidad para mantenerse en el poder. Sin embargo, carece del carisma, el liderazgo, la oratoria y el control de las masas que tenía Hugo Chávez. Por ello, la estrategia de la actual cúpula gobiernera es emplear símbolos que mantengan "viva" la imagen de Chávez, incluyendo sus famosos ojos, a fin de manipular afectivamente a quienes antes respaldaron al proceso bolivariano y que hoy, decepcionados, han dado la espalda a un sistema que ha mutado en represión, violencia, corrupción, miseria y atraso.

Ya los ojos de Chávez no miran a un pueblo aguerrido que se mantiene en pie de lucha, trabajando arduamente por un futuro mejor ¡NO! Estos ojos de Chávez observan el hambre, la criminalidad la destrucción y la debacle generalizada de un país desde edificios de la Misión Vivienda, vallas, paredes y algunas desteñidas franelas lucidas por los cada vez más exiguos seguidores del madurismo.

Ya esos ojos no emocionan, ni motivan. De hecho, son muchos los chavistas que al verlos sienten un profundo sentimiento de culpa por haber apoyado a Maduro, quien asumió un cheque en blanco para cometer tantos desmanes y abusos que los excesos de la llamada cuarta república languidecen ante los escándalos de esta especie de monarquía absoluta cleptocrática, instalada en todas las instancias de la vida pública nacional.

Pero, lamentablemente en la convulsionada Venezuela de hoy, son otros los ojos que han llamado la atención del pueblo llano. Se trata de los ojos de Rufo Chacón, un niño cuyo "crimen" fue acompañar a su madre a buscar una bombona de gas doméstico. Ese "atrevimiento", cometido en un país petrolero destruido por una pandilla de fanáticos extremistas, no podía ser tolerado.

Este muchacho "insolente" recibió una dosis brutal del terrorismo de Estado que se ha instaurado en Venezuela, destruyendo derechos humanos y valores democráticos fundamentales. Efectivos de la Policía del estado Táchira apuntaron sus escopetas y, a quemarropa, descargaron sobre su rostro juvenil unos perdigones que representaban el odio, el desprecio y la represión del madurismo hacia una población inerme y desamparada.

Rufo Chacón perdió el sentido de la vista. Sus dos ojos fueron destruidos por los perdigones despiadados. Dos agentes de ese cuerpo represivo fueron detenidos, pero no se trata solamente de dos funcionarios sino de un sistema que ha enarbolado las banderas de la violencia, la tortura y los crímenes políticos. Adriana Parada, madre del adolescente, de manera valiente, dijo que todos los efectivos que se hicieron presentes para dispersar la concentración pacífica, actuaron con saña y violencia. La misión de estos policías era disolver la acción a sangre y fuego.

El comandante de la Policía del Táchira, Jesús Andrés Arteaga Simancas, afirmó que ese cuerpo policial "respeta los derechos humanos y está capacitado para controlar cualquier alteración del orden público". Pues bien, si el entrenamiento consiste en disparar a quemarropa contra la cara de niños desarmados, causando lesiones terribles, entonces sí han recibido la formación adecuada.

Por lo pronto, con su habitual comportamiento, ni Nicolás Maduro ni otros representantes de la dictadura se han pronunciado sobre esta agresión infame. Ni siquiera se han hecho esfuerzos para contribuir con el tratamiento del muchacho. Seguramente, también culparán a la CIA, las sanciones de Estados Unidos, la "derecha apátrida" y cuanto comodín tengan a mano para eludir responsabilidades ante un hecho lamentable que quitó el sentido de la vista a un ciudadano venezolano de, apenas, dieciséis años.

De los ojos de Hugo Chávez, estampados en cada rincón del país y desgastados por el paso inexorable del tiempo como el recuerdo de una esperanza que se esfumó, pasamos a los ojos de Rufo Chacón, cuya visión robada es un reflejo de la ceguera de una elite que perdió el pudor para proteger sus mezquinos intereses, sometiendo a las mayorías a la barbarie más retrograda.

El autor es: Luchador social

antonioprado1980@gmail.com



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