Letra Desatada

El asesinato de Gaddafi

“La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: están doblando por ti”.
John Donne.

De qué se trata lo que nuestros atónitos ojos han visto en estos días? Ya no se trata de estar de acuerdo con que si Muammar Gaddafi era un dictador. Ya no importa si tenía dos, tres, 42, 50 o mil años en el poder. Ya no se trata de si usted cree que Gaddafi modernizó a Libia. Ya no se trata de si usted es partidario de Obama, Sarkozy o Berlusconi. Ya no se trata de estar consciente de que Libia era el país de mayor Índice de Desarrollo Humano de África. Ya no se trata de eso.

Ya no se trata de que usted, chavista, esté de acuerdo con lo que dijo Chávez. ¿Es Gaddafi un mártir o un asesino? Tampoco se trata de que usted, antichavista, crea que Muammar se alejó de sus ideales. No se trata de Chávez. No, le repito, no se trata de eso. Se trata de algo mucho más humano, más terrenal.

De lo que se trata es, aunque a algunos que brincaron de alborozo les fastidie o les parezca baladí, de la muerte Gaddafi. Se trata de que murió sin que se le garantizaran sus derechos. Se trata de que eso que se llama Derecho Internacional Humanitario fue violentado, ignorado, violado. Se trata de que existen seres humanos que justifican los linchamientos, la barbarie.

Se trata de sentarse frente al televisor a ver una y otra vez la muerte de un hombre. Se trata de miles de primeras páginas en los diarios más “prestigiosos” del mundo mostrando el rostro ensangrentado de un hombre, en una especie de orgía, de festín carroñero, al cual intentan acostumbrarnos. ¡Bravo, bravísimo!, parecen gritar en el último acto de una obra, final para el que fuimos preparados con miles de argumentos.
Se trata de sentarse una y otra vez a ver a un hombre defenderse de sus asesinos, quizás pidiendo clemencia como otrora se les pedía a los verdugos cuando la guillotina viajaba en caída libre directo al cuello. Se trata de leer y escuchar argumentos de gente que uno cree sensata o al menos sensible, justificando el magnicidio, aplaudiendo el linchamiento en vivo y en directo, celebrando la muerte y los bombardeos por más de ocho meses, con un réquiem de fondo y la satisfacción de ver el crimen, cual “deber”, cumplido.

Se trata de que en Venezuela algunos luchen por los derechos humanos de un exalcalde corrupto y defiendan a médicos sin ética y también celebren la muerte de un ser humano, como si los leones del coliseo de Roma, en un déjà vú macabro, nos estuvieran acechando sin remedio.

¿De qué se trata todo esto? ¿Dónde está la humanidad? Duerme, quizás. Hay que jamaquearla. Y es que cuanto más veo más me convenzo de qué lado está la justicia. Celebro, otra vez, comprobar que estoy de su lado. Que de eso también se trata.


MECHACIN@GMAIL.COM
@mercedeschacin


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Mercedes Chacín


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