Al 11 de abril del 2011: nueve años después todavía nos faltan muchos muertos por enterrar

Creemos que existe mucho de ingenuidad en el hecho de que en esta fecha hay gente que aspira que se aplique justicia en relación con los delitos que se cometieron el 11 de abril de 2002. Esto, debido a que todavía, por ejemplo, no se ha sancionado a todos los culpables que masacraron al pueblo en febrero de 1989 y mucho menos ha actuado la justicia para condenar a todos los que aprovecharon los eventos de febrero de 1992 para asesinar a mansalva a sus propios compatriotas que no tenían otra culpa que portar un uniforme. Entonces, quizás si se observa en el orden lógico de los acontecimientos, hay que preguntarse: ¿Qué esperanza hay de que se aplique la justicia por estos eventos más recientes si en situaciones anteriores igualmente graves o peores no se ha terminado todavía de proceder?

Es por esta razón que creemos que tienen que haber muchos muertos y una vez enterrados puede aspirarse a que comience a aplicarse la justicia más eficientemente. Al respecto, tiene que morir la impunidad que reina en el país gracias a la ligereza con que actúan muchos jueces, tiene que morir la burocracia que llena de papeles los tribunales sin que se responda de inmediato a las necesidades que cada situación exige, tiene que morir la desidia de muchos funcionarios que le dicen al público “Venga mañana y le atendemos seguro” cuando saben que al día siguiente estarán de vacaciones y no regresarán sino en veinte días, tiene que morir la indolencia, tiene que morir la flojera de aquellos directores que se tardan en firmar un documento hasta cinco semanas “porque no les da tiempo”, tiene que morir la mediocridad que reina todavía en muchas dependencias públicas disfrazada de arrogancia, tiene que morir el “cuánto hay pa’ eso” que todavía se usa para “salir rápido de eso”, tienen que morir el no me importa lo que pase mientras haya quince y último, tiene que morir la discapacidad intelectual de muchos funcionarios tecnócratas y autómatas a quienes no le importa la gente sino quedar bien al cumplir las órdenes del jefe por absurdas que sean, tiene que morir la falta de educación que todavía prevalece en muchos sitios donde se supone que debió haber desaparecido… En fin, es tan larga la lista de males que deben morir, desaparecer, desfigurarse, de esta amada república que muchas páginas no alcanzan para mencionarlos y que si se largaran podremos comenzar de una vez por todas a tener el país que merecemos para nosotros y nuestros hijos.

Solamente así no pecaremos de incautos cuando deseemos o esperemos que se haga cumplir la ley ante los atropellos que a lo largo de nuestra historia se han cometido, porque las estructuras del país estarán tan acordes a las aspiraciones ciudadanas que no harán falta gritos pidiendo justicia porque ella campeará en todas las instancias públicas y podremos vivir un poco más tranquilos y no como ahora que simplemente parece una utopía.


caminandovamos@hotmail.com


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Marcos Henríquez

Licenciado en Historia. Investigador y docente universitario.

 henriquezm1970@gmail.com

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