Burocracia y corrupción

La burocracia se presenta como un fenómeno muy particular y al mismo tiempo profundamente confuso. Se percibe como una patología social que se extiende a organizaciones sociales, industriales, empresariales, comunitarias, educativas, militares e incluso culturales. Parece ser un mal necesario que se involucra en nuestra vida cotidiana en forma de complicaciones inútiles y paralizantes enredos.

Desde una perspectiva sociológica la burocracia no se reduce a una “perversión psicológica”, ni a la gama de “malas costumbres” de funcionarios públicos. El término nos remite, en algunos casos, a problemas de una administración en la que destaca la racionalización de su eficacia (Max Weber) y en otros a una casta que utiliza el poder para garantizar privilegios sociales y económicos, legitimar un modelo de apropiación (acumular sin producir) con decisiones políticas que garantizan su reproducción social (L. Trotsky, R. Luxemburgo, A. Grámsci, etc.). Así, para algunos sociólogos la burocracia se presenta como un mal necesario propio del desarrollo socioeconómico y para otros como una perversa forma de ejercer el poder con implicaciones políticas e ideológicas que llegan a justificar y reproducir la corrupción.

En cualquier sociedad la excesiva burocracia constituye un círculo vicioso para el Estado, por su costo económico, por el clientelismo político que reproduce, por decisiones inadecuadas y los insaciables niveles de corrupción que genera. La Revolución Rusa es un fiel ejemplo. Allí, una casta burocrática (dirigida por Stalyn) desvirtuó la esencia de la primera revolución obrera del siglo XX. El Estado Obrero se burocratizó, la dirigencia se corrompió y los verdaderos revolucionarios fueron execrados, perseguidos y asesinados. La revolución fue traicionada.

La Revolución Bolivariana heredó una exacerbada burocracia que se ha convertido en un gran obstáculo para el diseño de políticas públicas dirigidas a la transformación estructural de sociedad venezolana. Esa vieja burocracia permanece intacta, con sus mismas prácticas y privilegios fortalecidos. Esa perniciosa casta burocrática reacomodo su envilecido discurso “puntofijista”, se vistió de rojo, asiste a las marchas y se desgañita desvirtuando la esencia de una revolución en la que no cree, ni va a creer nunca porque es un problema de conciencia y no de oportunidades.

La acción de esta casta burocrática desnaturaliza la función de las instituciones, desnaturalizando la acción transformadora de la Revolución Bolivariana. Un gráfico ejemplo de esta situación lo encontramos en las Empresas Básicas de Guayana donde una desvencijada “casta gerencial” se tiñó de rojo para mantener ostentosos privilegios y seguir acabando con las empresas. Esa burocracia es la misma que en 1997 celebró la privatización de SIDOR y añoraba el remate de la industria del aluminio como camino para alcanzar mayores beneficios personales. Es la misma burocracia que invoca a Sucre Figarella como emblema de una burocracia con tanta capacidad tecnocrática como destructora, por su condición neoliberal e inhumana.

Lo más grave de esta situación es que los “revolucionarios” que llegaron a las Empresas Básicas con la tarea de transformarlas, se transformaron en connotados e ineficientes burócratas que también invocan a Sucre Figarella. Se han hecho cómplices de la destrucción de la alternativa no petrolera con la anuencia activa de una desgastada dirigencia sindical que ahora se comporta como extravagantes patronos en nombre del Control Obrero. Todas las empresas se anuncian como socialistas y mantienen la misma casta de gerentes burocratizados, las mismas relaciones sociales de producción, la misma estructura administrativa, los mismos esquemas de comercialización y un renovado nivel de corrupción.

Todavía resuena la voz del Comandante Chávez con su fuerza histriónica y sus profundas convicciones convocando a la lucha contra esta burocracia improductiva que reproduce los viejos esquemas de corrupción y al mismo tiempo advirtiendo el peligro que representa para la Revolución Bolivariana.

Hoy, atendemos el llamado del Presidente Nicolás Maduro quien asumiendo el legado del Comandante Chávez ha reiterado que debemos derrotar la corrupción caiga quien caiga. De algo estamos seguros: En esta batalla no hay lugar para “medias tintas” porque burocratismo y corrupción son los grandes obstáculos de la Revolución Bolivariana.




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Darío Morandy


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