¿Merry Christmas en tiempos de revolución?

“Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año” escribía el célebre novelista inglés Charles Dickens (1812-1870), un fiero crítico de la pobreza y de la injusta estratificación social de la sociedad victoriana.

Menos idealista, la actriz infantil norteamericana Shirley Temple  (1928) cierta vez dijo: “Dejé de creer en Santa Claus cuando mi madre me llevó a verlo en unos grandes almacenes y él me pidió un autógrafo”.

Todavía más escéptico-posmoderno, el joven modelo y ardiente de la Web John P. Trevino, de seguro sin saberlo, casi desnuda el carácter consumista-capitalista-individualista-chantajista de esta festividad al afirmar: “En Navidad el mundo se llena de hipócritas”. 

Interesante imaginar cómo describiría Carlos Marx (1818-1883) este desenlace de año que hoy —consumista más que tradicionalmente— rotulamos como “navidad”. Veamos no obstante qué dice de la historia (relato contentivo de todas las navidades): “…toda la historia de la humanidad —dice el padre del socialismo científico— es la historia de la lucha de clases”.

Así, cada navidad no sería según Marx sino la actualización, la plácet, la reelección mecánica de un modelo particular de prácticas sociales, y en consecuencia cargada de un tinte ideológico particular. El modelo de vida consumista, enajenado y enajenante impuesto por una clase sobre otra, un sistema producto y productor de un estirado proceso histórico de enajenación/ cosificación/ despolitización de los sujetos individuales y colectivos proletarios a objeto de ponerlos dúctilmente al servicio de la praxis hegemónica (y de los intereses) del sistema capitalista mundial.

Que yo sepa Marx no discurrió nunca en torno a la navidad. Pero sí sobre la práctica social mediante la cual, año a año nos mueve —haragán y totalitariamente— el sistema capitalista globalizado en esta época del año so pretexto de dizque “celebrar el nacimiento de Jesucristo” y dizque renovar el tiempo profano estacionándolo hacia otro más sagrado, renovado y mejor. Una práctica que coloca y reduce al hombre al estado de mercancía al tiempo que eleva y mistifica a la mercancía por sobre la vida concreta de los hombres y mujeres. No por casualidad Marx solía decir que hay que temerle más al ejército de las mercancías que a los regimientos de guerreros.

Saramago expresa su visón de esta fecha de una manera parecida: "La Navidad es una burbuja consumista que nos aísla del Apocalipsis". Pues "lo que está pasando allá afuera (hoy) es un crimen". Un crimen en cuya escena cruenta el hombre aparece como “el único animal que tortura a sus semejantes". Por eso: "no nos merecemos mucho respeto como especie".

Navidad en vísperas de nuevas ofensivas imperiales:

En contexto de esta navidad 2009 salpicada de renovada imposición gringa sobre nuestra región mediante su doctrina Monroe, sintetizada en la rastrillada frase “América para los (norte) americanos” el presidente Chávez escoltado del lúcido Ludovico Silva lacónica y dialécticamente recién nos brinda su personal definición de Navidad en su mensaje de fin de año.

“Navidad: tiempo de alegría, tiempo de esperanza. Decía ese gran pensador nuestro llamado Ludovico Silva: "No hay peor infierno que la falta de esperanza (...) Perder la esperanza es no tener futuro; el porvenir se nutre de ella".

De cara a viejos y nuevos determinismos que vocean que no hay forma de enfrentar hoy al inexpugnable sistema capitalista mundial, capitaneado por EE.UU. como algunos ya corean que demuestra el reciente caso de Honduras, Chávez, Fidel, Petras, Wallerstein, Borón, Britto García, Samir Amín, Noam Chomsky, y tantos otros pensadores/ activistas de la actual corriente emancipadora Nuestro-Americana y socialista mundial de nuevo cuño nos dicen lo contrario. Nos convocan a protagonizar un gran y formidable movimiento de renovación/ invención. La creación y metamorfosis colectiva del arsenal de la praxis de cuño patriótico, neo-socialista, rebelde y emancipador, alta herencia de nuestros Pueblos, resueltamente en favor de sí mismos.

Un terremoto de trabajo, inteligencia, creatividad, sagacidad, ética y suma de voluntades que nos lleven a revertir la historia de paliza naturalizada barbarie que nos han querido (y nos quieren siempre) seguir propinando, entre otras formas merced esta morfina consumista anual de falsa conciencia y compra de inutilidades hoy listamente apellidada “Navidad”.

Artificio camaleónico del capitalismo: disfrazar de Nino Jesús, de Santa Claus (con todo y renos y escarcha) y de Reyes Magos los intereses usureros del gran capital. ¿Cómo? Mediante el empleo intensivo de la maquinaria propagandística y consagratoria del lucro (mal llamada de medios de comunicación). ¿Para qué? Para aceitar la gran máquina de extraer plusvalía del trabajo proletario alienado. Explotación realizada mediante la mistificación de fastuosos centros comerciales al tiempo en que mefistofélicamente gestiona mitigar por un tiempo más la crisis socio-política/ económica/ ecológica/ alimentaria/ energética y financiera estructural más grave de su historia.

“El hombre —veía no obstante, Marx— hace la historia a cada momento aunque no siempre es consciente de ello.”

Es lo que, sintéticamente —a su modo— busca invocar el lema originariamente cubano, hoy aclimatado bolivariano: “Patria, socialismo o muerte… Venceremos”. De cara a esta que ha sido bautizada como “la mamá de las crisis del sistema capitalista-mundo”, la disyuntiva para los grandes colectivos nacionales del mal llamado tercer mundo aparece hoy cada vez más clara: o hacemos patria asumiendo (es decir reinventando y aclimatando a nuestras propias condiciones históricas la praxis de un nuevo socialismo afro-indo-sur-americano) o deberemos prepararnos para resistir la siniestra contraofensiva imperialista/ capitalista hasta la muerte misma.

"En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle" enseñaba Gandhi. Este “alguien” devenido colectivos conscientes, resueltos y patriotas es a lo que alude y de lo que trata en su trasfondo el mensaje navideño de Chávez.

Pero como tenemos todavía mucho por hacer, crear e innovar, comprender y criticar, rectificar e impulsar, especular y repensar, como Pueblos elegimos y elegiremos siempre el camino de vencer.

Reencantamiento desde abajo de una navidad nuestra/ rebelde

Dialécticamente, nuestras muchas debilidades, carencias y contradicciones actuales como proceso pueden ser todavía convertidas por nosotros en fortalezas. En oportunidades para crear, esto es, para organizar desde abajo un mundo objetivamente nuevo. Un mundo desde cuyo magma parir el horizonte de un nuevo sujeto humano. Menuda tarea, ¿no les parece?: Crear un mundo crecientemente consciente y negador de la alienación/ dominación a que se nos ha querido y quiere condenar.

El capitalismo es un sistema recursivo, plástico, increíblemente adaptativo, análogo a ciertos peligrosísimos virus. El desafío entonces es producir y organizar un sujeto-pueblo-activista todavía más recursivo, plástico, adaptativo que el capitalismo mismo. Un sujeto crecientemente consciente de la necesidad —y de la vasta tarea­— que presume protagonizar su propio des-coloniaje, des-aburguesamiento y des-cosificación permanente.

Por supuesto con y desde el acompañamiento y resignificación socialista de su propio universo cultural. Y aquí es donde entra la necesidad de resignificar una festividad colectiva que, entre otras, fue y sigue hoy secuestrada por la reducción de nuestra vida espiritual-familiar-popular a un culto de la navidad pero como mercancía, de la navidad como práctica consumista, mezquina, de indiferencia/ divertimiento.

Es a lo que nos han querido reducir esta tradición navideña nuestra. Tradición viva, chisporroteante, en mudanza constante. Una tradición viva y vivificadora de imaginarios, hecha de religiosidad popular y de suculentos coloquios culturales como lo ve el investigador caraqueño Efraín Valenzuela. Navidad de paraduras andinas del Niño y de parrandas de barrio, de pesebres y arbolitos venezolanizados y latino-americanizados, de dulces de Cabello de Ángel y de misas de aguinaldo, de estrenos y de llegadas del Niño Jesús (con regalos útiles, no con mercaderías inútiles o tecnologías alienantes), acompañados por villancicos y gaitas zulianas, por jornadas trujillanas y pasteles orientales, por pan de jamón y leche de burra, por torta negra y Zaragozas, por quemas del año viejo y alborozadas patinatas, además de tantas otras hermosas tradiciones nuestras a las claras dignas, socializadoras, nuestras (Valenzuela).

Construir socialismo, edificar resistencia antiimperialista/ anti-consumista, levantar un modo de vida positivamente post-capitalista pasa así, también, por conocer y recuperar el subversivo sentido de lo entrañable/ nuestro, lo entrañable/ histórico, lo entrañable/ venezolano y latinoamericano, lo entrañable de los países, pueblos y culturas del Sur como enzimas de arraigo, verdadera savia de un giro anticolonial y de todo patriotismo que no derive en mera cáscara de un patrioterismo vacío o un antiimperialismo discursivo empedrado de fruiciones, prácticas y sobre todo valores gringo-céntricos .

Superar el brutal sistema capitalista burgués requiere así no sólo movilizar una política progresista desde arriba, —activada por el Estado—nacionalizadora de nuestras industrias básicas y los servicios estratégicos y del levantamiento de la moral y capacidad defensiva de nuestras fuerzas armadas. Requiere además ser también redistributiva del ingreso petrolífero en términos de la reconversión de nuestro modelo rentista en económico productivo.

Pero, acaso más importante aún, precisa des-posicionar en las mentes y corazones de nuestros vastos colectivos la tesis de que nuestra manera de vivir la vida y con ella la navidad, por ejemplo, no fue ayer —ni debe ser hoy— un hueco espectáculo de consumo y apoteosis de la falsa conciencia. Muy por el contrario, urge revisitar nuestra navidad y todas las fiestas nuestras como coyuntura de y para el afianzamiento de nuestros valores solidarios, patrióticos, latinoamericanistas, proletarios y de nuestra identidad plástica, igualitaria y rebelde.

Urge inculcar que nuestra navidad no fue en el pasado —y que no debe ser más en el futuro— un pretexto para realizar la vorágine de compras compulsivas en centros comerciales. Urge enseñar que nuestra navidad no puede ser reducida a una rendición de culto a Mikey Mouse, al pato Donald o a su opulento tío Mac Pato. Esto es para asistir religiosa y acríticamente a esa suerte de Fast-food devenida misa familiar televisual que año tras año oficiamos en ese altar simbólico del capitalismo hiper-consumista que es Hollywood.

Todo lo dicho para recalar de nuevo en la lección que nos legara nuestro poeta y activista pre-socialista José Marti: “Haga cada quien su parte de deber y nada podrá vencernos”.

Preguntas a modo de post data:

Por cierto, navideñamente hablando no pocos hoy se preguntan: ¿en esta enmarañada y difícil hora disyuntiva de las grandes definiciones (golpe en Honduras, bases militares en Colombia, para-militarización acelerada en varios rincones de América Latina) cuándo será que van a ser activados, nutridos y blindados la multitud de imprescindibles medios impresos populares nuestros (periódicos, revistas, panfletos), al menos en los enclaves en que contamos con importantes fuerzas progresistas?

¿Cuándo será que va a ser dotada y debidamente entrenada la miríada de medios impresos progresistas/ socialistas para cuando menos neutralizar la legión de medios impresos opositores, precapitalistas, pro-imperialistas y pro-golpistas financiados desde la derecha nacional e internacional?

Cuándo será que como proceso vamos a lograr activar y poner en juego toda nuestra creatividad popular y afilar nuestra hegemonía desde abajo, desde tanques populares de pensamiento nuestro y medios alternativos, populares, socialistas dignos herederos de la pedagogía del oprimido?

No es cierto que la televisión pueda sustituir la productividad y hondura explicativa del texto escrito en la socialización y la multiplicación de saberes y de diálogos en torno los diferentes y altamente complejos temas que precisan de comprensión. Marx recalcaba que antes de educar había que repensar y re-educar socialistamente a los educadores. ¿No es lo que cabría hacer asimismo con el auxilio de medios impresos socialistas con los autores de nuestros principales medios revolucionarios, comenzando, por ejemplo, por la televisión?

Medios con coberturas masivas capaces de transportar (socializar) este y otro tipo de reflexiones (prácticas teórico-críticas) a más de dos o trescientos compatriotas, cifra a la que se reduce el número de quienes gozan del privilegio de navegar hoy las onerosas olas (casi pequeño-burguesas) de la Internet en nuestros indispensables pero discretos medios digitales progresistas.

¿Quién se atreve a sostener públicamente que los más de 300 Think Tanks y Centros de Estudios Latinoamericanos que año tras año financia (y muy generosamente, por cierto) el imperio gringo obedecen a fines de indagación sin más antropológico-artístico-culturales?

En esta navidad y de cara a las próximas elecciones legislativas a celebrarse por cierto en diciembre próximo, lejos de divertirnos/ entretenernos con el murmullo de los renos en una blanquísima navidad debemos encender todas las alertas y acelerar todos los motores desde los cuales es posible construir una pedagogía del oprimido para re-armar su hegemonía de clase.

Como dicen que decía la amiga de una amiga de otra amiga mía a su novio:

“En lugar de correr… ¿por qué no nos encaramamos?”.

delgadoluiss@gmail.com



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Luis Delgado Arria


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