Buena suerte la de Manuel Rosales, pero se le está terminando. La “prensa
libre” del continente lo elevó a las alturas de un honesto y sacrificado
líder democrático, opositor a Hugo Chávez y obligado por eso mismo
a buscar refugio en el Perú. Lima acaba de informar que le otorgó
el asilo político, probando que Alan García sigue siendo muy amigo
de sus amigos (entre ellos de otro fugitivo, Carlos Andrés Pérez)
aunque esta desdichada decisión lesione seriamente el prestigio internacional
del Perú y debilite su poder de negociación en el litigio que mantiene
con Chile, en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, por la
revisión de los límites marítimos. La noticia se dio a conocer un
par de días después que desde el sitio web de la INTERPOL se anunciara
que el distinguido prohombre de la oposición antichavista está siendo
activamente buscado por cargos de corrupción y enriquecimiento ilícito
durante su desempeño como Gobernador del Estado de Zulia entre 2004
y 2008, es decir, por la comisión de delitos comunes y no precisamente
por ser un campeón de la democracia. En esa misma comunicación
la INTERPOL aclara que “la ‘Notificación Roja’ fue emitida porque
la solicitud del gobierno bolivariano reúne los requisitos establecidos
por los reglamentos de la organización que prohíben expresamente cualquier
acción de carácter político, racial, religioso o militar.” Por
lo tanto, la persecución política, invocada por los grandes medios
para fustigar al gobierno de Chávez y adoptada por el gobierno peruano
para otorgar el asilo político carece totalmente de fundamento para
la INTERPOL. Se trata, lisa y llanamente de un caso más de enriquecimiento
ilícito y corrupción gubernamental, como lo comprueban irrefutablemente
los antecedentes suministrados por Caracas a esa organización. De no
haber sido así la INTERPOL jamás habría emitido esa orden de
captura.
Rosales había pasado a la clandestinidad desde marzo tras denunciar que Chávez manipulaba la causa abierta en su contra. Una corte venezolana había solicitado su arresto preventivo por estimar que Rosales no se presentaría ante la justicia. La historia de este personaje es un claro ejemplo de los alcances a los que puede llegar la campaña de sistemática desinformación, mentiras y manipulación de la opinión pública desatada por los grandes medios en contra de Chávez, carente por completo de escrúpulos y motorizada por los más oscuros intereses económicos. Rosales, un hombre surgido del corazón mismo de Acción Democrática, sobrevivió a la bancarrota moral y política de ese partido fundando otro, Nuevo Tiempo, en el que agrupó a sus antiguos compinches.
Como “adeco” ocupó todos los cargos dentro del partido y, fuera de él, llegó a ser Alcalde de Maracaibo y Gobernador del crucial estado de Zulia. La paciente investigación policial confirmó que este hombre nacido en un hogar de módicos recursos y que toda su vida vivió de la política y de los cargos públicos (fue concejal durante 4 años, diputado otros 11, más 4 como alcalde y 8 como gobernador) construyó desde la función pública una fortuna tan extraordinaria como ilegítima e inexplicable: las 14 fincas de las que es probadamente dueño en Zulia y que no habría podido adquirir aún si hubiera ahorrado cada centavo de su sueldo durante toda su carrera política son apenas la punta del iceberg, debajo de la cual hay un sinnúmero de empresas y turbias operaciones financieras puestas en manos de familiares que actúan como cómplices o testaferros. En última instancia, el dinero mal habido de este paladín de la democracia surgió de negociados de diverso tipo hechos en perjuicio del Estado de Zulia y el pueblo venezolano, facilitados por su absoluto control de los tres poderes del estado provincial, sus socios y encubridores durante los gobiernos de Acción Democrática y la protección y complicidad de los grandes medios desde el advenimiento de la Revolución Bolivariana.
Hoy su suerte parece echada, pese al
transitorio respiro que le ofrece la gratitud de Alan García: el silencio
y la indiferencia de la derecha venezolana, ninguno de cuyos líderes
se solidarizó con el prófugo, es de una elocuencia estruendosa. Conocen
muy bien a Rosales y saben que la suya es una causa perdida. La batalla
legal que librarán sus abogados podrá ser más o menos larga, pero
está condenada al fracaso. Con el derrumbe moral y político de Rosales
la oposición antichavista pierde una pieza clave y la legitimidad del
gobierno bolivariano se fortalece ante los ojos de propios y ajenos.
¿Qué otra patraña inventarán los medios que contribuyeron a endiosarlo?
aaboron@yahoo.com.ar