El festín mediático no se hizo esperar luego de la detención del árabe de oro: Tarek El Aissami. Nadie podía ocultar el asombro, la sorna y hasta el escepticismo sobre la captura del exministro de Energía y Petróleo y presidente de Petróleos de Venezuela, muchos aseguran que es un "show más del chavismo", al mostrar a un El Aissami más delgado de lo habitual y hasta con cara de una enfermedad terminal, sin embargo hay un "olor a Jazmín-café" tras la aprehensión del susodicho -por lo menos aquí en Acarigua- toda vez que la imagen que mostró el fiscal general Tareck William Saab, hizo recordar aquel video del diputado y hombre de confianza en materia de finanzas del Psuv, Hugbel Roa, vestido de braga anaranjada.
Más allá de las 54 personas detenidas, entre ellos el exministro de Economía y Finanzas: Simón Zerpa, Samark López , financista de Bancamiga -institucion bancaria- asi como la ubicación de las muñecas de Pdvsa en los Estados Unidos, esos hechos permiten hilvanar la reserva moral que existe en las filas revolucionarias, chavistas y bolivarianas; la privación de libertad de esa gente moraliza en un buen porcentaje el sentimiento político de quienes creemos en la labor de Nicolás Maduro. Algunos pensarán que como estamos en año electoral es necesario mantener a la sociedad discutiendo temas que la distraiga de las constante fallas de electricidad, la no concreción de un sueldo digno para el trabajador del sector público, la hiperinflación que se traga el presupuesto familiar, la desidia hospitalaria, entre tantos problemas, lo cierto es que al ser apresado El Aissami y su combo, deja al descubierto que la trama de corrupción en cripto, prostitución, lavado de dinero y tráfico de influencias ha tocado lo intrinsico de la administración de la hacienda pública y esto obedece en gran parte a la desaparición de la Contraloría Social como sistema anticorrupción -dicho sea de paso- mi comandante Chávez siempre exigió y aupó la conformación de la Contraloría Social como mecanismo de fiscalizar la inversión del Estado y controlar al mismo tiempo a los funcionarios que tienen tales responsabilidades. Recuerdo en una ocasión al hoy ministro de Agricultura y Tierras y exgobernador de Portuguesa, Wilmar Castro Soteldo, en referencia a los bancos comunales, por ejemplo, "...a la gente se le mete el diablo cuando se le habla de plata"- esa figura creada por el presidente Chávez y que duró como proyecto socialista, lo que dura un suspiro de culebra debido a que nadie quería integrar esa estructuras financiera, tomaron relevancia cuando el Gobierno hizo el primer desembolso, ahí todos querían ser aunque fuera un simple vocal, dejando al descubierto el lado oscuro del amor al dinero. Volviendo al tema de El Aissami, este caso debe alertarnos a todos, por cuanto hay personajes que ejercen funciones de Gobierno y se arrechan si algún hijo de Maria ose a preguntar por algún recurso económico, obra o inversión que considere que ha habido "jujú". ¿Recuerdan a la todopoderosa: Luisa Ortega Diaz, a los administradores del Central Azucarero Ezequiel Zamora o a los semidioses que negociaron la compra de insumos médicos y militares durante la pandemia del COVID y el apertrechamiento-movilización en lo que pudo haber sido una eventual intervención a nuestro territorio desde Colombia, en tiempos de Ivan Duque y las 7 bases gringas.? Por qué pregunto, porque es muy difícil colocarle la cascabel al gato, pero tenemos que hacerlo.