Lenguaje de género y generación del lenguaje

Cuando vi al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela llamar a votación para aprobar el proyecto de Ley Para La Promoción y uso del Lenguaje con Enfoque de Género, ha podido sorprenderme escucharlo decir "los diputados, las diputadas y les diputades", puesto que no ha usado este lenguaje antes ni después de la ocasión. Peo no, lo vi como algo natural, porque el Dr. Rodríguez es un político, y ellos son así, gente de oportunidades. Pero este no es el tema de este artículo.

El lenguaje es un ente vivo, con sus propias dinámicas, con sus formas de nacer, vivir, alimentarse, producir desechos, reproducirse y morir. El latín, por ejemplo, nació aproximadamente en el siglo VII a.C. y comenzó su agonía en el medioevo, cuando esa lengua, tal como se la conocía, dejó de ser hablada por el pueblo y se refugió en la Iglesia, en la Corte y en la Academia, para convertirse en el vehículo de comunicación universal de los intelectuales medievales: pasó a ser un lenguaje de élites, mientras moría en las calles. Pero no feneció sin reproducirse y dejar descendencia. Como pasa con los humanos, los hijos del latín tuvieron su propia vida y desarrollo, y así se conformaron todas las lenguas llamadas romances: el español, el francés, el italiano, el portugués, el rumano, el sardo, el catalán, el gallego, el mozárabe (antigua Al-Andalus), el romanche (norte de Suiza), el ladino, el friulano (norte de Italia). Todas ellas surgieron en distintas provincias del Imperio Romano: Hispania, la Galia, Lusitania, entre otras.

El uso diferenciado del lenguaje ha estado presente en el tiempo histórico. En la antigua Grecia era común el uso de dos lenguas, una culta, como en el caso del dialecto ático, reservado a las clases dominantes, y otra popular. Más tarde existió una "koiné" culta y otra vulgar. En el siglo XIX se dio una lucha entre los que promovían la expansión del dialecto popular, el demótico, y quienes se oponían a esta "vulgarización", defensores del kazarévusa, que eran básicamente académicos y letrados. El kazarévusa pervivió como lenguaje dominante hasta 1917, cuando finalmente se impuso el demótico como lengua oficial. Uno de los detonantes de la rebelión del 4 de mayo de 1919 en China fue la existencia de dos lenguas bien diferenciadas, la lengua escrita y la lengua hablada. La lengua escrita se usaba tanto en la literatura como en lo administrativo y su conocimiento estaba reservado a los letrados, privilegiados de la cultura a la usanza feudal, de manera que la lucha por imponer la lengua hablada (kuan joa o pai joa, que significa "lenguaje claro" o "lenguaje diáfano") era una lucha antifeudal. Apenas en el siglo XX, las reformas lograron imponer la lengua hablada en la redacción de los textos administrativos y literarios

Ahora bien, ninguna de las lenguas romances fueron producto de los gobernantes, las academias o los círculos intelectuales. Posiblemente hubo muy limitadas influencias de esas entidades, pero la carga mayor, con mucho, provino de las calles transitadas por los pobladores de a pie, por los sectores más pobres de aquellas sociedades. En sentido estricto, los hispanohablantes hablamos un dialecto vulgar del latín.

Siempre ha sido y será así. Más allá de las reglas y decisiones jerárquicas, el lenguaje perdurable es un engendro de los arrabales, los puertos, los suburbios y las tabernas. Por supuesto, la Asamblea Nacional está en su derecho de legislar, pero no por ello se ha de creer que la gente va andar diciendo "les maestres". Ciertamente, la decisión de la AN vale para las comunicaciones oficiales en sus distintos niveles. Esto no es raro en la Historia: en una época de profunda crisis económica, política y cultural (entre el siglo I a.C. y el siglo I d.C.), la élite cultural del Imperio Romano creó, a partir de las variedades del latín coloquial, un latín estándar (para la administración y escuelas) y un latín literario.

Las élites intelectuales y políticas venezolanas, por diversas razones, han tratado de introducir en los años recientes nuevas terminologías. Al negro se le ha comenzado a llamar, en ese nivel, "afrodescendiente", pero en la calle la gente sigue usando el término "negro", y el rubio sigue siendo el "catire" y nadie le anda diciendo "eurodescendiente". También se usa, elitistamente, "privado de libertad", pero la gente continúa usando el vocablo "preso", más corto y preciso.

No niego que algunas de esas denominaciones se puedan generalizar en el futuro, pero eso solo ocurrirá como consecuencia de una incorporación callejera. Yo seguiré usando los términos comunes, ya que siempre he sido parte del perraje que anda en la calle.



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Néstor Francia


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