Verdades sobre la Rebelión de Rupununi en el Esequibo

La rebelión de Rupununi es uno de los episodios más oscuros de la historia de Guyana, en el sentido de que no hay suficientes referencias confiables en cuanto a lo que realmente ocurrió el 2 de enero de 1969, cuando estalló ese conflicto en la región del Alto Tacuto-Alto Esequibo, y los días subsiguientes. A decir verdad, la historia humana abunda en mitos, suele ser una especie de relato literario que se escribe según la perspectiva de cada autor o corriente de investigación. En la historiografía estadounidense, el hecho decisivo de la Segunda Guerra Mundial fue el Día D; en la rusa, la batalla de Stalingrado. En la historia oficial de Venezuela se considera vencedor de nuestra principal guerra a un hombre que terminó arruinado, exiliado, enfermo y muerto en cama prestada, con casi ninguno de sus ideales alcanzados y con una oligarquía latifundista instalada en el poder en todos los países que esa guerra independizó. Tanto es así, que en Venezuela, 18 años después de la muerte de ese hombre, el mismo pueblo explotado que lo acompañó dio inicio a otra guerra, en la que una vez más puso los muertos para que otros sacaran el beneficio. Por cierto, la Venezuela que surgió después de la independencia pronto se vio sometida económicamente por banqueros ingleses.

De una lectura lineal de lo poco que se conoce a ciencia cierta de la Rebelión de Rupununi, algunos infieren que los rebeldes esequibanos querían anexar el territorio del Esequibo a Venezuela. Yo, que tengo serias diferencias con la mayoría de los venezolanos en torno al tema de ese territorio (no es objetivo de este artículo desarrollar tal asunto), tengo la ventaja del desapasionamiento nacionalista. Así que paso a presentar mi propia versión de los eventos aquí comentados.

La mayoría de los insurrectos eran indígenas lokonos, wapisahnas y makushis, parte de la etnia caribe, los reales despojados originales, que ocupaban unos territorios que hoy se sitúan en el sureste de Venezuela, el sur de Guyana y el norte de Brasil. No tenían fronteras, ni Estado, ni clases sociales, ni partidos políticos, aunque sí jerarquías organizativas y religiosas. Son los dueños originales de ese vasto territorio, el cual recorrían sobre todo por vía fluvial, desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, buena parte de los jefes de la insurrección, que conformaban un pequeño grupo de ganaderos privilegiados, eran mestizos. Algunos eran descendientes de Harry Melville, de ascendencia blanca escocesa-jamaicana, otros de Basil "Ben" Hart, estadounidense, y algunos otros que se habían establecido allí poco antes de principios del siglo XIX y más tarde.

Los matrimonios entre los Melville, los Hart, las mujeres brasileñas y los nativos wapishanas produjeron ese clan de ganaderos de "sangre mixta" relativamente ricos. Entre los jefes rebeldes se puede mencionar a Harry Hart, Elmo Hart, Dick Hart, Edward "Teddy" Melville, Averell John Melville, Harold Melville y, por supuesto, Valerie Hart, quien fue la líder principal, nombrada por los rebeldes como Presidenta del "Estado Libre del Esequibo".

Algo está claro: en el origen del conflicto privaron las razones económicas (como suele suceder), aunque también las hubo de índole racial (los indígenas se sentían discriminados ante otros grupo raciales guyaneses mayoritarios, como los afrodescendientes). Jimmy Hart (quien se casó con quien fue probablemente su pariente, Valerie Hart), ya huido a Venezuela, explicó que la decisión de los rebeldes fue tomada después de que el gobierno de Guyana negó a los ganaderos una solicitud de 25 años de arrendamiento de las tierras que ocupaban y por su temor a que los agricultores llegados de Jamaica y Barbados tomaran sus tierras.

El lenguaje, uno de los factores culturales más reveladores en las sociedades humanas, da indicios de las verdaderas intenciones de los rebeldes de Rupununi. El nombre que pusieron a lo que esperaban los insurrectos fuese su territorio fue "Estado Libre de Rupununi/Esequibo". Era, pues, un movimiento independentista, no "venezolanista".

Por supuesto, el gobierno de Guyana vendió, convenientemente, la matriz de que la revuelta fue apoyada por Venezuela con dinero, armas y entrenamiento, lo que nunca ha podido ser probado. Incluso llegó a hacer la denuncia ante la ONU.

La verdad es que los rebeldes, una vez derrotados, pidieron, como último recurso o patada de ahogado, que Venezuela los respaldará y se anexara el Esequibo, lo cual fue rechazado de plano y correctamente por el gobierno de Raúl Leoni. La solicitud de los alzados fue una acción oportunista y a destiempo, una vez que las armas de Guyana los aplastaron en apenas tres días y los obligaron a huir, los que pudieron, a Brasil y Venezuela. En efecto, tanto la petición de los rebeldes como el rechazo de Venezuela se efectuaron el 5 de enero, un día después de la total derrota de la Rebelión de Rupununi. Ese mismo día el gobierno de Guyana cursó su acusación ante las Naciones Unidas.

Quienes huyeron a Venezuela pidieron reunirse con Leoni, pero este se los encomendó al canciller Ignacio Irribaren Borges, con el mensaje de que nuestro país no sería parte del conflicto, aunque sí recibiría a los refugiados como compatriotas y, de hecho, se les extendió cédula de identidad venezolana a 120 de ellos. Además se les ubicó en 3 asentamientos en el sur del estado Bolívar (San Ignacio de Yuruaní en la Gran Sabana, La Churuata en Las Claritas y San Martín de Turumbán en el municipio Sifontes).

Por su parte, Valerie Hart y su esposo no quisieron quedarse en Venezuela (es claro que no se sentían venezolanos) e inmediatamente desaparecieron del mapa, marchándose a Estados Unidos. Valerie Hart murió el 26 de febrero de 2021, a los 87 años, en Vero Beach, Florida, Estados Unidos de América.



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Néstor Francia


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