Aprendiendo a vivir

Uno de los problemas fundamentales de una pareja que acaban de tener un o una bebe es ensañarla(o) a vivir, de esta manera el futuro del recién nacido quedará asegurado. No cabe duda, para que eso ocurra aquella educación inicial deberá traducirse en aprendizajes. El problema estriba en una sola cosa ¿qué se le debe meter en la cabeza a un niño para que tales enseñanzas se conviertan en aprendizajes que le aseguren en el futuro un buen vivir?

El problema es muy complejo dado que los valores con las que fueron educados los padres no tienen vigencia para cuando sus herederos son adultos. Como apreciamos en la actualidad, los valores del siglo pasado han cambiado, o nunca tuvieron vigencia o simplemente no existieron, pensando que los progenitores son uno modelos de virtudes incapaces de transgredir las normas del buen vivir. Pienso, tal como ocurre en la vida real, en los padres (mamá o papá) alcohólicos, embusteros, hipócritas, egoístas, corruptos, irresponsables, mediocres, infieles, codiciosos, jugadores, timoratos, descorteses, inmaduros, desordenados, drogadictos, entre tantas conductas indignas presentes en algunas cabezas de familia que traen al mundo hijos de manera irresponsable. Aquellos valores hipócritas que dichos progenitores pretenden transferir a los herederos no pasan de ser burbujas que se deshacen al poco tiempo. Quizás por esta devaluación de las normas del buen vivir es que se ha puesto de moda el regatón, la comida chatarra y el "estilo" degradante de los pantalones rotos como símbolos de la desculturización de los pueblos. La ética y la estética en sus peores momentos.

Mientras esto ocurre en el ámbito familiar, el niño sufre similar engaño en la escuela y en la práctica religiosa. Lamentablemente la enseñanza a la cual son sometidos millones de niños en tales instituciones no les servirá para nada. En un colegio los alumnos se convierten en un receptáculo de una gama de conocimientos que no serán de utilidad dado que al poco tiempo se les olvidará, porque tal instrucción no la utilizará para desenvolverse en la vida real. Más bien, en un conocimiento que el maestro o profesor transfiere a sus alumnos el cual genera más aburrimiento que entusiasmo. Es obvio, el adolescente no le ve o no les descubre ninguna utilidad a lo aprendido en el colegio. Quizás los mocosos y los jóvenes son diestros en el uso de la computadora y del celular porque tales artilugios les son útiles de acuerdo a sus motivaciones e intereses. Once años transcurre un niño y luego ya joven entre el colegio y el liceo sin aprender nada que le ayude a vivir.

De la religión no me voy a extender dado que los padres, por eso de la tradición familiar, conduce al niño(a) a una práctica de una fe religiosa basada en textos donde las mentiras abundan. Además, de la falsa idea que la iglesia es preservadora de los valores morales de la sociedad y la familia, a pesar de que todas las doctrinas religiosas han sido y todavía lo son las principales transgresoras de las normas de convivencia entre los seres humanos. Fueron estas las causantes de guerras, asesinatos, robos descarado, lavado de dinero, delitos de pederastia, cómplice de colonización y conquistas de pueblos originarios en todas las partes del planeta, complicidad con los dictadores asesinos y crueles emperadores para recibir beneficios económicos, engaños declarados a la feligresía, entre tantas transgresiones que no creo que podrían ser transferidas como aprendizajes para el futuro buen vivir de los jóvenes una vez que llegue a la adultez.

Un sociedad que permita la corrida de toros, las peleas de gallos, el boxeo, la crueldad contra los animales, la presencia de animales en los circos, la carrera de caballos, entre las tantas formas, una disfrazadas de arte (la tauromaquia), otra de deporte (el boxeo) y otra de entretenimiento (la carrera de caballos) no puede convertirse en una enseñanza para los niños, porque la crueldad contra los animales y la violencia entre seres humanos no debe transformarse en aprendizajes, a menos que aspiremos que los jóvenes se conviertan en verdaderos asesinos y en fanáticos.

En una sociedad donde la violencia, la crueldad, la mentira y la hipocresía estén presentes entre los seres que la conducen, por ejemplo: madre, padre, maestro, profesor y representantes de doctrinas religiosas, no podrá asimilarse en aprendizajes por niños y adolescentes para que estos, una vez adultos, practiquen el buen vivir.

El buen vivir no lo aprende el niño solo de la familia, la escuela, la sociedad y la religión, también lo asimila de los sistemas de gobierno tanto nacional como las visiones que obtiene en el ámbito internacional. Por ser el país parte de un planeta que se traslada y gira en el universo, no cabe duda, las decisiones de tipo económico y financiero en todos los ámbitos influirán en los aprendizajes de los niños y adolescentes. Lamentablemente las perversas actuaciones de muchos adultos que fungen como líderes se traducen en malas enseñanzas y por lo tanto, en peligrosos aprendizajes para los niños y jóvenes. Y refiero lamentablemente, porque aquellos malos aprendizajes se convertirán en el futuro en mala conducta de los ulteriores adultos.

Las noticias provenientes de la prensa escrita, los canales de televisión y de las redes sociales no son nada halagüeñas. Por estos medios se ve y se escucha con frecuencia problemas de corrupción, tráficos de drogas, lavado de dinero, tráfico de seres humanos, destrucción del ambiente, terrorismo, sustracción de terrenos a otros países, estafas bancarias, consumo de drogas y fármacos, complicidad y protección de gobiernos a favor de corruptos, agresión sexual, terrorismo, violación de los derechos humanos, abominables guerras, racismo, violencia policial, torturas en algunas cárceles, apoyo de gobiernos a terroristas, aplicación de crueles sanciones por parte de gobierno poderosos, iniquidad, depredación ambiental, golpistas y terroristas amparados por gobiernos poderosos, evasión de impuestos por parte de millonarios, contrabando de armas, entre tanta degradación humana. En tales transgresiones no están implicados ladrones de poca monta, en las referidas violaciones están involucrados banqueros, presidentes, empresarios, políticos, sacerdotes, militares de alto rango, reyes, príncipes, diplomáticos, primeros ministros, cancilleres, académicos, profesionales universitarios, quienes podrían dar un ejemplo por su buena conducta, contrariamente, se comportan como modelo o contraejemplo de lo que no es el buen vivir.

Todos los gobiernos halaban y manosean la juventud dado que es en ellos donde reposa el futuro del planeta. Sin embargo, pareciera que en la actualidad no existe el prototipo del hombre o la mujer que pueda considerarse como maestro de juventud que forme los futuros líderes. Hombres y mujeres que conciban un proyecto político que contribuya a poner fin a la iniquidad y el logro de la armonía entre los habitantes del planeta quienes aspiran vivir en paz. Una sociedad enferma no puede formar jóvenes preparados para que en futuro tome las riendas de la conducción de un país.

El buen vivir es algo complejo, este no está vinculado la posesión de mucho dinero, tampoco por el engullimiento de una abundante comida y bebida, mucho menos solazarse en un mundo de comodidades donde están presente numerosos muebles arrimados en salas y cuartos, que para lo único que sirven es para mostrarlos. No es fácil definir lo que es buen vivir, pero lo que si estoy seguro es que el buen vivir no es la manera como la sociedad actual se conduce. Se deberá inventar otros y nuevos parámetros para establecer un moderno y justo concepto de buen vivir. Voy a terminar el artículo con una frase del físico y escritor argentino Ernesto Sábato: "Lastima que cuando uno empieza a aprender el oficio de vivir ya hay que morir". Lee que algo queda.

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1390 veces.



Enoc Sánchez


Visite el perfil de Enoc Sánchez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Enoc Sánchez

Enoc Sánchez

Más artículos de este autor